Monedas que valían oro y ahora, solo papel
Hace un tiempo, decidí comenzar este nuevo año reorganizando mi habitación. Desordenando, moviendo y corriendo, me encontré una cartera negra, hermética que decía: “el mejor aliado para pagar su SOAT”, título que me causó curiosidad ya que en mi casa no había carro desde que yo estaba pequeña y, por mi lado, jamás había visto semejante billetera.
Al abrirla, encontré una especie de bolsa de tela que contenía hierbas y piedras que parecían sacadas de un libro de agüeros. Cuando retiré la bolsa, encontré un fajo de billetes que contenían insignias de distintos países. Argentina, Venezuela, Uruguay, Estados Unidos, Guatemala, Ecuador, Honduras, entre otros países, integraban dicho monto de billetes, pero, lo que más me causó curiosidad, fue ver alrededor de 50 billetes de El Banco de la República de Colombia que, para mi, hasta ese momento eran desconocidos.
Y como si hubiese sido sacado de una película de numismática, disciplina que estudia las monedas y medallas, principalmente las antiguas, según la RAE, busqué unos guantes de látex, me acomodé el tapabocas, las gafas y comencé a organizar uno a uno los billetes que entre el olor a polvo y a guardado, no perdían su aroma a ‘dinero’.
Después de organizarlos por fecha de impresión, noté que el billete más antiguo que tenía la colección de mi abuelo -pues más tarde me di cuenta de que fue él quien comenzó con este hobby en la familia- era el billete de 1 peso. “Aunque estaba muy pequeño en esos momentos, me lo daban para ir al colegio, pagar el transporte y comprar el algo, pero en realidad, se iba en puros juguetes que vendían a la entrada del colegio. ¿Sabes? Los juguetes que más me gustaban eran los soldaditos de plomo, los paracaídas, el trompo y el yoyo jajajajaja parce que caja” nos cuenta Julián Jaramillo, desde la ciudad de Medellín.
Al momento de indagar más sobre esta moneda, noté que fue impreso entre 1923 y 1977, periodo en el que dicho valor correspondía a lo que hoy conocemos como 1.000 pesos.
Otro de los grandes descubrimientos, fue el billete de 500 pesos de color vino tinto, que tenía impreso el rostro de Francisco de Paula Santander. Según Óscar Alarcón Castro, nacido en Cúcuta, “más que recordar lo que compraba con este billete, tengo los recuerdos de lo que se vendía y lo que se pagaba con esta moneda, pues en mi casa había una tienda y la gente llegaba a comprar una gaseosa litro que costaba alrededor de 350 pesos y una bolsa de panes que costaba 150 pesos. Con eso comían 5 personas en la tienda. También recuerdo que, como las botellas de gaseosa litro eran de vidrio y retornables, la gente compraba la gaseosa litro con un billete de 500 pesos y dejaba los 150 de las vueltas como depósito por el envase. También recuerdo que con el billete de 500 pesos pagaba los dos pasajes en bus para ir al colegio y compraba la “media mañana” a la hora del descanso: una gaseosa personal de 150 pesos y un pastel de pollo que costaba lo mismo, creo.”
Así que, ¿con 500 pesos se podía comprar un pastel de pollo, una gaseosa personal y aun así, alcanzaba para dos pasajes en bus? En la actualidad, con 500 pesos, puedes comprar por mucho, dos gomas de mascar. Punto que generó en mí, una fuerte inflexión que me incitó a continuar preguntando por algunas otras denominaciones que encontré en los billetes de mi abuelo.
“Mis recuerdos con los billetes antiguos se dan con la serie que circuló en los años 80-90 (aún tenían la palabra Peso Oro) que luego fue removida. En 1997 a mis 10 años, el billete más grande que manejé fue el azul de 1000 pesos de Simón Bolívar, con eso me compraba una gaseosa a 300, unas papitas en 350 y los vueltos en dulces. El pasaje de bus entonces costaba $350 pesos en Cali, ¿te imaginas?” expresa Danny Javier Balanta Silva de la ciudad de Cali.
Finalmente, el billete que más me llamó la atención dentro de los que conservaba aquella cartera, fue el de 10.000 pesos que contenía en el anverso, el rostro de una mujer indígena Embera, y al reverso, un conjunto de aves multicolores, acompañadas de sus respectivos nombres. ¡Es un billete extremadamente bello!, me quedé analizándolo por casi 5 minutos y después de estudiarlo, supe que en 1992, cuando el Banco de la República comenzó su impresión era el de mayor denominación.
En palabras de Jaime Arturo Rodríguez, nacido en Bogotá, “aunque no tengo mucha memoria de los precios de tiempos pasados, recuerdo hoy, que con dos billetes de diez mil pesos, me pagaron mi primera actuación con una orquesta por allá en 1992. Era ya un precio bajo para la época de todos modos. Y como era un billete de alta denominación para entonces, recuerdo que se les llamaba con cierta emoción como "Las indias", ya que no era tan frecuente recibir muchos de esos”.
Cuando terminé de conversar con las personas que decidieron contarme sus experiencias, guardé nuevamente los billetes en la cartera y me propuse investigar sobre la devaluación e inflación de nuestro peso colombiano, además, de continuar con este hobby que inició mi abuelo.
Hace poco, el portal Today in 24.com, publicó un informe en el que afirmaba que el peso colombiano había cerrado el año 2021 siendo la moneda más devaluada del mundo.
Algunas de las causas que tienen incidencia en este proceso de inflación y devaluación han sido las dinámicas internas del país en temas de reactivación económica luego de la pandemia del Covid-19, el aumento de los precios, la escasez de productos como consecuencia de las jornadas de manifestación ciudadana y el comportamiento de la tasa de cambio frente al dólar.
La economista Laura Sánchez Higuita, afirma en un artículo publicado por la UdeA que, “la canasta básica de bienes y servicios de una familia colombiana está compuesta por un numeroso conjunto de elementos importados que se adquieren a un dólar cada vez más elevado. Asimismo, la agroindustria también depende de una considerable lista de insumos importados, que terminan ejerciendo un impulso al alza de bienes de producción nacional”.
“Cuando una moneda se devalúa sus efectos pueden ser positivos y negativos. Entre los negativos están: las deudas que están en otras monedas se incrementan; puede haber inflación por los bienes vinculados a la cotización de la moneda extranjera, como la gasolina y los bienes importados. Entre los positivos está, que las exportaciones se vuelven más competitivas porque para el comprador en el extranjero le es más barato adquirirlos. De igual forma, favorece el turismo interno y el flujo de las remesas” según el profesor Camilo Díaz, en conversación con la Universidad Nacional.
Si bien el Banco de la República puede modificar la tasa de interés de referencia, también conocida como tasa de interés de política monetaria o de intervención, para suavizar cambios en los choques externos, y en la tasa de referencia que afectan la inflación, ¿es esta la solución correcta para frenar este fenómeno y junto a él, la devaluación del peso colombiano?