El caso de Marilyn Manson y una industria cómplice
Hace dos días la actriz Evan Rachel Wood publicó en su Instagram un comunicado donde acusaba a su ex pareja, Brian Hugh Warner, más conocido en el mundo como Marilyn Manson, de haber abusado de ella durante el tiempo que duró su relación.
"Comenzó a acosarme cuando era adolescente y abusó terriblemente de mí durante años. Fui manipulada y me lavaron el cerebro para que me sometiera. He dejado de vivir con miedo a represalias, calumnias o chantajes", escribió.
Vertiginosamente el tema se encaramó en los escalones más altos de las tendencias mundiales en redes sociales. "¿Qué esperaba Evan Rachel cuando tuvo una relación con Marilyn Manson?" "¿Creía que se estaba relacionando con un santo?", decían algunos de los comentarios. El problema que le adjudicaban a la actriz que estaba denunciando era el de no haber sido lo suficientemente perspicaz para leer la apariencia o el pasado de su pareja, el problema no era de él por haber, presuntamente, abusado de ella.
Aún las acusaciones de la actriz —y la de cuatro mujeres más que se adhirieron a estas declaraciones para contar sus experiencias personales— son presuntas. Si bien Susan Rubio, senadora del estado de California, ha escrito una carta al fiscal general interino Monty Wilkinson y al director del FBI, Christopher Wray, solicitando que se investigue a Manson tras las acusaciones con el argumento de que “las personas que se involucran en este tipo de abuso suelen ser delincuentes en serie”, no se puede emitir un juicio.
Sin embargo, sí vale la pena mirar por el espejo retrovisor para leer las pistas que daba Manson hace años y que una industria miope no supo o no quiso leer.
En el año 2009, y justo después de terminar su relación con la actriz Evan Rachel Wood, Marilyn Manson dio una entrevista a la famosa revista musical Spin Magazine: “Todos los días tengo fantasías sobre romperle el cráneo con un mazo”, decía el famoso cantante refiriéndose a su ex novia.
En el mismo artículo contaba un episodio que tuvo en diciembre de 2008 tras su separación: “Y cada vez que la llamé ese día, llamé 158 veces, tomé una hoja de afeitar y me corté la cara o las manos. Quería mostrarle el dolor por el que me hizo pasar", agregaba sin ningún asomo de sonrojo mientras que el periodista hacía un chiste sobre el tema y continuaba.
¿Qué pasó en ese entonces? ¿Por qué la industria no prendió las alarmas sobre esas declaraciones? ¿Por qué el sello que lo cobijaba en ese entonces no actuó como lo está haciendo hoy tras las declaraciones de abuso en su contra? ¿Por qué el mismo medio no hizo la debida reflexión?
En ese entonces —e incluso aún hoy— a Marilyn Manson lo cubría un velo, una especie de escudo protector que era su discurso artístico alimentado de controversias, mitos, shows excéntricos y declaraciones estremecedoras. Entre mayor era el número de polémicas suscitadas, mayores eran las ventas de sus discos, los asistentes a conciertos y los titulares de prensa que encontraban en él una fuente jugosa de contenidos amarillistas.
El nombrado anticristo de la música ha sabido, desde entonces, cómo desenvolverse entre la ficción y la no ficción, no solo para crear un voluminoso alter ego artístico que hace las veces de colchón para su música sino para salir ileso de los escándalos que él ha tejido meticulosamente.
Que las acusaciones de las cinco mujeres resulten verdaderas o falsas está por verse; no obstante, si de algo es culpable Manson es de haber perpetuado conductas machistas, misóginas y violentas.
Hoy, cuando esa ex novia a la que soñaba con romperle el cráneo ha dicho puntualmente que sufrió abusos por parte de él, es inviable seguir amparándose en la figura pública oscura y transgresora para hacerle el quite a las acusaciones.
Sobre las acusaciones Manson respondió: "Obviamente, mi vida y mi arte han sido durante mucho tiempo imanes de controversia, pero estas recientes afirmaciones sobre mí son horribles distorsiones de la realidad", y añadió "Mis relaciones íntimas siempre han sido completamente consensuadas con socios de ideas afines. Independientemente de cómo, y por qué, otros ahora eligen tergiversar el pasado, esa es la verdad".
Los medios lo saben, el que era su sello discográfico, Loma Vista Recordings, lo sabe y habrá que ver si sus oyentes o seguidores siguen siendo fieles. Lo cierto es que la industria no puede retroceder, al contrario, necesita seguir haciendo una revisión aguda de los artistas con la lupa de la violencia de género.