‘Longlegs’... o una nueva generación para el terror (reseña sin spoilers)
El 22 de agosto llega a las salas de cine de Colombia la película Longlegs, una cinta que ha logrado un recaudo sobresaliente a la fecha con más de 100 millones de dólares a nivel mundial, siendo un proyecto de corte independiente con menos de 10 millones de presupuesto.
La razón de tal éxito es muy sencilla, desde su estreno oficial en Estados Unidos el pasado 12 de julio, la crítica y prensa cinematográfica la ha aplaudido por su inquietante, perturbadora y atrapante historia, todo dentro de un estilo visual que refleja las sensibilidades y la poética de un gran director, donde se confirma la célebre frase de “hijo de tigre, sale pintado”; ya que Osgood Perkins es el hijo de Anthony Perkins, el actor que interpretó a Norman Bates en la legendaria película de Alfred Hitchcock, Psicosis (1960) y quien dirigió su tercera parte hacia 1986.
Bueno y… ¿de qué trata?
Palabras más, palabras menos, porque el propio Perkins en varias entrevistas comentó las influencias y las no influencias que se pueden percibir sobre el resultado final. Esto es como si hiciéramos un mash-up entre un relato de la talla de Dead Zone de Stephen King y lo realizara la productora A24 con su factura indie.
Aquí, Perkins juega, mezcla y articula elementos entre géneros como el suspenso de detectives (tipo true crime), con el horror sobrenatural, muy propio de historias donde ciertas fuerzas oscuras están moviendo las cuerdas tras bambalinas, resultando en un completo misterio para el espectador.
En ese orden de ideas, se nos presenta la historia de una joven detective del FBI llamada Lee Harker (Maika Monroe), quien le asignan un escabroso caso, junto a su unidad, para investigar a un asesino en serie conocido como Longlegs (Nicolas Cage), quien presuntamente se encuentra vinculado con una secta satánica.
En esta cacería todo empieza a girar, como siempre, entre pistas, análisis y secretos, que para los compañeros de Harker resultan siendo invisibles o imperceptibles, pero para ella son evidentes y hasta adictivos, descubriendo así todos los elementos con un extraño “sexto entido” que la terminarán encaminando hacia un viaje sin regreso, donde la verdad es tan perturbadora como retorcida.
Tanto lo bello como lo sublime en la oscuridad
Osgood Perkins, a través de tres actos, habla sobre la manipulación como un concepto en el cual los seres humanos están completamente expuestos y son altamente vulnerables, elemento que es evidente y visible dentro de la cultura de los Estados Unidos.
Aquí se expone cómo es posible la manipulación de un individuo a otro, pero también cómo es viable desde una comunidad con una ideología hacia un individuo; ya que muy sutilmente en cada escena hay detalles bien ubicados entre planos que elaboran su crítica a las religiones, la política y las instituciones.
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Visualmente, todo el montaje de la película se convierte en un hermoso deleite visual, este se contrasta con un relato que, progresivamente, desde su mero misterio, nos va llevando hacia profundidades cada vez más siniestras y oscuras.
Es inevitable encontrar semejanzas frente a otras producciones cinematográficas, pero por increíble que parezca para Perkins la única gran influencia plausible es La profecía (1976) y El silencio de los inocentes (1991); ya que para retratar con detalle y precisión a los personajes resultan claves otros referentes dramáticos como Woman Under Influence (1976) y My Own Private Idaho (1991).
Atmosféricamente, estos se sienten con la suciedad visual en cámara de una película filmada en la época de los años 70. Un contraste maravilloso gracias a la música que le da el toque perfecto a la ambientación, ya que su hermano Elvis Perkins (bajo el nombre artístico de Zilgi), hace una banda sonora que nos mantiene inmersos en el misterio, lo oculto y la disnea.
Ahora bien, hay que prestar mucha atención tanto a estas piezas de música incidental como a las canciones de otros artistas que se suman al resultado final, puesto que en pantalla aparecen valiosos guiños a cantautores como Lou Reed y Bob Dylan, los cuales dan muchas pistas sobre lo que está sucediendo. No por nada otro de los referentes visuales del director es la cinta Renaldo y Clara (1978).
Otras piezas del rompecabezas
Toda esa amalgama de factores no sería nada sin el talento actoral que trae consigo esta obra. Por una parte, Maika Monroe, recordada por importantes cintas recientes como It Follows (2014), aquí, de nuevo, hace un papel brillante en el que se ve como la chica rara del entorno, pero quien desde su apariencia atípica resulta teniendo las claves del todo. Algo así como un Fox Mulder de los Expedientes secretos X, pero con un trasfondo mucho más chocante, el cual, a medida que se va desarrollando la historia, también irá hablando sobre su origen y la transformación que sufrirá, producto de sumergirse en este misterio incomprensible.
Por otra parte, aplausos para Nicolas Cage, quien interpreta a un asesino serial que resulta ser una suerte de artista lleno de transformaciones, pero que al estilo ‘gonzo’ le gusta hacer parte material de sus actos, tanto a las víctimas, como a los espectadores y a sus cazadores de la ley, eso sí, sin ensuciarse las manos en ningún momento.
Una vez más, este actor, al que la vida no le dio suerte en los dados y quedó eclipsado, vuelve con gloria y evidente talento al campo del cine independiente, donde suma este resultado a su excelente racha en el género de terror con otras producciones de la talla de Mandy (2018) y The Color Out Of Space (2019).
Al reparto se suma y se valora el trabajo de otras estrellas como Blair Underwood, Alicia Witt y Kiernan Shipka, quien de nuevo levanta la mano para decir que le gusta estar vinculada a producciones sobre terror sobrenatural.
El veredicto…
Ante la premisa de que el argumento de la película está vinculado al tema de las muñecas y frente a algunas opiniones en la red, Longlegs no es una cinta ni parecida a Anabelle, Chucky o The Boy. Osgood Perkins hace un tratado acerca de la manipulación desde múltiples aristas, no por nada una de sus influencias directas está relacionada con diversas prácticas y creencias alrededor del mundo, donde en múltiples culturas se cree en la posibilidad de transportar el alma de una persona a un muñeco y como esto puede tener influencia en otros individuos, llámese vudú para los haitianos o kokeshi para los japoneses.
Longlegs se suma a una no tan larga lista de otras producciones, en las que de manera muy inteligente les es posible moverse entre géneros hermanos como el suspenso y el terror; de esta manera, ubicándose al lado de películas como The Pact (2012) en las que uno está convencido de una cosa y termina siendo otra (o sea, juega muy bien con el ser y el parecer).
2024, hasta ahora, ha sido un año muy bueno para el terror, sobre todo por una factura en la que se usa el género para llevar subtextos interesantes, así esta pieza se suma a una lista de destacadas como The First Omen, Alien: Romulus y Late Night With The Devil.