Entrevista a Carolina Rojas, directora de Altavoz Fest
Cada tanto los cambios y las transformaciones, ya sean sutiles o profundas, son sanas, e incluso necesarias, para que un proceso tenga una buena vida. Muchas de ellas llegan a su propio tiempo, son paulatinas y orgánicas. Otras, en cambio, se terminan dando en momentos bisagra, cuando se cumplen fechas e incluso ciclos. En cualquier caso, evolucionar es un proceso natural.
Y esos vientos de cambios, para el caso de Altavoz, festival musical público de Medellín, llegan justo en el inicio de su segunda década de labores, coincidiendo posiblemente con el inicio de una nueva etapa de este proceso, luego de 10 años con la misma dirección artística.
En 2024, quien llega a Altavoz para liderar esos procesos de transformación, es una mujer llamada Carolina Rojas. Ella ha trabajado con la música desde hace años, desde procesos como Circulart, organizaciones como Pro Colombia, Ministerio de Cultura, y desde la autogestión produciendo conciertos y construyendo el festival La Magdalena, que se realiza en Honda, Tolima.
A su regreso a Medellín, recibe la responsabilidad de llevar a Altavoz a un nuevo momento, y afirma estar entusiasmada pero, más allá de sus propias ideas, quiere construir en conjunto un festival y un proceso de ciudad que esté en sintonía con el hoy de un panorama musical cambiante.
En Radiónica conversamos con ella sobre sus ideas, sus miradas y los retos de un programa público que está arraigado en la tradición musical de muchos:
Antes de la llegada de Carolina Rojas a Altavoz, ¿cómo estaba conectada con el circuito musical de Medellín?
Yo estudié música mucho tiempo en Bellas Artes, desde muy chiquita, y creo que de ahí viene mi nexo principal con la música de Medellín y con la música. Estudié saxofón, pertenecía a algunos grupos de música, pero pues más que todo en la época del colegio.
Ya luego de graduarme de Administración de negocios en EAFIT, y de empezar como toda esa vida laboral, yo inicié a trabajar en el 2015 en Circulart, el Encuentro de Músicas Independientes que se hace en Medellín hace 15 años. Y eso, sin duda, me conectó todos estos años con la escena independiente de la ciudad, con poder conocer un montón de propuestas de música que se desarrollan en la ciudad, de poder entender el sector, las necesidades, los retos, también el talento y la diversidad enorme que tiene Medellín en términos musicales.
¿Cuál fue su lectura de Altavoz a su llegada como directora?
Hay un camino que se ha venido recorriendo durante todos estos años por diferentes directores, diferentes administraciones que le han aportado de muchas maneras al festival, que se han propuesto, digamos, diferentes líneas, diferentes programas durante estos años. Hay unas que se mantienen, otras que no. Pero que se ha conservado un poco el espíritu y se ha conservado ese ejercicio de poder beneficiar a los grupos de la ciudad de Medellín para que a través de este programa tengan espacios de circulación, puedan fortalecer sus proyectos musicales, puedan seguir generando encuentros de ciudadanía.
Entonces, llegar ahorita a tomar esta nueva etapa de Altavoz, que luego de 20 años de un montón de cosas valiosas que han sucedido en el festival y gracias al festival y a este programa, es muy retador. Y a mí me emociona además un montón porque es poder llegar y recoger un poco todo lo que se ha aprendido, todo lo que se ha realizado. Y trazarnos una nueva ruta en el festival, trazarnos nuevas metas, poder buscar nuevos caminos que además responda a las necesidades del sector, que podamos entender las nuevas dinámicas de la industria de la música, de la música misma, las nuevas dinámicas también de la ciudad, de los mismos músicos.
Sin embargo, la idea también es poder involucrar a muchas de las personas que llevan muchos años trabajando en esto, que conocen también el proceso del festival hace muchos años, que reconocen y valoran el festival. Entonces, la idea es como acompañarnos entre varios y poder trazar esas nuevas rutas de Altavoz.
¿Cuáles pueden ser los retos que tiene Altavoz, y qué ha logrado identificar en el tiempo que lleva dentro del festival?
Yo creo que uno de los retos más importantes es entender las dinámicas cambiantes de la música, del sector de la música independiente, de los siete géneros a los que responde Altavoz. Poder acercarnos y tener una comunicación con los artistas y todo el ecosistema de la música, que de alguna manera también se construyó y se profesionalizó gracias a Altavoz en estos 20 años.
Poder entender todas esas dinámicas que son tan cambiantes y bajarlas, digamos, a unas necesidades concretas, donde podamos generar cambios o transformaciones dentro del programa de Altavoz que respondan a esas necesidades.
Hay que tratar de buscar nuevas formas y nuevos espacios para que los proyectos musicales se mantengan en el tiempo, sean sostenibles, pensar cómo desde Altavoz podemos generar unas líneas de trabajo que puedan responder a esas dinámicas cambiantes, a esas formas que los músicos necesitan para poder volver sus proyectos sostenibles. Y cómo hacer que, desde lo público, podamos mantener un festival que tenga una comunicación congruente y estable con todo lo que sucede dentro de un programa que se realiza con recursos públicos, y que es querido y valorado por todo el sector de la música de la ciudad.
Sin embargo, también a veces desde lo público hay unas limitaciones y hay algunos desafíos que se tienen que tal vez no son de completo, digamos, acuerdo o agrado para el sector. Entonces, cómo hacer entender a todo el sector lo difícil que es generar un proceso como este desde lo público, todos los esfuerzos que se hacen para que también lo valoren, y puedan comprender de manera más cercana a veces estas situaciones.
Creo que otro de los grandes desafíos es poder responder a la demanda creciente también de proyectos musicales que existen en la ciudad, de cómo se fusionan los géneros cada vez más, cómo hay una fusión de músicas y cómo la música se transforma y a veces no responde a estos géneros. Tenemos siete géneros que acoge Altavoz, pero a veces esos géneros se mezclan y surge la pregunta de cómo los vamos a categorizar cuando la música cada vez menos está catalogada dentro de un género. Hay más posibilidades de que corresponda a muchos géneros, o que no exista el género incluso. Y eso hace que hayan personas que estén creando músicas nuevas y no se encuentren representados en estas categorías ya definidas.
Creo que también es importante reconectar con el corazón de los músicos de la ciudad, reconectar con ese amor que ellos siempre le han tenido a Altavoz, para poder darle como un nuevo flujo de sangre al festival, y que la gente entienda un poco que los procesos también necesitan moverse, renovarse, proponer cosas nuevas. Y que a veces los cambios generan choques, disgustos. Somos una población súper diversa y hay un reto muy grande para mí como directora de poder entender todo lo que quiere nuestro público, lo que quiere nuestra ciudadanía, responder a eso, pero a la vez también tratar de proponer cosas nuevas que nos den ese siguiente etapa de Altavoz.
¿Cuál cree que es el papel que cumple hoy un festival público como Altavoz, dentro de un contexto de una industria de conciertos privados cada vez más grande, sólida y exitosa, en términos de convocatoria y oferta de grandes artistas en el país?
Hay algo que es muy importante resaltar acá, y es que esos festivales privados de esos tamaños empezaron a existir después de Rock al Parque y de Altavoz. Y ha sido muy valioso todo lo que han enseñado en términos de producción de eventos, organización, construcción de un ecosistema súper amplio en el tema de los eventos, cómo han formalizado o han profesionalizado todos los proveedores de técnica, de logística y de todos los servicios que un festival de estos tamaños debe tener.
La entrada a nuestro festival, a diferencia de estas grandes plataformas, es gratuita, lo que lo hace, digamos, mucho más incluyente y accesible para cualquier persona. Entonces, a través de un festival como Altavoz, todas estas personas tienen la oportunidad de ver también artistas muy importantes. Probablemente no podamos llegar a muchos artistas que a veces nos proponen por redes sociales o que mucha gente se sueña ver, ya que están por fuera de cualquier presupuesto posible. Sin embargo, sí se hace un trabajo muy importante por tener artistas internacionales, reconocidos, que hagan parte también de nuestra historia.
Colombia tiene una diversidad musical en el rock, en el metal, en el punk, en el ska, en el reggae, y es muy valioso que conozcamos lo que pasa en Colombia.
La edición pasada del festival fue una edición que generó un punto de quiebre en la relación con el público del festival. ¿De qué forma han pensado trabajar en reconectar esos lazos para volver a emocionar a la gente, alrededor de lo que es Altavoz como concepto, como proceso?
Lo que nosotros vamos a hacer es simplemente hacerlo bien. Vamos a asegurar que todas las condiciones básicas que se requieren para hacer un encuentro, tanto en los conciertos Ciudad Altavoz como en Altavoz Fest, se den: la seguridad logística, la coordinación técnica, todos los proveedores que deben estar alineados para que tengamos una producción desde el punto cero hasta el punto final, con las condiciones básicas y de nivel para poder tener artistas nacionales, internacionales, para que la experiencia, no solamente de quienes están en escenario, sino también de quienes asistan, sea una experiencia positiva.
Nosotros estamos con todo el compromiso de que el festival salga muy bien este año y vuelva a ser ese encuentro de felicidad, de parche, de música y de vibración positiva que siempre ha tenido Altavoz.
¿Cómo se sueña Carolina Rojas a Altavoz? Como festival, y también como proceso de ciudad...
El festival no lo hago yo sola y no lo pienso yo sola. A mí me invitan acá a hacer un canal donde pueda interpretar los sueños de muchos, recogerlos, volverlos realidad. Me encanta hacer sueños realidad y no quiero que ese sueño sea solo mío.
Yo quiero que ese sueño sea de todos los músicos de Medellín. Vamos a empezar a hacer un ejercicio con unas jornadas de escucha donde queremos invitarlos a todos, en todos los sectores de la ciudad, para que se reúnan, para que nos encontremos, nos conozcamos, nos cuenten todas esas historias, nos cuenten además esos sueños que tienen de Altavoz para poder trazar esa nueva ruta y ese nuevo mapa.
Igual yo, de mi parte, tengo todo el compromiso, la intención y el sueño de que Altavoz sea un festival cada vez más reconocido a nivel internacional, para que los grupos que se presentan de Medellín puedan tener una proyección internacional mucho más grande, y para que esa franja internacional que logremos tener en el festival sea valiosa, sea bonita también para la gente que viene, de conocer nuevos músicos.
Yo siento que hay que tener siempre como esa necesidad de conocer nuevas músicas, porque también es valioso entender que los músicos que se montan en escenario son personas totalmente valientes, que están proponiéndonos un sonido, una letra, un baile. Yo siento que debemos lograr que todas las personas de Medellín valoren cualquier tipo de música, cualquier tipo de género, y que cuando vayan a Altavoz, no vayan solamente con ganas de escuchar rock, metal o ska, sino también con ganas de escuchar todos los grupos, y que Altavoz se vuelva un momento donde vamos a conocer las nuevas músicas, y nos vamos a disfrutar algo tan maravilloso como la música, que para mí tal vez es uno de los lenguajes más poderosos que tenemos en la humanidad.