El éxodo ucraniano: la travesía de un colombiano en Kiev
Por: Fabio José Mejía y Sara Arboleda
El 25 de febrero de 2022 el mundo despertó con la noticia de un ataque militar por parte de Rusia a Ucrania. En Colombia, como en cualquier otro país, inmediatamente surgieron muchas teorías sobre las razones por las cuales Vladimir Putin habría desplegado su poderío militar sobre este país y, ante el inminente embate de la guerra, apareció una obvia preocupación para cualquier cancillería: ¿cuántos colombianos y colombianas se encontraban habitando o visitando Ucrania? El gobierno colombiano empezó el censo protocolario para conocer el número de compatriotas que estaban en ese país y poder ofrecer medidas de regreso o de seguridad para ellos y sus familias.
El 25 de febrero en la tarde, el Ministerio de Relaciones Exteriores informó que al menos 188 colombianos y 31 familiares se encontraban en Ucrania durante la ofensiva militar, por lo cual se adelantaron conversaciones y acompañamiento para facilitar la evacuación desde las distintas ciudades del país.
Pero, la guerra no da espera y los nacionales residentes en Ucrania tuvieron que tomar decisiones rápidas para salvaguardar su vida y la de sus familias hasta que las relaciones diplomáticas establecieran protocolos para la evacuación.
Ese fue el caso de Mauricio Aguirre Morales, un palmirano, analista de imágenes satelitales con propósitos agrícolas que vivía en Kiev y que tuvo que emprender una travesía con su familia para huir del conflicto. En Radiónica conversamos con él y esto fue lo que nos contó:
Mauricio ¿podrías hacernos un breve contexto de cómo empezó todo este proceso para ustedes?
Esa es una pregunta muy interesante, porque las cosas fueron algo bizarras. Hace un año hubo una movilización de tropas de Rusia hacia la frontera con Bielorrusia y Ucrania, y hubo unos ejercicios militares. Ahí estuvieron esas tropas varios meses, más o menos como desde febrero hasta casi mayo o junio. En ese momento se vivió una tensión relativa porque la gente en Ucrania se resistía a creer que algo así fuera a pasar. La vida siguió normal en Kiev, todo el mundo actuaba como si nada estuviera pasando, seguían trabajando y con su vida cotidiana.
El año pasado, como en noviembre más o menos, salieron a la luz unos reportes del Pentágono que decían tener información sobre un plan de invasión que iba a ocurrir a finales de febrero del 2022. Nuevamente la gente en Ucrania lo tomó de una forma muy tranquila, aunque también estaban preparados porque ha sido un proceso largo que empezó a moverse en el 2014, desde la anexión de Crimea a Rusia. Ya en ese momento se habían sentido bajo su amenaza, sin embargo nunca la vieron de una forma tan inminente.
Cuando salieron a la luz esos reportes, la gente en Ucrania siguió con una relativa tranquilidad, simplemente creían que era una situación que estaba siendo exagerada por la prensa occidental. Y eso se mantuvo incluso una o dos semanas antes de la invasión. A mediados de febrero yo le pregunté a mis compañeros de trabajo, a la gente en la calle, a mis amigos ucranianos y todos me decían “no va a pasar nada, no van a hacer nada”. Hubo una relativa calma hasta el día que empezó la invasión.
¿A qué crees que se debía la incredulidad de los ucranianos?
Creo que principalmente por dos cosas: primero porque la situación económica en Rusia no está bien, ellos venían con graves problemas de inflación, la industria también estaba decaída y no tenían muchos recursos. La segunda razón por la que yo creo que ellos se resistían a creerlo, es que cuando se anexó Crimea en el 2014, el ejército ucraniano estaba muy debilitado, estaban en un estado paupérrimo y Rusia no intentó invadir el resto del país ni intentó conquistar Kiev, entonces pensaron que si no lo hicieron en ese entonces, cuando no tenían siquiera una fuerza militar decente, por qué lo harían ahora cuando Estados Unidos y la Unión Europea habían inyectado capital al país con el fin de reforzar las fuerzas armadas y equiparlas con el armamento necesario para que pudieran defenderse.
Ahora hablando un poco sobre tu experiencia, ¿cómo vivieron los momentos de la invasión Rusa?
Todo esto empezó desde noviembre cuando llegaron los informes del Pentágono. La gente hablaba, hubo reuniones, crecía la tensión día a día. Uno veía que un día pasaba una cosa y al otro otra, y simplemente había muchas señales que daban a entender hacia dónde se dirigía el asunto.
Hubo una señal muy clara para mí, o para nosotros (mi familia), a mediados de febrero de este año. Tuvo lugar un tráfico excesivo de vuelos chárter desde uno de los aeropuertos de Kiev, todos esos vuelos eran de oligarcas y de magnates ucranianos que estaban saliendo del país. Esa fue la gota que rebosó la copa, ahí dijimos “bueno, nos vamos de Kiev”. No teníamos certeza de qué iba a pasar o de cuándo, pero dijimos esto ya está demasiado raro, se siente mucha tensión y si esta gente se está yendo es porque probablemente va a pasar algo.
De ahí nos desplazamos hacia el oriente de Ucrania, donde viven los abuelos de mi esposa, más o menos a ocho horas de Kiev. Antes de partir planeamos nuestro camino en caso de que algo sucediera. Nuestro plan era salir del país por la frontera con Eslovaquia, ya que nos quedaba a tres horas en carro. Personalmente decidimos descartar la salida por la frontera con Polonia porque iba a ser probablemente la primera opción para muchas personas e iba a ser un caos. Eso uno lo sabe viendo los índices migratorios.
Llegamos a donde los abuelos de mi esposa, ahí estuvimos una semana y vimos que las cosas estaban en relativa calma. No había ningún otro indicio de escalada o un conflicto inminente. Incluso nosotros ya estábamos pensando en devolvernos a Kiev. El jueves 24 de febrero, nos despertamos, como a las 05:00 am, y las noticias reportaban unas explosiones en Kiev, pero en ese momento no se había confirmado nada.
¿Pensaron que había sido Rusia?
En un principio pensamos que de pronto había sido un acto terrorista o algún saboteo. Eso es interesante, porque ahí se puede ver la forma como pensábamos las personas. Nos negábamos a creer que algo fuera a suceder.
Mi esposa estaba hablando con algunos amigos que estaban en Kiev y ellos decían que sí, que veían algunas llamas, que escuchaban algunas explosiones. A las 09:00 se confirmó que había sido un ataque aéreo y ahí entendimos que la invasión había empezado. Decidimos irnos del país, porque simplemente no sabíamos qué tanto iba a escalar y si iba a llegar incluso al oriente de Ucrania, donde nos encontrábamos.
¿Qué hicieron?
Alrededor del mediodía cogimos el carro y nos fuimos hacia la frontera. Cuando llegamos al punto fronterizo eran las 15:00 y había una fila muy larga de carros, más o menos dos kilómetros de fila.
Nos demoramos 12 horas en llegar al control de pasaportes y a la aduana. Esa parte fue bastante dura, fue una escena muy triste porque mientras estábamos ahí en el carro haciendo la fila por la noche, veíamos la gente que estaba cruzando a pie sin nada o con maletas. O con niños cargados o en coches en medio de la nada, en medio del frío, en una carretera en la cual ni antes, ni después del cruce de la frontera había nada. Simplemente era carretera.
La gente no tenía ninguna opción. Todo era bastante desolado, fue muy triste. Con el agravante de que a los hombres ucranianos de entre 18 y 60 años no los estaban dejando salir del país, entonces pues obviamente veíamos las familias separadas. Los hombres iban a acompañar a sus familias a cruzar hasta un punto y luego les tocaba devolverse. Había gente gritando, llorando, en muy mal estado emocional en medio de la noche.
¿A qué horas lograron salir de Ucrania?
Nosotros llegamos a las 03:00 de la madrugada al control de pasaportes, a la aduana. Nos revisaron todo, seguimos y llegamos a Eslovaquia, más o menos a las 07:00. Llegamos a una ciudad pequeñita que queda cerca de la frontera, ahí buscamos un hotel, pero no pudimos dormir, teníamos una mezcla de emociones: frustración, rabia, tristeza. Luego de no poder descansar solo quisimos continuar nuestro camino.
Salimos de nuevo a las 09:00 de la mañana, solo estuvimos dos horas en el hotel. Compramos algunas cosas en un supermercado, comimos y de ahí nos fuimos para Polonia, a una ciudad que se llama Katowice. Ahí llegamos ya por la noche y ahí sí pudimos descansar.
Al otro día arrancamos a Hannover, una ciudad que queda en Alemania, cerca de la frontera con Holanda. Pasamos la noche y luego nos dirigimos a Holanda, país en el que nos encontramos actualmente y en el que planeamos inicialmente quedarnos, ya que tenemos familiares aquí. En resumen, salimos de Ucrania el jueves por la mañana y llegamos a Holanda el domingo por la tarde.
¿Sabes si se crearon programas migratorios especiales en los países fronterizos o si llegaron a haber programas o campañas de otros países para el recibimiento de los ciudadanos de Ucrania?
La Unión Europea se estaba preparando, porque todo se veía venir. Polonia es el país más cercano a Ucrania, además también son muy cercanos culturalmente, entonces facilitó mucho las cosas. Entonces sí, estaban preparados y los han recibido muy bien. Es decir, la gente simplemente llega, se registra, les dan permisos de trabajo y les dan alojamiento, entonces se pueden quedar allá sin ningún problema. Eso es más o menos el plan.
Hay algunos otros países que están mucho menos preparados y entre esos Holanda. Nosotros acá no hemos tenido problemas, pero el proceso de registro para abrir, por ejemplo, una cuenta bancaria, los números para pagar impuestos y todo eso se nos ha demorado mucho. Mucho más que en Polonia, porque allá simplemente en cuestión de un día toda la gente puede adquirir todos esos documentos.
¿Cómo fue para ustedes reconstruir su cotidianidad en Holanda?
Nosotros siempre y cuando tengamos acceso a Internet podemos seguir trabajando. Lo que se perdió fueron las oficinas allá en Ucrania, teníamos como cuatro o cinco y se perdieron porque obviamente el personal se fue de las ciudades grandes, incluyendo Kiev.
Mucha gente se fue a ciudades más pequeñas, a lugares más seguros. Otros también se fueron de Ucrania, pero como tal el trabajo nunca se interrumpió. Es decir, el jueves 24 que salimos de Ucrania yo no pensé en el trabajo, dije “bueno, aquí nos toca irnos porque si nos quedamos nos va a ir mal y vamos a tener problemas”. Pensaba en poner a mi familia a salvo, ellas eran lo primero, pero ya después, el día que llegamos a Alemania y cuando llegamos a Holanda vi que la situación estaba un poco mejor y vi que mis compañeros no habían dejado de trabajar. Ahí ya reanude mi trabajo.
Mi esposa trabajaba en una empresa que fabrica cortinas, a ellos sí les tocó un poquito más duro porque el negocio se realiza de forma física, requieren de infraestructura, materiales, etc. Y todo eso lo tenían en Kiev. Parte de eso lo alcanzaron a recuperar. Algunas de las materias primas para la fabricación de las cortinas y de la maquinaria de fabricación las trasladaron a Polonia.
¿Y su hija?
En cuanto a mi hija, la verdad, eso fue y ha sido lo más duro. En parte lo solventamos porque ella estaba empezando a ir a la guardería, entonces se daba cuenta de que no estábamos en Kiev. Nosotros le explicamos que no podíamos regresar porque no era seguro. Ella entendía todo eso, pero tenía su frustración y sus sentimientos negativos.
Fueron dos semanas particularmente duras para ella. Estaba muy irritable, con cualquier cosa se enojaba. Ya en estos momentos logramos inscribirla en una guardería aquí en Holanda. Está un poquito más tranquila, interactuando más con los niños y se encuentra mucho mejor.
Teniendo en cuenta como se ha ido desarrollando la situación, ¿crees que regresarían a Ucrania?
Nosotros regresaremos dependiendo de cómo se solucione el conflicto. Las noticias en este momento, desde mi punto de vista, son alentadoras, porque aquí hay varios factores que hay que tener en cuenta. Antes de analizar las cosas, esto es una guerra sin sentido, esto es una guerra que probablemente le vaya a costar la cabeza a Putin, aunque si gana la guerra lo haría en contra de la voluntad del pueblo de Ucrania, de eso no hay dudas.
El pueblo ucraniano ha estado peleando por su libertad y ellos han decidido morir defendiendo su pueblo, entonces, si los rusos llegan a conquistar, les va a tocar muy duro. Van a tener muchos problemas, digamos, manteniendo las cosas bajo control o reprimiendo al pueblo ucraniano y son recursos que ellos no tienen porque están en una mala situación económica. A lo que ahora se suma todas las sanciones internacionales.
La otra es que Ucrania gane la guerra y logre expulsar a los rusos, que es aparentemente lo que se está viendo ahora, porque ya han retirado tropas del norte, también tropas cerca a Kiev y dicen que se están concentrando en el este. Los rusos dicen que es la primera fase de lo que habían planeado, pero en mi opinión eso está completamente alejado de la realidad. Ellos no han podido tomarse Kiev y simplemente están replanteando la situación.
Actualmente, Mauricio y su familia por su seguridad e integridad, permanecen radicados, por ahora de forma temporal, en Holanda, realizando sus trabajos habituales de forma remota. Su Familia y él continúan a la espera de una solución favorable para la Soberanía ucraniana para considerar la idea de un regreso.
En cuanto al conflicto, aún se viven tiempos hostiles y violentos dentro de Ucrania. El presidente ucraniano Volodymyr Zelenskiy, en una de sus más recientes intervenciones, mencionó que diariamente entre 50 y 100 ucranianos mueren por consecuencia del conflicto que se desarrolla en las ciudades de Sievierodonetsk y Lysychansk en Luhansk.
Sin embargo, en medio de las informaciones que ha entregado recientemente el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia Andrey Rudenko, ha hecho pública la intención del Kremlin para retomar las negociaciones de forma pacífica, en medio de la violencia. Ante esta declaración los líderes ucranianos han respondido que aceptarían una negociación en paz siempre y cuando se le reconozca, respete y restablezca su integridad territorial y su soberanía.