¿De qué se trata la llamada Tregua Olímpica?
Meses antes de la celebración de los Juegos Olímpicos un espejo parabólico refleja la luz solar para encender la llama que, tras un recorrido, llegará en una antorcha a la que será la sede de las justas. La ceremonia de partida se lleva a cabo frente a las ruinas del Templo de Hera, construido alrededor del año 600 a.C.ubicado en Olimpia, un lugar arqueológico junto al monte Cronio y el río Alfeo donde se celebraban los Juegos Olímpicos de la antigüedad. Es así como se busca crear un hilo conductor entre las competiciones en Grecia y las modernas.
Este no es, sin embargo, el único elemento que busca enlazar el presente con el pasado de los juegos. Antiguamente, aquellos que querían participar en las competencias debían entrenar durante al menos diez meses para luego viajar a la ciudad de Elis, una polis situada al noroeste del Peloponeso y al oeste de la Arcadia. Allí debían seguir con su entrenamiento y hacer los arreglos necesarios para su participación en los juegos en Olimpia.
Resulta que en el siglo IX a.C., tres reyes, Licurgo de Esparta, Ifito de Élide y Cleóstenes de Pisa, suscribieron un tratado cuando se aproximaba la fecha de apertura de los Juegos. En este se proclamaba una tregua sagrada, en la cual la ciudad de Olimpia adquiría el estatus de territorio o zona neutral, permitiendo que los representantes y espectadores de las ciudades que se encontraran en guerra pudieran viajar seguros y participar del evento. E incluso, eventualmente, podían tener lugar negociaciones de paz.
Los espondoforos unos heraldos o mensajeros sacros ciudadanos de Elis, coronados con ramas de olivo y sosteniendo un bastón que los identificaba como tal, recorrieron todas las ciudades griegas para dar la buena nueva y declarar la interrupción de las hostilidades. Al principio ese ritual duraba un mes, pero progresivamente -a partir del siglo V a.C.- fue prolongándose hasta los tres meses, contados a partir de la fecha de partida de los espondoforos.
Ruinas de la ciudad de Elis.
En la región de Ilia no se toleraba ningún acto hostil ni la entrada de persona armada y toda violación de la tregua se consideraba una afrenta al propio Zeus, a quien estaba consagrado el acontecimiento deportivo. A eso se le denominó como la tregua olímpica o Ekecheiria en griego.
En la historia de los Juegos Olímpicos Modernos, cuya primera cita fue en Atenas en 1886, solo en tres oportunidades se tomó la decisión de cancelarlos: la primera, en 1916 con sede en Berlín debido a la I Guerra Mundial. Después, en 1940, en Tokio, por la II Guerra Mundial y no se reanudaron sino hasta 1948 en Londres. El aplazamiento que tuvo lugar en 2020 es también un hecho inédito en la historia del certamen.
Sin embargo, en 1991, a raíz de las Guerras Yugoslavas y las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el Comité Olímpico Internacional (COI) empezó a estudiar la posibilidad de restaurar la tregua olímpica. Y el 21 de julio de 1992 instó a todos los Estados a observarla para los Juegos Olímpicos de Barcelona de ese año.
Un año después, en 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas también instó a los Estados miembros a que observaran la tregua olímpica escribiendo en una resolución: “Destaca la idea de la tregua olímpica, de la manera en que se consagró en la antigua Grecia al espíritu de fraternidad y comprensión entre los pueblos, e insta a los Estados miembros a que adopten la iniciativa de cumplir la tregua, individual y colectivamente, y de procurar el arreglo pacífico de todos los conflictos internacionales, de conformidad con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas”.
Desde entonces, con la colaboración de los comités olímpicos nacionales, han surgido varias iniciativas destinadas a alentar el entendimiento y la paz a través del deporte en ciertas regiones del mundo. Y en julio de 2000, el Comité Olímpico Internacional y el Gobierno griego establecieron el Centro Internacional para la Tregua Olímpica, que tiene por objetivo promover la observancia de esta.
Símbolo moderno de la Tregua Olímpica
En una asamblea de 1998 en las Naciones Unidas también se pronunciarían estas palabras: “hoy en día, la tregua olímpica es expresión del deseo de los hombres de edificar un mundo basado en las reglas de la competición leal, la humanidad, la reconciliación y la tolerancia. Por otra parte, la tregua olímpica es un hilo que enlaza esta sabia tradición antigua con el más imperioso objetivo del mundo contemporáneo: mantener la paz internacional y promover el diálogo, la cooperación y el entendimiento entre las distintas culturas.
Los Juegos Olímpicos, ya sea durante o después de su celebración, deberían servir para entablar ese diálogo y buscar soluciones duraderas para restablecer la paz en todas las zonas afectadas por conflictos, cuyas primeras víctimas son siempre los niños, las mujeres y los ancianos. Quizá tal objetivo parezca todavía quimérico, pero si la tregua olímpica puede aplacar esos conflictos, aunque sólo sea brevemente, servirá para transmitir un poderoso mensaje de esperanza a la comunidad internacional”.
Hoy, su emblema es una paloma que lleva en el pico una rama de olivo o “kotinos”, como aquella que armaba la corona de los espondoforos. Así se busca mantener lo que se considera el objetivo del Olimpismo: poner siempre el deporte al servicio del desarrollo armónico del ser humano, con el fin de favorecer el establecimiento de una sociedad pacífica y comprometida con el mantenimiento de la dignidad humana.