Música, industria y pandemia: ecos de una crisis
La pandemia no es solo un problema de salud, también es un fenómeno cultural de enormes proporciones. Con el quiebre de la cotidianidad, más que pronósticos sobre el futuro, se revela con mayor claridad un presente mundial y nacional. El COVID-19 se suma de forma contundente e inmediata a la persistencia de riesgos: el cambio climático, la energía nuclear, la crisis financiera, la guerra, la inmigración y la reactiva xenofobia. Pero como señalaba el sociólogo Ulrich Beck, el problema no es tanto esta persistencia de los riesgos, sino la diversidad de percepciones de estos según los países y sus intereses.
Es claro que eso que llamamos “cultura” cubre todo el abanico humano, como escribió el periodista Antonio Caballero para la revista Arcadia. Y solo una pequeña parte de esa multiplicidad cabe o es visible en las formas rentables de esta, aunque sea hoy lo que más resuena en el mundo. Pero hay una realidad, la música independiente, que se nutre de la ahora quebrantada cotidianidad, de los conciertos y los encuentros, está pasando un momento difícil. El punto más álgido de la música, su mejor forma, la de la comunidad que entreteje, está recibiendo golpes profundos cada día de cuarentena. Lo construido se puede desmoronar y es necesario interpretar el panorama.
La llamada Economía Naranja abarca la industria del ocio, la de los contenidos y medios, los derechos de autor y las denominadas industrias culturales. El objetivo del Gobierno es que esta represente un 6 % del Producto Interno Bruto para el 2022, es decir duplicar su incidencia.
“Esas áreas que conforman la Economía Naranja, en un país como Colombia, cuando las miramos en el producto interno bruto, pueden representar casi el 1.8 % del PIB directamente o el 3.5 % del PIB cuando sumamos toda la cadena. Solamente para hacerse una idea, sectores importantísimos y tradicionales en Colombia, como el café, son el 0.8 % del PIB. O la minería el 2 %”. Estas palabras hacen parte del discurso que el Presidente Iván Duque dio durante la instalación del Encuentro Digital y de Economía Naranja Colombia 4.0 a finales del año pasado.
La Economía Naranja fue una de las propuestas bandera durante la campaña del hoy mandatario, una que parece a media asta por cuenta de la pandemia del COVID-19. Cuando el virus llegó al país y empezó el confinamiento, el Gobierno destinó recursos para apoyar, además de la salud, a los sectores de la economía más golpeados; pero teatros, cines, librerías, entre otras empresas que entrarían dentro de aquella bandera, no estuvieron presentes en esa primera respuesta.
Como lo explicó la Revista Dinero, en un principio, varias de estas empresas tuvieron que acudir al crowdfunding y a la solidaridad de sus clientes. Hubo endeudamientos, como sucedió con el Teatro Petra, que pidió un préstamo por $215 millones del que le fueron aprobados solo $50 millones para mantener su nómina sin despidos. Un espacio para el cine independiente como Tonalá se volcó a los domicilios de comida, además de armar un banco de ideas con sus clientes que les permitiera encontrar una manera de sobrevivir. Según la directora de Proimágenes, Claudia Triana, la recuperación del sector audiovisual tomará entre uno y dos años. Las librerías, las que pudieron y tenían la plataforma montada, también llevaron libros a domicilio, manteniendo a su vez una actividad continua en redes con el fin de mantenerse vigentes. Hubo también una iniciativa desde la Cámara Colombiana del Libro con la campaña “Adopta una librería”, que buscó ayudar a 47 espacios clásicos del país que estaban en riesgo de desaparecer.
La música en cuarentena
Apenas llevábamos algunos días de confinamiento, cuando los artistas empezaron a dar conciertos en las redes sociales; desde bandas emergentes hasta aquel evento vía streaming en el marco de la campaña “Colombia Cuida a Colombia” que reunió a artistas del mainstream como Juanes, Shakira, J Balvin, Bomba Estéreo, Carlos Vives, Chocquibtown, entre otros. En buena medida se trató de un gesto de solidaridad y acompañamiento ante la extraña situación que empezábamos a vivir, aunque también fue una reacción frente a la incertidumbre que se cernía sobre la industria musical y el regreso a los escenarios.
Precisamente para Catalina Ceballos, directora de la Maestría en Gestión de la Cultura de la Universidad EAN, se trató de eso, de una reacción: “No hay una acción en concreto esperando algún resultado, sino que como toda reacción no tiene límites, no tiene unos objetivos específicos”.
Rápidamente surgió el interrogante sobre la sostenibilidad de los artistas y de la cadena de producción de la música, no solo por una cuarentena que se iba extendiendo, sino frente a unos anuncios que advertían que eventos, como los conciertos, tendrían que esperar mucho más: “no vamos a volver a los estadios después del 27 (de abril), no vamos a volver a aglomeraciones, a eventos. Vamos a seguir manteniendo restricciones en bares, discotecas y otros espacios (...). El virus va a estar presente un año o más en los escenarios moderados y hasta 18 meses en los escenarios más crudos”, diría el presidente Iván Duque a mediados del mes de abril.
Según el Fondo Económico Mundial (FEM), una fundación sin ánimo de lucro con sede en Ginebra que reúne desde 1991 a líderes empresariales, líderes políticos, periodistas e intelectuales con el fin de analizar las problemáticas actuales, la industria musical mundial tiene un valor de más de 50 mil millones de dólares. Sus principales fuentes de ingreso son dos: la música en vivo, que representa algo más del 50 %, y la música grabada, que combina los ingresos por streaming, descargas digitales, ventas físicas e ingresos por sincronización, es decir licencias de música para películas, juegos, televisión y publicidad.
La parálisis de la música en vivo
El golpe fue a nivel mundial. En cuestión de semanas, la industria de conciertos prácticamente se paralizó. Como narró Pitchfork en su momento, los dos promotores de shows de música en vivo más grandes del mundo, Live Nation y AEG, pospusieron giras, al tiempo que muchos festivales de música fueron cancelados o aplazados. Aquí vivimos lo propio con el Festival Estéreo Picnic y con la transformación anunciada de los Festivales al Parque, solo por citar dos ejemplos.
Al aterrizar estas cifras a nivel nacional puede haber variaciones. Infortunadamente hay ciertos vacíos en la información que impiden una entera precisión sobre el consumo de música en vivo, sobre todo aquella que va más allá de los grandes escenarios. Pero según la última encuesta del DANE sobre Consumo Cultural, realizada en 2017 y publicada en 2018, los eventos culturales de preferencia para los colombianos son los conciertos, recitales y presentaciones de música en espacios abiertos o cerrados y en vivo. Más del 30 % de los encuestados afirmaron haber ido a alguno. Aún así, según el mismo DANE y la Cuenta Satélite de Cultura y Economía Naranja, el valor agregado de los espectáculos de música en vivo en el país ha sido volátil y difícil de pronosticar en los últimos años.
Esto no quita que sea el principal ingreso para los artistas y que mueva además una cadena de valor importante. Y es muy probable que esta volatilidad se refiera sobre todo a los medianos y grandes conciertos, pero que se le escapa el consumo cotidiano, el de cada fin de semana, que se da en varios establecimientos de las diferentes ciudades del país. Para Catalina Ceballos, “el DANE solo está teniendo en cuenta las actividades económicas que estén relacionadas con la población que tienen censada [...] y uno de los grandes problemas en este momento es justamente el censo de esa población”. Ceballos considera que el primer reto es terminar un gran censo donde se incluya tanto a los grandes empresarios como a los independientes.
Aunque es claro que el frenón y la afectación de la música en vivo es general, para grandes y pequeños empresarios, es en los circuitos de música independiente donde queremos poner la lupa. En una entrevista realizada el pasado 19 de mayo a Felipe Buitrago, el Viceministro para la Creatividad y la Economía Naranja, señaló: “El sector de la música está particularmente afectado porque muchas de sus actividades, de hecho las que son las más importantes para la remuneración de los artistas, son en espacio público, son en aglomeraciones. Particularmente en los territorios, o en algunas partes de nuestras principales ciudades, son los conciertos y las serenatas. En ese orden de ideas fue uno de los primeros sectores en cerrar y seguramente de los últimos en abrir”.
Acciones del Ministerio de Cultura
Al momento de la entrevista, Felipe Buitrago había señalado que a raíz de la crisis se habían habilitado, reorientado o destinado, recursos por más de $260 mil millones para apoyar al sector cultura. Dentro de las acciones frente a la industria musical puntualmente, en entrevista con Radiónica, el Viceministro señaló que una de las primeras medidas tomadas desde el Gobierno Nacional, tuvo como objetivo “la parte de espectáculos públicos, de eventos que son tan importantes para el sector, con la apertura de líneas de crédito con Bancoldex”. Esto, buscando “proteger a estos empresarios con créditos blandos para que puedan permanecer”. Vamos a repasar brevemente algunas de las acciones del Gobierno sobre las que se reflexionará más adelante.
Otras medidas que el Viceministro explicó durante la entrevista, que se pueden encontrar en la página del Ministerio, y que favorecerían al sector de la música están incluídas principalmente en dos decretos: el 561 de 2020 y el 475 de 2020.
El Decreto 561 incluye puntos como:
El Decreto 475 incluye puntos como:
Durante la entrevista, Buitrago señaló que el Programa Nacional de Estímulos, que está distribuido en dos fases, se adaptó a las necesidades impuestas por el coronavirus. Y que también están trabajando en otra convocatoria especial que llevará por nombre “Comparte tu Talento”.
Después de la citada entrevista, la administración Duque expidió dos decretos más: el 697, que destinará $300 mil millones para impulsar proyectos culturales y creativos para el presente año, invitando a que los colombianos, a título personal o en nombre de empresas, donen o inviertan dinero para respaldar el trabajo de artistas y gestores culturales. Aquellos que lo hagan van a recibir beneficios tributarios con una deducción hasta del 165 % en el pago del impuesto de renta.
Y el Decreto 818, que incluye seis medidas de alivios tributarios y económicos para el sector cultural, que inciden en el campo musical:
Lo anterior aplica para eventos que se realicen hasta el 30 de septiembre de 2021, siempre y cuando la venta de boletería y entrega de derechos de asistencia se realice a través de un operador de boletería con autorización vigente otorgada por el Ministerio de Cultura.
El presupuesto
A nivel mundial el sector público está buscando la manera de responder a la coyuntura. El FEM explica que los gobiernos de varios países han desarrollado paquetes de ayuda para las industrias y los trabajadores de la cultura afectados por la crisis, que en conjunto ascienden a billones de dólares en gastos, donaciones y préstamos; como en el caso colombiano, no son específicos de la industria de la música.
En la conversación con el Viceministro Buitrago, indagamos sobre los mecanismos que ha usado el gobierno para que las ayudas lleguen a donde deben llegar y sobre la incidencia de estas en el sector musical. Buitrago explicó que con el apoyo de los departamentos y los municipios lograron sacar una base de datos que les ha permitido identificar quién no ha tenido ningún tipo de protección, aunque reconoció las dificultades del sector musical y cultural en general: “El sector tiene, desafortunadamente, altos índices de informalidad. Estábamos en los procesos de formalización, que estaban en pleno proceso de implementación, y en esa medida hay muchas bases de datos que no existían”.
Al respecto, Catalina Ceballos señala que, desde el Ministerio “el presupuesto y los cambios que se están haciendo son de carácter organizativo, de redistribución de los recursos”, pero que realmente “no tiene un presupuesto interesante para asumir un riesgo de estos, o incluso soportar y cohesionar un sector que desde siempre ha sido muy pobre y que hasta ahorita es que venimos a ver todo lo que el Estado debe hacer para responder a las necesidades que se están viendo”.
Como señaló la Revista Dinero, para el año 2020, los sectores con las mayores asignaciones fueron educación ($43,1 billones), defensa y policía ($35,8 billones), salud y protección social ($31,88 billones) y trabajo ($31,86 billones). Mientras que los sectores con menor presupuesto fueron inteligencia ($103.000 millones), ciencia, tecnología e innovación ($393.000 millones) y cultura ($395.000 millones). Esto no significa que no haya habido un ligero aumento en el presupuesto para la cultura, pero evidencia los limitantes presupuestales para reaccionar a la crisis.
Con relación a lo anterior Buitrago mencionó: “Sabemos que los recursos nunca serán suficientes y por eso seguimos trabajando de la mano de los entes territoriales que son, en últimas, los responsables de la ejecución de la política para poder apoyarlos y llegar de la mejor manera a las necesidades del sector [...] Sin embargo, es importante entender que al final del día este es un tema de corresponsabilidad y todos tendremos que poner de nuestra parte para poder salir adelante”.
La adaptación de los artistas
Es claro que la industria musical, por la pandemia, está luchando por encontrar nuevas formas de monetizar el consumo de música, como también es evidente que la crisis está acelerando tendencias subyacentes en el sector como la importancia del streaming, de lo cual se hablará más adelante.
A nivel mundial han sido varios los caminos frente a la prohibición de la música en vivo que, recordemos, según el FEM representa poco más del 50 % de ingresos para los artistas. Esto ha hecho que los proyectos musicales alrededor del planeta se dirijan directamente a los fanáticos desde sus propios hogares, utilizando servicios como Twitch -streaming de video en vivo propiedad de Amazon-, Instagram TV, Facebook, Youtube, entre otros.
Esto no es nuevo, pero la pandemia ha ampliado la audiencia disponible. Incluso algunos sellos discográficos han buscado la manera de darle los equipos para las transmisiones en vivo a los artistas. Al mismo tiempo varias plataformas han habilitado nuevos métodos de monetización, que incluyen membresías a canales de artistas que permiten acceso temprano o exclusivo al contenido, conciertos o reuniones virtuales pagadas.
Vivendi, un grupo francés con presencia en los mercados de telecomunicaciones y entretenimiento, siendo un actor principal en la industria discográfica, cinematográfica y televisiva a escala mundial, desarrolló una plataforma para que los artistas actúen, interactúen y compartan contenido; la plataforma no da ingresos en sí, pero indirectamente los artistas se benefician de las regalías y patrocinios. O Verizon, que está trabajando con socios como Live Nation Entertainment para organizar eventos virtuales y series de videos. Facebook ha anunciado que hará cambios radicales en su plataforma “Facebook Live” para incluir planes que permitan a los artistas cobrar por la entrada a las transmisiones en vivo de conciertos. Hasta el momento de este reportaje, la compañía no había dado detalles de cómo funcionará el sistema de pago o cuándo entrará en vigencia.
Para el FEM, estas dinámicas pueden resultar funcionales tanto para artistas con grandes disqueras como para músicos independientes, logrando que estos se involucren con los seguidores de manera directa y hasta logren conexiones fuertes a largo plazo con el público, útiles cuando los espacios de conciertos vuelvan abrir.
En las mediciones nacionales sobre acceso a internet en el mes de marzo, como constató para el periódico El Tiempo el psicólogo e investigador en temas de cultura y comunicación, y Defensor del oyente de la Subgerencia de Radio de RTVC, Germán Rey, hubo un incremento del 37 % que se orienta especialmente hacia el entretenimiento, la información y el encuentro. Aquí la música “ha mostrado una gran flexibilidad y lo audiovisual, una condición de adaptación originaria”, explica el académico, quien además suma que “la mayoría de experiencias han sido gratuitas, lo que se opone al afán obsesivo y monetizador de la cultura, que algunos ven como un salvavidas de ilusión”.
El problema es que los conciertos hacen parte del entretenimiento que, como bien explica Catalina Ceballos, tiene intrínseca “una transacción donde hay una oferta y una demanda a satisfacción de las dos o más partes”. El entretenimiento es una pequeña parte de la cultura, que es la gran sombrilla, y si bien a la Economía Naranja se le ha criticado esa clara tendencia a la cultura del mercado -un debate que puso sobre la mesa la Revista Arcadia en su edición número 161-, en este caso particular la gratuidad puede ser un problema para el bolsillo de los artistas y de toda una cadena de valor.
Esa búsqueda de visibilidad en redes, es lo que Diego Maldonado, gerente en Colombia de la plataforma de distribución ONErpm, denomina la economía de la atención: “En la medida en que usted la gana, valora sus activos, su imagen, música, videos, y monetiza”. Sin embargo, para él, tecnológicamente hablando y en términos de negociaciones entre plataformas y grandes tenedores de derechos, “hay demasiados puntos ciegos para que efectivamente pueda haber una retribución justa y exacta”.
Para Catalina Ceballos no solo la gratuidad es el problema: “Creo que nos están poniendo toques por streaming, estamos viendo a la gente cantar por un celular y solamente los que tienen una buena producción están logrando que el contenido llegue como es; pero lo que es muy casero no está llegando con un buen sonido y eso me parece que, lo que hace, es confirmar la precariedad del sector”.
En esta misma línea, Maldonado explica que en términos generales “No nos hemos adaptado lo suficientemente rápido, entonces es una manera muy forzada adentrarnos en el livestreaming”. Y al no lograr traducir la experiencia en vivo existe un riesgo muy alto de desvirtuar y desvalorar el arte mismo por el afán de hacer algo: “Todavía estamos entendiendo cuál es el rol de los lives en el conjunto completo de los contenidos de los artistas”, explica Maldonado.
La otra discusión se dio cuando, el pasado 27 de mayo, Sayco publicó su Manual de Tarifas para Eventos Virtuales que buscaba recaudar fondos por las obras musicales que se usen en diversas plataformas. El documento distingue cuatro categorías para las canciones que suenen durante eventos en vivo: Imprescindible, con un costo del 10 %, Necesaria, 8,8 %, Ambiental, 5 %, e Incidental 1,3 %. Este recaudo tendría lugar en una plataforma diferente a la que avale la Organización Iberoamericana de Derecho de Autor (LatinAutor), donde están Facebook, Instagram o YouTube. Los empresarios reaccionaron argumentando que un concierto virtual nunca será tan rentable como uno presencial, por lo que dichos porcentajes harían insostenible cualquier evento. El debate continúa.
Reflexiones sobre las medidas
Mientras los artistas lidian con esta situación, surge la pregunta sobre la capacidad de resistencia del andamiaje con el que cuenta la música independiente. Pues en esa mitad, que en este momento está prácticamente en ceros y que juega un papel muy importante a la hora de dinamizar la música independiente, están los venues, los bares, discotecas con auditorios o los festivales públicos y privados.
Varios de los puntos mencionados en los decretos 561 y 475, buscan identificar puntos críticos y brindar ayudas humanitarias a artistas y gestores. Más curación que prevención. Fuera de esto, están las medidas como los créditos blandos de Bancoldex, los manejos de los fondos de la Ley de Espectáculos Públicos o los estímulos.
Hay que decir que muchos de los venues o promotores consultados para este reportaje, de entrada, no han buscado apoyo en el Gobierno, ya sea porque no ven una salida en el endeudamiento o porque no creen que realmente estos beneficios les lleguen. Frente a esto último, hay quienes no han tenido una experiencia positiva. Un par de ejemplos:
Municipal es un venue de la ciudad de Bucaramanga que tiene poco más de dos años. Se concentra en artistas independientes y emergentes, con una curaduría que va desde lo más popular hasta música de vanguardia o experimental. Suman más de 500 eventos y cerca de mil actos en tarima. Doménico Di Marco, cofundador del lugar, intentó acceder a uno de los créditos de Bancoldex: “Nosotros tratamos de entrar y no pudimos porque terminan poniendo mil requisitos para asignar los créditos. Las empresas de nuestro orden difícilmente cumplen con lo que piden los bancos […] Yo siento que, si el gobierno va a hacer ese estilo de propuestas de crédito o de financiación, estaría bueno que revisara la realidad de las personas a las que les está prestando”.
Árbol Naranja es un proyecto de Bogotá creado para el desarrollo artístico, que cuenta con una agencia creativa, un estudio de grabación, alquiler de backline, equipo de producción, salas de ensayo (acaban de cerrar una de sus sedes) y una agencia de manejo y booking. Como cuenta Nicolás Romero, la experiencia con el sector bancario no ha dado un apoyo efectivo para brindar una solución: “Los trámites son largos y dispendiosos; la comunicación ha sido confusa; y no se nota un interés por brindar una ayuda. Han habilitado algunos beneficios dictados por el Gobierno, pero muchos otros auxilios y salvavidas se nos han sido negados”. Para Romero, en la evaluación crediticia y de riesgo, no están teniendo en cuenta la coyuntura, lo cual se traduce en alivios transitorios que no van a solucionar los problemas estructurales de las empresas ni el aumento en el desempleo de la industria. “En cuanto a Bancoldex, han demostrado un interés para ayudar a negociar mejores condiciones en los bancos, pero estos esfuerzos han sido en vano por la apatía del sector bancario”.
Una experiencia similar narra Mauricio Cherkes, productor de eventos barranquillero: “Los préstamos o facilidades que nos da el Gobierno se quedan en buenas intenciones, porque en el momento en que vamos a un banco a solicitar un préstamo, la respuesta a esa solicitud es ‘bueno está bien, pero usted cómo va a responder si no tiene trabajo’; hasta ahí llegan las ganas de seguir adelante”.
Aunque estas voces no tengan un peso estadístico per se, sí dan un indicio que invita a revisar quiénes realmente pueden acceder a estas ayudas. Algo extensible a otras medidas del Gobierno.
Desde que se implementó la Ley de Espectáculos Públicos en 2012, fueron varios los impuestos que se quitaron, buscando hacer competitivo al sector de las artes escénicas en Colombia, que incluye conciertos. Además, la ley indica que parte del dinero recaudado en espectáculos, manejado por el Ministerio de Cultura, luego se gire en los municipios o ciudades para que se invierta en construcción, adecuación, mejora y dotación de los escenarios. En los primeros seis años se beneficiaron 126 escenarios de las artes escénicas, hubo más de 2600 productores registrados, 22 operadores de boletería autorizados y, entre 2017 y 2018, se llegó a cerca de 13.000 eventos registrados en el Portal Único de Espectáculos Públicos de las Artes Escénicas (PULEP).
Dentro de esta coyuntura, y con la posibilidad de darle otro manejo a estos recursos, hay algunas instituciones culturales que han buscado reaccionar frente a la crisis. Por ejemplo, a mediados de abril, Nicolás Montero Domínguez, Secretario de Cultura, Recreación y Deportes (SCRD) y Catalina Valencia, directora del IDARTES, tomaron recursos de la Ley de Espectáculo Público para usarlos en cuatro direcciones: creación, producción, distribución y formación artística. Aquí cabe hacer referencia a la entrevista con Buitrago en la que señala que los entes territoriales son, en últimas, los responsables de la ejecución de la política pública.
Sin embargo, en Colombia, según cifras de la Cámara de Comercio de Bogotá, pese al aumento en el número de productores de eventos, el recaudo de los espectáculos se encuentra altamente condensado: el 10 % de los productores concentra el 77 % del recaudo, manifestándose también un centralismo. Y aunque la dominancia de Bogotá pasó del 81 % en 2012 a 65 % para el 2018, la segunda ciudad con la mayor concentración del recaudo es Medellín -13 % del total- y la tercera es Chía -9 % del recaudo-, algo que tiene que ver con su cercanía a la capital y los temas de regulación para la realización de espectáculos o con la posibilidad de espacios para acoger eventos masivos.
Estas cifras solo tienen en cuenta eventos con boletería superior a 3 Unidades de Valor Tributario (UVT), que para el 2020 quedó fijado en $35.607 y para 2018 -año al que hace referencia el estudio- estaba en $33.156. La dinámica de la música independiente, cuya boletería muchas veces está por debajo de este valor -lo cual también la exceptúa de una serie de pagos- hace que no haya mucho registro. Sin embargo, esto nos da una idea de cómo circula la música y la participación en este mercado a nivel nacional.
Un interrogante similar plantea en un texto para el periódico El Tiempo Gonzalo Castellanos, escritor, productor audiovisual y gestor de políticas y proyectos sociales y culturales en Latinoamérica, quien considera que el llamado a la inversión en el sector cultural mediante la deducción de impuestos -el mencionado Decreto 697- puede concretar alianzas público-privadas, pero “la tarea inaplazable de Gobierno y comunidad cultural está en conseguir que el mecanismo no se concentre en Bogotá o las cuatro ciudades más grandes, sino que en efecto, se irrigue al grueso de necesidades de infraestructura y acciones artísticas en los territorios más lejanos”.
Por lo pronto queda esperar que las becas, tanto las del Ministerio de Cultura enfocadas en el sector musical, como las del capítulo de Economía Naranja que incluyen artes escénicas y espectáculos e industria fonográfica, logren dar resultados. Al respecto el Viceministro Buitrago afirmó que “Por las restricciones que vivimos a nivel mundial en términos de circulación, priorizamos en esta primera fase los estímulos en investigación, creación y emprendimiento. De igual manera, adelantamos las fechas de cierre para agilizar la entrega de los recursos a los ganadores".
La resistencia de los venues
En la entrevista con Buitrago, al hablar del sector musical, el Viceministro señalaba lo siguiente: “Era un sector que teníamos y que encontrábamos creciendo muy bien. Precisamente muchas de nuestra medidas de Gobierno estaban organizándolo fuertemente, logrando que el turismo de espectáculos estuviera creciendo, que la ley de recaudo de Espectáculos Públicos estuviera logrando cifras récord con la asistencia a espacios como el Movistar Arena o la demanda en diferentes auditorios. Obviamente la pandemia nos puso un freno en seco en esa buena dinámica”.
El problema es que la música independiente no entra en estas dinámicas y se enfrentan a un momento aún más difícil por cuenta del cierre de los venues. Buscando indagar en el tema hicimos un sondeo con varios lugares de música en vivo de las principales ciudades del país -Bogotá, Cali, Bucaramanga, Pasto, Medellín, Barranquilla-. El aporte cultural de las salas de música es vital para las bandas, para la cadena de valor y para la cultura en general: agrupaciones como Bomba Estéreo o Chocquibtown, presentes en la campaña masiva Colombia Cuida a Colombia, hicieron sus primero pinitos en pequeños venues.
Difícilmente los artistas y los mismos venues encontrarán una manera de reemplazar los ingresos que tenían fuera de cuarentena por cuenta de los shows en vivo. La pregunta entonces es si los lugares podrán resistir a la tempestad para, eventualmente, poder volver a operar.
El 4 de junio, el Gobierno expidió el Decreto 797. José Manuel Restrepo, Ministro de Comercio Industria y Turismo, al exponerlo en el programa de televisión “Prevención y Acción” explicó que los bares, discotecas y gimnasios, podrán terminar contratos unilateralmente de manera temporal, insistiendo en la necesidad de que arrendadores y arrendatarios lleguen a acuerdos, con una penalidad máxima que sea la tercera parte de lo originalmente pactado.
Asobares, en un comunicado, aunque reconoce que hay varias propuestas que han sido tenidas en cuenta por el Ministerio, argumentó que esta medida no plantea ninguna solución para el periodo que va del 15 de marzo al 31 de mayo. También señaló que el solo mencionar el tema de la penalidad ya interviene en la negociación de las partes, incluso si ya se habían alcanzado otros acuerdos; y que la entrega del local solo aplica para quienes hayan pagado meses en los que los establecimientos no funcionaron. Tampoco encontraron que se promoviera incentivos para lograr acuerdos entre arrendadores y arrendatarios. El tema sigue en negociación.
Carlos Caballero, socio de el bar El Fabuloso, explicó para un artículo del portal Shock que “el 95 % de los establecimientos de bares y restaurantes son locales en arriendo”. No hay cifras oficiales frente a la situación de los venues de la música independiente, pero el sondeo realizado por Radiónica arroja luces de que lo señalado por Caballero se puede extrapolar: uno de los grandes problemas de los venues en Colombia es que son pocos los propietarios de los lugares. Es decir que su supervivencia depende de los diálogos que cada uno tenga con los arrendatarios, lo cual marca un alto grado de incertidumbre. Hay que aclarar que no todos los lugares de música en vivo están agremiados con Asobares.
Por lo pronto, numerosos venues han creado algunas iniciativas que, si bien no suplen los ingresos, buscan resistir a la crisis o transformar el negocio:
- El Chamán en Bogotá ha vendido viche, camisetas y tapabocas de diseños exclusivos de Laura García, apoyados por Saeta Sports.
- Lugares como Municipal en Bucaramanga, Marino Submarino en Bogotá o Rey Lagarto en Pasto, están prestando servicios a domicilio de comida o alcohol.
- El contrabajista Santiago Botero organizó una maratón de conciertos en redes sociales pro Matik-Matik, uno de los epicentros de la música alternativa en Bogotá. Con esta abrió el espacio para donaciones que van directamente al sitio.
- El Club Líbido en Medellín hizo su primer festival online, llamado Transmission Fest. Además han hecho rifas mensuales que incluyen material discográfico de bandas locales y nacionales, ropa, licores y demás.
- Boogaloop, en Bogotá, creó Boogaloop TeVe, una plataforma musical y cultural, para coworking, conferencias especializadas, ruedas de negocio, entrevistas, entre otras actividades.
- Kaputt, también de Bogotá, lanzó Kaputt.WAV, un sello discográfico para poner lo mejor de la música que suena en el club en plataformas digitales con la mayor calidad de grabación -proyecto que viene desde 2019, pero adelantaron su lanzamiento para mantenerse vigentes-.
Música y radio
Hace varios días, el Ministerio de Cultura publicó una carta abierta firmada por la Ministra Carmen Inés Vásquez, haciendo un llamado a la radio -a la que calificó como el medio más importante del país- para que ayude a dinamizar la economía musical, instando a cadenas radiales comerciales, públicas, comunitarias y virtuales, para que “incluyan en sus parrillas de programación a músicos y producciones musicales colombianas como una estrategia para que autores, compositores, arreglistas, productores, entre otros agentes que dinamizan la cadena de valor de la música, aumenten sus posibilidades de ingreso, vía incremento de las regalías generadas por la radiodifusión de sus obras e interpretaciones musicales”.
En Colombia hay alrededor de 1.596 emisoras. La radio sigue siendo la principal fuente de información y entretenimiento para el 55 % de los colombianos. Según el Estudio General de Medios (EGM), citado por el periódico La República, en los últimos cinco años, la señal FM ha tenido un ligero aumento de consumo del 4,8 %, contando con 11 millones de oyentes; y la AM ha bajado un 12 %, con alrededor de tres millones de oyentes. En otra encuesta hecha por Datexco durante la Cuarentena, el 61.1 % de las personas manifestó escuchar radio entre 1 y 3 horas al día, y el 38.9 % lo hace entre 3 y 4 horas diarias. El 96 % indicó que la radio es el medio de comunicación que les permite estar más informados sobre la actualidad del país.
La radio sigue siendo un medio relevante en Colombia, pero ¿qué tantos ingresos tienen los artistas independientes por sonar en radio?
Dora Brausin, subgerente de Radio en RTVC Sistema de Medios Públicos de Colombia, considera que “es una ventana natural de exhibición del talento musical, desde allí se construye un diálogo que apunta a dos direcciones: reconocimiento y disfrute, las cuales dinamizan el mercado”. Por eso considera necesario un compromiso por la transparencia en los procesos de circulación para las nuevas músicas pues, al promoverla, habrá una mayor conexión con audiencias y usuarios: “Radio Nacional y Radiónica trabajan todos los días para ser ventana donde transitan en diálogo compositores, intérpretes, músicos, productores y festivales. En la actualidad estamos ampliando la oferta de contenidos musicales desde nuestras emisoras descentralizadas y desarrollando herramientas digitales para que cada día tengamos mayor cercanía con nuestros talentos”.
Álvaro González Villamarín, director de Radiónica, explica que el llamado del Ministerio de Cultura “debe tomarse como lo que es, una recomendación”. Una que nos invita a reflexionar sobre las nuevas generaciones de artistas colombianos porque, si bien existen músicos ya consolidados, que suenan en las emisoras, el gran problema es que hay “una nueva generación de artistas, sea cual sea su género, que podríamos perder y es básicamente la generación de relevo”, una que no tiene circuito y que no tiene representación en diferentes medios. Aún así, considera que se deben respetar las líneas editoriales de las emisoras, pues independientemente de sus enfoques tienen un papel muy importante alrededor de la inspiración de lo que significa la música en nuestra sociedad.
Diego Maldonado, gerente para Colombia de ONErpm, considera que “es una salida muy miope”, y explica que, más allá de que el llamado lo haga la Ministra, no hay una motivación para los programadores: “Esto tiene que ver más con cuál es la percepción y valoración que se tiene del ejercicio y de la práctica de la música en Colombia”. Para Maldonado una transformación en este sentido requiere de un cambio de paradigma.
Tampoco es una solución para Alejandro Marín, director de La X y La 92: “Y en particular habría que responder formulándose otra pregunta, ¿una solución a qué? Porque mejorar las finanzas del artista, en esta o en cualquier ocasión, creo que nunca ha dependido de la radio”.
Marín también argumenta que la radio comercial puede ser un vehículo de mercadeo gratuito para los artistas, pero que ésta no tiene una ganancia directa de la sonada de estos y debe hacer su dinero de la publicidad: “Si a mí me tocan ese esquema para satisfacer la necesidad de un artista para un cobro de un recaudo a través de licencia plana pero el público al que le estoy comunicando no oye, ¿quién repone esa pérdida? ¿Cómo pago nóminas, servicios, impuestos si aislo a una audiencia que no necesariamente está llegando a mi emisora a oír música nacional porque la encuentra en otro lado? [...] La sonada en radio no se puede plantear como una solución a un hueco financiero que es mucho más difícil de llenar”. Frente a esa calidad a la que hace alusión el Ministerio en el comunicado, Marín se pregunta: "¿Con qué criterio dice el Ministerio que hay unas canciones de buena calidad y otras no? [...] ¿Qué pasa con los que se quedan por fuera? ¿Cómo le resuelve uno al artista que no está en el listado de los de alta calidad? Es un asunto muy complejo”.
Hay que entender la diferencia entre radio comercial y radio pública. Si la segunda tiene unos fondos que vienen de los contribuyentes que deben ser invertidos bajo una misión constitucional, la primera es una empresa privada que funciona con un modelo de negocio alrededor de la publicidad. Pero independientemente de esto, el Vicepresidente del Consejo Directivo de Sayco, Rafael Manjarrez, afirma que difícilmente el compositor nacional encontrará un alivio en este sentido: “Calculo que la radio está en un 5 % o 6 % máximo del producido de lo que puede recibir un autor colombiano de todo el uso de su obra. Y el 80 % de lo que suena en Colombia es extranjero”.
Música física y digital
Hay un cambio radical en los hábitos de consumo musical por el negocio del streaming. Spotify, AppleMusic, Amazon y YouTube están en una guerra de gigantes por quedarse con los usuarios que antes tenían las ventas de discos. Y por supuesto hay una empresa china llamada Bytedance que empieza a meterse en el mercado occidental ofreciendo a los artistas miles de millones de usuarios asiáticos.
La Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI), una organización que representa los intereses de la industria de la grabación en el mundo, señala que en los últimos veinte años los formatos físicos pasaron de representar prácticamente la totalidad de los ingresos a abarcar apenas la cuarta parte. Y desde el 2014 hasta el 2018 la música digital pasó de representar una porción insignificante en la industria en cuestión a cubrir el 60 % del total de los ingresos dentro de la música grabada. Incluso ha afectado la manera de hacer música pues, según Chartmetric, una plataforma que ayuda a los profesionales del entretenimiento a tomar decisiones musicales a nivel comercial, las canciones son cada vez más cortas y ágiles con el objetivo de aumentar el número de reproducciones individuales.
El efecto del COVID-19 en el streaming ha sido diferente en el mundo. La misma Chartmetric, reconociendo un sesgo hacia el consumo nortemaricano y europeo, explica que en Spotify ha habido un aumento en el consumo de música clásica, ambiental y para niños. Otros géneros como el pop, el country o la electrónica parecen mantenerse; mientras que la música latina, el rap y el rock han caído en su consumo. Ahora, en sus conclusiones señalan que no necesariamente se puede responsabilizar a la pandemia.
El FEM dice que con la cuarentena, a nivel mundial, los datos iniciales mostraron una reducción del streaming de entre el 7 y el 9 % en algunos mercados, aunque parece haberse recuperado. Al mismo tiempo, las transmisiones de videos musicales a pedido han aumentado. Las razones están vinculadas a un cambio en los comportamientos: la pandemia ha intensificado el enfoque de las personas en los medios de comunicación -especialmente la televisión-, mientras que hay menos viajes diarios, los gimnasios están cerrados y las telellamadas también le quitan tiempo al streaming.
Hay que sumar a este contexto que, a nivel mundial, la industria de la música también está sujeta a reducciones en el gasto publicitario. Una encuesta realizada por Interactive Advertising Bureau, organización comercial de publicidad que desarrolla estándares de la industria, realiza investigaciones y brinda apoyo legal a la industria de la publicidad en línea principalmente en los Estados Unidos y en Europa, muestra que alrededor de una cuarta parte de los compradores y marcas de medios han detenido toda la publicidad durante el primer semestre de 2020, y otro 46 % ha reducido el gasto. Esto, combinado con una reducción aproximada de un tercio en el gasto en publicidad digital, afectará los canales de música con publicidad y, por lo tanto, los ingresos totales de la industria y los ingresos individuales para los artistas. Spotify anunció que perdió sus objetivos publicitarios del primer trimestre a la luz de los cambios en los presupuestos publicitarios.
Refiriéndose al caso de ONErpm en Colombia, Diego Maldonado afirma que “la caída fue de aproximadamente entre el 30 % y el 40 %” , precisamente por los cambios de hábitos mencionados anteriormente, donde la música por streaming perdió espacio. “Se está recuperando lentamente, la música encuentra la manera de adentrarse en las grietas de la existencia”, sentencia.
En un artículo del portal Shock, se explica un fenómeno similar al mundial, si bien en Deezer o Spotify los listados suelen ser liderados por canciones de reggaetón, durante el confinamiento el consumo de música para la fiesta fue reduciéndose. Diego Burgos, gerente editorial para Latinoamérica de Deezer, explica en dicho texto que el cambio se ha dado en dos vías: la cantidad de streams y el tipo de contenido que se consume: “En la semana que todo lo del Coronavirus explotó hubo un bajón de casi 8 % en el consumo de música porque la gente dejó de ir a sus trabajos o universidades. En casa las plataformas de música empiezan a competir fuerte con otras como Netflix o Youtube”. Además, Burgos explicó que, a medida que corría el confinamiento, la gente fue dejando los artistas más mainstream para consumir proyectos más alternativos, algo que coincidía con la aparición de estos en redes presentando su música.
El otro ingreso, aunque muy reducido, de los artistas es por ventas de discos en físico. Según el FEM, a raíz de la pandemia, las ventas físicas, que representan una cuarta parte de los ingresos de música grabada a nivel mundial, han disminuido en aproximadamente un tercio; lo que no es sorprendente dado el cierre de las tiendas minoristas. También las ventas digitales han caído alrededor del 11 %, aunque iniciativas como las de Bandcamp, que decidió programar varios días exentos del cobro de tarifas por parte de la plataforma con el fin de ayudar a los artistas, alcanzaron buenos números.
Liliana Andrade, de la tienda de discos RPM Records en Bogotá, explica que las ventas se han reducido a la mitad, teniendo en cuenta además que el local no solo dependía del tema de los discos sino también de los eventos que hacían y de otros consumos que se ofrecían. En la Roma Records, también de la capital, decidieron esperar las tres primeras semanas de la cuarentena, perdiendo el 100 % de sus ventas; luego cuando decidieron llevar discos a domicilio, la afectación fue del 80 %, como explica su administrador Rodrigo Duarte.
En Medellín, Álvaro Vélez, de Surco Records, explica que vender discos es complicado incluso en una situación normal, pues es visto como un objeto de lujo, por lo que el panorama ahora es muy complicado. Algo similar explica Hernán Alonso Jiménez Villamil de Barranquilla: “si uno vende un disco a la semana es un milagro. Cosa que no pasaba antes, que se vendía a diario”. Armando Mora, de Discos Centro en Pasto, explica que ya venía muy débil la venta, por lo que mirará qué hacer un mes o dos meses, pero de lo contrario tendrá que cerrar. Dentro del sondeo de Radiónica, solo Pablo Zúñiga, de Café Vinilo en Cali, señaló que el golpe no fue tan duro al ser un negocio que se movía mayoritariamente online.
Muchas de estas tiendas, además de vender discos, se han convertido en lugares de intercambio cultural, de eventos y promoción de artistas que esperan poder retomar.
Cambios y retos
Como bien lo señala el académico Germán Rey, más que una hegemonía virtual lo que existirá en los próximos años será “una necesaria convivencia entre los modos tradicionales de circulación cultural y los nuevos soportes tecnológicos”. En la post pandemia se seguirán redefiniendo estas relaciones. Sin embargo, como lo explica Pitchfork, la pieza que falta es que exista una fuente funcional de ingresos para los artistas cuando ir a una gira real se vuelve más difícil que nunca, con o sin pandemias globales; incluso cuando los músicos puedan tocar en vivo nuevamente, argumentan que sería muy útil una plataforma que permita a los artistas organizar apariciones rentables en streaming.
El panorama post pandémico tampoco se ve fácil, se tendrá que reconstruir la confianza del consumidor de música en vivo. El citado artículo de Pitchfork, explica que sin una vacuna comprobada, menos de la mitad de los consumidores estadounidenses planean ir a conciertos, proyecciones de películas, eventos deportivos y parques de atracciones cuando vuelvan a abrir. Habrá que ver cómo reaccionará el público colombiano, pero mientras tanto es difícil que haya una adaptación tan veloz como lo está exigiendo la pandemia a la hora de suplir ese más de 50 % de ingresos que se están perdiendo.
Es el tiempo que toman las transformaciones. Como explica Diego Maldonado, “la música grabada viene recuperándose de un golpe que sufrió hace 20 años con el nacimiento del MP3, que es el equivalente a lo que está pasando hoy con el en vivo”. Desde la caída del CD se fortaleció toda una cadena de valor alrededor de los conciertos y festivales, donde recayó en buena parte el mercado de la música. “En Colombia vimos también ese florecimiento, con múltiples festivales públicos, privados, venues, festivales regionales, actos internacionales viniendo acá, miles de boletas vendidas, al final había una economía alrededor de eso muy potente”, dice el gerente en Colombia de ONErpm.
Catalina Ceballos, considera que “el líder del sector, que es el Ministerio de Cultura, tiene una tarea enorme, sobre todo cuando decidió que su plan de gobierno se llamaba Economía Naranja”. Hace poco Babelia, el suplemento cultural de El País de España, publicó un artículo donde señalaba que “tampoco vale de mucho sacar pecho sobre la importancia económica de la cultura por su lugar en el PIB, si políticamente continúa relegada una y otra vez en los programas de unos partidos a los que, sin embargo, no deja de jalear en las campañas electorales”.
Por lo pronto el Gobierno colombiano afirma que está “trabajando también en muchas medidas de reactivación que incluye obviamente retomar la apertura del sector, teniendo en cuenta todas las medidas de bioseguridad que sean necesarias”, como explicó el Viceministro Buitrago. Sin embargo, varios sienten que estas ayudas no llegan a la música independiente, que cada día tambalea más.
Resistir hasta la reapertura parece la única opción.
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