La salud mental en jóvenes: desafíos y estrategias de apoyo
Haber nacido en una familia con una amplia diversidad hereditaria de patologías neurológicas y psiquiátricas me había parecido, desde siempre, una desgracia. Con el tiempo entendí que tenía una gran ventaja en comparación con el resto de la población, pues en el panorama familiar siempre había existido una especial atención y seguimiento, en la historia clínica, a estas afecciones.
En ambas líneas de parentesco, había escuchado padecimientos que iban desde alzhéimer, esquizofrenia, depresión, ansiedad, trastornos bipolares y epilepsia. Yo misma tuve que lidiar con este último. Sin embargo, durante y después del confinamiento por la pandemia, he aprendido a confrontar, desde la perspectiva de cuidador y acompañante familiar, a adolescentes diagnosticados con depresión y ansiedad.
Y es que la llegada de la pandemia en el 2020 fue una situación determinante en el incremento de las enfermedades de salud mental.
Según el Dane, la salud mental de la población joven del país se ha hecho aún más relevante después de la pandemia por covid-19. En el 2020 se registraron 1.035 suicidios en personas entre 15 y 29 años; estos casos, representan el 38,1 % del total de suicidios y el 16,3 % de las muertes de jóvenes en estas edades. Con base en datos entregados por esta entidad, se pudo conocer que en Colombia las enfermedades mentales no solo crecieron, sino que se cuadruplicaron en la última década, pues desde el año 2009 pasaron de 405.124 personas 1.500.000 individuos en 2021.
Pero para entender a qué nos referimos con salud mental es importante revisar la definición que nos ofrece la OMS, esto es “un estado de bienestar en el cual cada individuo desarrolla su potencial, puede afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y puede aportar algo a su comunidad”.
El Ministerio de Salud y Protección Social ha comenzado a generar distintas estrategias de prevención teniendo en cuenta que las cifras sobre consultas que han llevado a diagnósticos relacionados con trastornos mentales siguen en aumento en el territorio nacional.
Panorama nacional
Según los reportes del Sistema Integrado de Información de la Protección Social (SISPRO), el Observatorio Nacional de Convivencia y Salud Mental, y el Sistema de Vigilancia en Salud Pública (SIVIGILA), en 2021 se notificaron 29.792 casos de intento suicida, que representan una tasa de incidencia de intento suicida del 58.4 por cada 100.000 habitantes.
En Colombia, la depresión es la segunda causa de carga de enfermedad. El 44,7 % de niñas y niños tienen indicios de algún problema mental y el 2,3 % tiene trastorno por déficit de atención e hiperactividad.
En la adolescencia los trastornos más frecuentes son la ansiedad, fobia social y depresión; la ideación suicida se presenta en el 6,6 % de esta población (7,4 % en mujeres y 5,7 % en hombres). En la adultez, el 6,7 % ha experimentado trastornos afectivos.
La psiquiatra Liliam Juliao nos explica que “para entender la salud mental en menores y no confundirlo con etapas de crecimiento, es fundamental tener cierto conocimiento en el momento de buscar ayuda profesional. Existen muchos momentos en la etapa de crecimiento que corresponden a características que se pueden pensar como sintomatología. Pero, cuando alguna característica en el desarrollo del niño, niña o joven, se desborda y desadapta de su entorno habitual, ahí tenemos que empezar a entender que algo no está funcionando como teníamos establecido que pasara”.
Se ha detectado que condiciones como la alta vulnerabilidad económica, inestabilidad laboral, violencias, falta de acceso a servicios básicos, a vivienda digna y a ingresos decentes, para que las familias puedan garantizarse una alimentación saludable, son aspectos que afectan la salud mental de la población.
Ahora bien, en cuanto a las razones, los factores en el territorio nacional varían. Así, según determinó el informe del Dane, las condiciones que derivan en la variedad de trastornos mentales tienen que ver con distintos tipos de violencia. Entre estos se encuentran: el conflicto armado interno, violencia escolar por compañeros o docentes, violencia intrafamiliar, eventos traumáticos en distintas etapas de la vida, consumo de sustancias psicoactivas, disfunción familiar o falta de involucramiento parental.
Por ello, ante las señales de alarma los familiares, cuidadores o círculos cercanos deben estar alertas. “Cuando una persona, niño, adolescente o joven manifieste una idea de autoagresión, siempre y en todos los casos tiene que haber una intervención. Es el especialista en salud mental el que debe dirigir esa intervención a realizar. Esto no corresponde a familias o a otro tipo de profesionales”, puntualizó la siquiatra sobre la inmediatez con que se deben tratar los casos que indiquen cualquier tipo de autolesión.
En el Atlántico
En el país, todavía algunas generaciones aún conciben los problemas de salud mental como un problema menor o, en el peor de los casos, como un asunto atribuido a la debilidad de carácter, mala educación y hasta problemas de esta generación. En la región Caribe, se suman múltiples estereotipos, discriminación y prejuicios generados por conceptos errados sobre las enfermedades mentales que siguen propiciando un obstáculo tan grande como la enfermedad misma.
El departamento del Atlántico es uno de los que más vio crecer en número los casos de ideación suicida juvenil durante la pandemia.
Por eso, desde la Secretaría de Salud del Atlántico se han generado estrategias y campañas para prevenir y combatir los problemas de salud mental en los jóvenes como la creación del Programa de Orientación y Acompañamiento Familiar POAF; la Línea de Salud Mental, ‘sí a la vida’ para prevenir la conducta suicida y los intentos suicidas, los talleres de habilidades para la vida para prevenir el uso y abuso de sustancias psicoactivas, según informa la entidad estatal.
“En el Programa de Orientación y Acompañamiento Familiar que fue creado en 2021 con el objetivo de abordar los casos de problemas en la salud mental de los niños, adolescentes y jóvenes menores de 21 años, se han atendido en total 1.241 casos hasta mitad de agosto de 2023. A estos pacientes se les realiza el acompañamiento con sicólogos especializados de acuerdo a la necesidad de la persona” indicó la Secretaria.
Entre 2021 y 2022, las autoridades sanitarias del departamento del Atlántico detectaron que las consultas y atenciones en niños, niñas y adolescentes de 10 a 17 años aumentaron en un 50 % por patologías como depresión, ansiedad, consumo de sustancias psicoactivas, déficit de atención e hiperactividad, entre otras afecciones.
Según la Secretaria de Salud del Atlántico, Alma Solano, la evolución de patologías asociadas a la salud mental como trastornos mentales y del comportamiento en el departamento, incluyendo Barranquilla, se ha visto un aumento en el número de atenciones, según el Registro de Prestación de Servicios (RIPS), ya que en 2020 se presentaron 414.284 atenciones, en 2021 461.408 y en 2022 546.759.
Después de toda la situación, anormal para cualquier ser humano, vivida con la pandemia y sus efectos, es necesario entender que nadie está exento de padecer el deterioro de la salud mental. Por eso, ante cualquier señal de alarma, es recomendable “establecer una conversación genuina y de manera directa, sin rodeos y si no se encuentra una respuesta directa, el joven entenderá que hay alguien que se preocupa por sus problemas. La respuesta que los padres, cuidadores o demás familiares obtengan de ese diálogo debe dirigir al tipo de ayuda que queremos obtener”, indicó la siquiatra Liliam Juliao, quien añade que “cuando hay antecedentes familiares se tiene que aumentar la alerta en relación a las ideaciones suicidas. El tener antecedentes familiares de enfermedad mental hace que tenga que existir una asociación genética dentro del cuadro que este presentando el paciente en el momento de la intervención”.
Precisamente, es allí donde radica la importancia de la desestigmatización de las enfermedades mentales. Si se etiqueta a una persona como incapaz de realizar una actividad por padecer de una enfermedad mental, estaríamos todos condenados en algún momento de esta pospandemia, que lo ha cambiado todo. Es este uno de los factores que ha contribuido al deterioro de las enfermedades mentales.
Si a ello se suman los factores externos que siguen ejerciendo mucha más presión psicológica en los jóvenes, el resultado será mucho mayor. “Los vínculos familiares disfuncionales, el uso excesivo de aparatos electrónicos (celulares, computador, tablets), la recepción de contenidos producidos en redes sociales que generan expectativas idealizadas fuera de la realidad de los niños y adolescentes, y el consumo de sustancias psicoactivas son los factores que inciden en el deterioro de la salud mental de los jóvenes”, indicó la secretaría de Salud del Atlántico, la cual añade que los padecimientos mentales más recurrentes en el departamento son el trastorno mixto de ansiedad y depresión, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno del inicio y del mantenimiento del sueño (insomnios), demencia no especificada, retraso mental leve, deterioro del comportamiento nulo o mínimo.
Recomendaciones
Es importante entender que las personas que tengan depresión, ansiedad, esquizofrenia son más que diagnósticos, con una forma de vida y el tratamiento adecuado puede tener una vida normal, en entornos laborales y familiares.
Por eso desde el Ministerio de Salud se disponen lineamientos generales como:
- Visibilizar la salud mental como un asunto de todos, una prioridad, y la necesidad de que las personas, instituciones y diferentes sectores sociales y comunitarios hagan su parte para fortalecer la salud mental de todos y todas.
- Reflexionar sobre los efectos que el conflicto armado en el país ha tenido sobre la salud mental y la calidad de vida de la población colombiana, y cómo se debe avanzar en aportar desde allí para la transformación de las condiciones históricas que han estado presentes en el mismo y que condicionan la posibilidad de tener una vivencia óptima de la salud mental.
- Redoblar esfuerzos para garantizar la atención oportuna y con calidad de las personas que tienen problemas y trastornos mentales, generando acciones tendientes a reducir el estigma y discriminación asociados a la salud mental.
- Difundir líneas de teleorientación y herramientas virtuales presentes en el territorio para acompañar a las personas y para que estas busquen ayuda cuando la necesiten.
- Propiciar escenarios de conversación y construcción de acuerdos en el orden territorial e institucional, en los que se hable sobre salud mental y la forma como, desde la competencia de cada uno de los actores presentes, se puede proteger, cuidar y promover la salud mental.
- Fortalecer los esfuerzos tendientes a generar condiciones en el territorio que permitan un mayor trabajo intersectorial para la prevención de la conducta suicida, entendiendo esta como el peor desenlace en salud mental.
Además en todo el territorio nacional se encuentran disponibles las líneas de emergencia que, con apoyo del sistema de salud, son vitales para las urgencias de salud mental.
Bogotá: Línea 106 “El poder de ser escuchado”. Chat por WhatsApp: 3007548933. También puede comunicarse marcando gratis desde cualquier celular o teléfono fijo el número 106.
Antioquia: Línea amiga 4444448
Valle del Cauca: Línea 106
Atlántico: Línea de la Vida: 3399999 - 3153002003. Línea ALBA 195.
Nariño: Recepción de llamadas y mensaje a WhatsApp a través del número 3178054329
* Puede consultar todas las líneas de atención nacional en el directorio de líneas de ayuda en salud mental en Colombia
En Chévere pensar en voz alta realizamos un Spaces para conversar sobre el estado actual de la salud mental en los jóvenes en Colombia junto a la invitada Catalina Botero Ruge, psicóloga clínica, integrante del equipo de salud poblacional de la fundación Santa Fe y la participación.