Cosmeticorexia: un culto a la belleza que amenaza silenciosamente a niñas, niños y adolescentes
A los 28 años, descubrí la importancia del retinol para combatir arrugas, el ácido glicólico para eliminar manchas y la niacinamida para dar luminosidad a mi piel. Fue una edad en la que sentí la urgencia de cuidar mi piel porque los 30 me respiraban en la nuca.
Pero les diré la verdad, esta prisa instalada en mí surgió a causa de las rutinas de ‘skincare’ que empezaron a saturar el feed de mi Instagram.
Para satisfacer mi curiosidad acudí a los reels que encontré en las redes sociales, especialmente en Tik Tok, ahí encontré toda clase de información al respecto: recomendaciones, rutinas, los 'GRWM', siglas de Get Ready With Me, es decir, prepárate conmigo, y los famosos 'unboxing' de productos para cada necesidad. Parece que hay una solución para cada imperfección, por más insignificante que sea.
A medida que mi búsqueda aumentaba lo que capturó mi atención en cada vídeo, más allá del nuevo conocimiento que iba adquiriendo, fue la aparición de niños, niñas y adolescentes aplicándose cremas o sérums, productos con principios activos como los que mencioné antes. Estos claramente estaban indicados para pieles maduras, como la mía.
Quedé perpleja. Y no era para menos, hoy en día, el mercado del cuidado facial tiene en la mira a la población más joven, son clientes potenciales que van en aumento gracias a las tendencias que se viralizan en las redes sociales. Las Sephora kids son un ejemplo claro: niñas menores de 15 años que adoran el maquillaje y las complicadas rutinas 'skincare'.
Para mi sorpresa, resulta que esta fiebre por el cuidado facial tiene un nombre: cosmeticorexia. Una obsesión que afecta a niños, niñas y adolescentes, quienes son influenciados por las redes sociales para consumir productos cosméticos en búsqueda de un ideal de belleza.
Los médicos están preocupados por esta tendencia. El dermatólogo Matías Gompertzm, en una entrevista con Cooperativa Ciencia, mencionó que el uso de productos inadecuados en la piel joven puede causar irritaciones, resequedad, alergias, dermatitis, brotes de acné, enrojecimiento, hinchazón o erupciones cutáneas.
“Ahora, uno no solo tiene que entender esto como algo puntual de la piel, sino que viene todo como un manejo de ¿qué es lo que les qué mensajes están recibiendo estos niños? (…) están siendo apabullados por información, por estándares de belleza que son extremadamente exigentes y que también van generando mucha inseguridad, mucha necesidad de validarse en el resto”, señalo con inquietud el dermatólogo.
Es innegable que la cosmeticorexia compromete la salud mental de los niños, niñas y adolescentes. Porque nos resulta Chévere Pensar en Voz Alta sobre este tema, consultamos a Carolina Rojas Bravo, psicoterapeuta infantojuvenil con una amplia experiencia en el trabajo con niños y adolescentes, con quien buscamos comprender mejor cómo opera esta obsesión en las mentes más jóvenes.
Menores, redes sociales y culto a la belleza
¡Qué dulce era la infancia! Todo se veía más claro y simple, luego vino la adolescencia y todo se oscureció, se llenó de complejidad. Aunque pueda sonar dramático, así es, es el curso natural de la vida.
Tal como señala nuestra invitada pasamos del pensamiento concreto de la infancia, al pensamiento abstracto y crítico, propio de la adolescencia. El cuerpo experimenta cambios evidentes, con transformaciones biológicas visibles y la mente también evoluciona. Las conexiones neuronales se establecen y el cerebro funciona de manera diferente.
Durante la adolescencia surgen diversas necesidades, como el deseo de sentirse aceptado, validado y parte de un grupo. Además, comienza la búsqueda de la identidad propia. Como lo menciona Carolina: “se buscan referentes identitarios y muchas veces, eso referentes se pueden encontrar en el grupo de pares, en actividades extracurriculares o también, en el marco de las redes sociales”.
Para 2017, UNICEF analizó por primera vez las posibles afectaciones de la tecnología digital en niños y adolescentes, estimaron para ese entonces que: “uno de cada tres niños en todo el mundo ya es usuario de internet y, además, que uno de cada tres usuarios de internet es niño (menor de 18 años)”. Infortunadamente, no existen datos actualizados a nivel global para contrastar esta cifra siete años después. No obstante, se han adelantado investigaciones similares en países puntuales a través del proyecto Global Kids Online.
Las redes sociales, omnipresentes en la vida de los infantes y jóvenes, ofrecen una ventana a la expresión y la conexión, pero también pueden exponerlos a mensajes nocivos, arriesgando su bienestar emocional e incluso, generando una autopercepción distorsionada.
Lo preocupante es que, sin comprenderlo completamente, asumen como verdaderas falsas verdades, adoptando como referentes a los creadores de contenidos y promoviendo ideales de belleza por medio de filtros engañosos, todo en una etapa en la que el aspecto físico juega un papel determinante.
Aunque es necesario exponerse al mundo digital, especialmente en estas edades de exploración innata, debe hacerse con el acompañamiento parental adecuado para promover un uso seguro de internet. Carolina agrega que este acompañamiento puede ayudar a prevenir la perpetuación de estereotipos de género y de ideales irreales de belleza, y sus consecuencias.
"Al igual que ellos y ellas comienzan a cuestionar la autoridad y el sistema, también es importante enseñarles a cuestionar lo que consumen", destaca Carolina. Es crucial educar a los más chicos, para que no acepten ciegamente lo que reciben de los medios de comunicación.
Si no lo hacemos, podríamos enfrentarnos a una cadena de impactos psicológicos que podrían llevar a obsesiones como la cosmeticorexia. Esta exigencia estética en nombre del cuidado de la piel se está convirtiendo en un problema tan grave que, en países como Suecia, una famosa cadena de farmacias, ha decidido imponer un límite de edad para la venta de ciertos productos a menores de 15 años, con la intención de disminuir su uso prematuro.
¿Es un TOC, un trastorno, una adicción? ¿En dónde ubicamos la cosmeticorexía?
En 2018, este término acaparó los titulares de algunas noticias, enfocándose entonces en la obsesión de los adultos por buscar un elixir de juventud a través de la compra excesiva de cremas para las arrugas, pero no se reconocía como diagnóstico.
En el presente, en el DSM-5, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales no existe el termino, “pero sí la sintomatología y está muy de la mano de la familia de la vigorexia o de la ortorexia” señala Rojas, quien la agrupa dentro del espectro de los trastornos de ansiedad, “para ser más técnicos, se ubican en el espectro de los trastornos dismórfico corporales que tienen el mismo modus operandi de una anorexia nerviosa o de los trastornos de la conducta alimentaria”.
Además, la psicóloga sugiere que esta condición podría desencadenar otros trastornos, como la depresión, el trastorno de adaptación, la ansiedad generalizada o incluso trastornos alimentarios asociados a los estándares de belleza, ya que estas tendencias imponen una idea concreta de cómo deberían lucir los cuerpos, exacerbando los mitos en torno a lo que se considera bello y socialmente aprobado.
“¿Cuándo es un problema? Cuando la persona se vuelve disfuncional y entonces comienza, por ejemplo, a bajar su rendimiento escolar, aislamiento social, comienza a priorizar estos comportamientos de cuidarse la piel de maneras obsesivas buscando mirarse constantemente al espejo, o incluso, prefiriendo no verse al espejo porque no soporta ver la realidad de la imagen”, responde la psicóloga.
¿Qué hay detrás de una conducta que abusa del uso de los cosméticos?
Desde que tengo memoria, siempre me han dictado cómo debería ser: mis medidas, la textura de mi piel, la forma de mi cabello y, sobre todo, lo que no es aceptable en mi apariencia.
Vivimos en una sociedad que privilegia estándares de belleza inalcanzables para la mayoría, enseñándonos a sentirnos insatisfechos con nuestra apariencia y fomentando inseguridades que no nos pertenecen. Es paradójico que luego nos sorprendamos por la obsesión con los productos cosméticos, ¿no te parece?
Detrás de esta conducta subyace un sistema cultural, pero también pueden ocultarse otros patrones, tal como explica Carolina:
- Los modelos de crianza que, sin ser conscientes, transmiten ideales de belleza con los cuales se alaba o se condena.
- La debilitación de la autoestima, la autoimagen y el autoconcepto al sentir que no se encaja en ningún lugar, o al recibir comentarios que afectan negativamente estos esquemas.
- Experimentar bullying o acoso escolar, donde los compañeros pueden ser crueles.
- La presencia de una patología mental subyacente que alimenta esta obsesión, generando comorbilidad.
Hablar sobre el tema y derribar los estereotipos es una manera de prevenirlo
“Debemos comprender que a esa edad hay una inmadurez a nivel de procesos psicológicos básicos y que para ellos y ellas es muy difícil procesar todo esto que está pasando porque al final esto genera sufrimiento. Para conversar con ellos hay que escucharlos frente a cómo se estan sintiendo en ese momento”, explica.
Para entablar una conversación abierta sobre este tema, es fundamental crear un espacio de confianza. Evitando a toda costa los comportamientos impositivos o punitivos, así como las prohibiciones y los juicios, preocuparse por la belleza es normal y hace parte del proceso de crececimiento. En su lugar, estaría bien enfocarse en la educación sobre el cuidado y la higiene personal, que no siempre está relacionada con la estética, sino con la salud y el bienestar físico y emocional.
"Una estrategia efectiva es enseñarles a hacerse preguntas sobre lo que están viendo y leyendo. Por ejemplo, ¿quién escribió esto o quién lo publicó? ¿Cuál es el estereotipo detrás de esto? ¿Qué me están ofreciendo? De esta manera, fomentamos el pensamiento crítico", agrega la invitada.
Si la situación se vuelve abrumadora, no hay problema; existen profesionales que pueden ayudar en estas situaciones. Lo importante es buscar ayuda y recibir asesoramiento tanto de dermatólogos como de psicólogos, quienes pueden establecer una ruta clara para satisfacer las necesidades de la infancia y la adolescencia.
Además, Rojas proporciona una serie de preguntas orientadoras para los padres o cuidadores con las que pueden adentrarse en el mundo de los más jóvenes del hogar: ¿Qué está consumiendo en redes? ¿Qué filtros está utilizando en sus aplicaciones? ¿Cómo le gusta verse? ¿Qué está publicando? ¿Cómo le gustaría que lo vieran?
Existen responsabilidades ineludibles que recaen sobre el adulto a cargo, como el acompañamiento y control parental en las redes sociales, así como mantenerse actualizado constantemente sobre estos temas, por ejemplo, les recomendamos leer:¿Cuándo debería su hijo adolescente o preadolescente comenzar a usar productos para la piel?, un estudio reciente de la Universidad de Harvard a proposito de este tema.
Además, es importante abstenerse de comprar productos sin antes recibir asesoramiento médico, ya que, al final, el cuidador es el responsable del poder adquisitivo.