Entre la euforia y la preocupación: el consumo de alcohol en la juventud pastusa
A inicios del 2023 un gran pendón decoraba la entrada norte de la ciudad de Pasto. Una reconocida marca de licor de la industria licorera de Caldas le agradecía a Nariño por mantenerlos como una de las bebidas de mayor consumo en el país:
El letrero que, más allá de ser anecdótico, evidencia una realidad latente, preocupante y de riesgo que hace parte de la cultura Nariñense: el licor es una bebida cotidiana, su consumo transita por la fina línea entre el uso y el abuso.
Una realidad que es, en suma, un problema de salud pública.
Porque es Chévere Pensar en Voz Alta al respecto de este tema explicaremos la situación del consumo de alcohol en la juventud pastusa, centrándonos en su magnitud cultural y el consumo en espacios públicos.
Una bebida que no puede tomarse a la ligera
Datos recopilados a nivel nacional revelan que Colombia enfrenta un desafío significativo en cuanto al consumo de alcohol, en la “Encuesta Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas (ENCSPA) 2019", realizado por el DANE y Ministerio de Justicia y el derecho, el 84% de las personas encuestadas, de 12 a 65 años, informaron haber consumido alguna vez en su vida, 54,5% consumieron en los últimos 12 meses y 30,1% en los últimos 30 días.
Los menores de edad empiezan a consumir alcohol a una edad promedio de 13 años, esto según los resultados del tercer estudio desarrollado por la Corporación Nuevos Rumbos en 2021.
“El 40% de los menores de edad en Colombia siguen expuestos al consumo de alcohol, 60% de ellos afirman que es fácil acceder a estos productos y 70% de los jóvenes lo consumen en presencia de sus padres” afirma la investigación.
Foto de Thomas Picauly tomada de Pexels
Pasto no es ajeno a esta realidad, en los últimos años, el consumo de alcohol en la población juvenil de la ciudad ha generado crecientes preocupaciones entre las autoridades locales y los sectores de la salud, así lo manifestaron desde la alcaldía municipal en 2022 con la puesta en marcha de la campaña “VE-VIDA EN JUSTA MEDIDA” con el que buscaron impulsar la prevención y el consumo responsable de alcohol.
El secretario de Salud, Javier Andrés Ruano González, indicó que: “según las estadísticas, en Pasto los jóvenes entre 18 y 24 años presentan un alto consumo de alcohol y hacen parte lamentable de las cifras de víctimas y victimarios en accidentes de tránsito, conflictos y heridos por el consumo indiscriminado de bebidas alcohólicas.”
Pero hay una paradoja: la venta de licor en Nariño mantiene a flote la economía del departamento. Según la Secretaría de Hacienda Departamental, para 2021, el 65% de las rentas propias de Nariño corresponden a licores, una cifra que deja a los nariñenses a merced del alcohol para aportar con la economía regional.
Una cultura que valida el consumo de alcohol
“Mi hermano toma muchísimo, y yo ya quiero dejarlo. Pero mi hermano me dice: Ay, es que vos ¿cómo no vas a querer tomar? ¿por qué no tomas? ya vas a decir que te quieres rehabilitar”, cuenta Johana Tulcanez psicóloga con énfasis en adicciones sobre la historia de vida de uno de sus pacientes.
En el caso de su paciente, como en el de muchas personas que buscan controlar el consumo, “es difícil lograrlo por la parte cultural (…) porque es la cultura la que prácticamente, a veces, hasta los obliga a seguir en el consumo”, menciona la profesional.
“El que no toma no es berraquito aquí en Pasto y Nariño. Le dicen: ‘no vas a poder aguantar, cómo no vas a aguantar’, y esto tiene que ver con las representaciones sociales y el etiquetamiento”, explica Johana sobre la cultura del licor en la región.
Su naturaleza psicoactiva lo convierte en altamente adictivo, pero eso, a la luz de su uso social y recreativo es completamente ignorado en una cultura como la nariñense, que aplaude el consumo excesivo y la tolerancia al alcohol como sinónimo de talento, como si fuese una cualidad que vale la pena destacar.
Infortunadamente, nos cuenta la psicóloga, la fama que acompaña al pastuso o al nariñense por ser “el que más aguanta” o el que “se emborracha hasta cansarse” se ha heredado generacionalmente, lo cual hace que hablar del licor como un problema sea una verdadera odisea: “es uno de los de los consumos más difíciles de trabajar por la parte cultural”.
Parque Ambiental Rumipamba en Pasto
“Nariño es un departamento de bajo nivel socioeconómico y entonces, es tan fácil que en la esquina del barrio estén en una mesa todos tomando cerveza y el otro día ya están con el ron o con el aguardiente. Es muy cultural y la población joven lo ve desde muy temprana edad, entonces ellos repiten las conductas porque los seres humanos estamos hechos para eso para repetir para aprender y desaprender conductas”, menciona Johana.
Sin embargo, es un tema que no puede evadirse, “el consumo de sustancias psicoactivas es un problema de salud pública, y en ese está incluido el alcohol”, afirma Johana Tulcanez al mencionar que el alcohol es una droga que cuenta con una aprobación cultural diferente a la de otros alucinógenos, por tanto, es legal, socialmente aceptada y de fácil acceso.
En Pasto, el licor se vende en tiendas, supermercados, bares o restaurantes, en la ciudad existe una calle conocida como “la calle de las licoreras” que garantiza la venta y el acceso a las bebidas alcohólicas. Pero también se puede conseguir en los espacios públicos, cambiando las dinámicas de los lugares pensados para el sano esparcimiento.
El licor en los espacios públicos
Si visitan el Parque de Rumipamba, en el centro de Pasto, desde las 6:00 de la tarde es habitual ver un desfile de carritos de supermercado, dirigidos por vendedores ambulantes, que llevan ollas, cucharones, vasos plásticos y botellas de licor artesanal, generalmente "chapil", el destilado de caña tradicional del departamento.
Este combo se utiliza para la preparación in situ de los tradicionales “hervidos”, la bebida alcohólica insignia del departamento preparada a base de pulpa de fruta, especias, azúcar y licor. Se sirve caliente y ayuda a contrarrestar el frío propio de la región andina.
Estas bebidas alcohólicas de fabricación informal que se venden como chicles o maní en los parques de la ciudad, se pueden comprar desde $2.000 pesos y se venden sin restricción alguna.
Parque Ambiental Rumipamba en Pasto
Al cambiar la dinámica de un lugar que no fue pensado para convertirse en un espacio de encuentro social mediado por el alcohol, se suscitan problemas de convivencia, contaminación auditiva, riñas, invasión del espacio público y uso de vehículos por parte de conductores en estado de alicoramiento.
“Hay muchas personas jóvenes están utilizando los espacios públicos para el consumo de licores en algunos parques, en algunas plazas de la ciudad y eso que genera que se haya perdido el sentido y el significado de lo que es un parque”, menciona Carlos Andrés Arellano Palacios, Director Administrativo de Espacio Público en la Alcaldía de Pasto.
Por su parte, los vendedores de estas bebidas son una población flotante, que en una misma noche pueden estar presente en diferentes parques, “tienen varias rutas, entonces es muy difícil contabilizarlos. En algún momento teníamos más de 50 trabajadores informales que esporádicamente pasaban en la noche por el Parque Rumipamba, pero ese número se empezó a incrementar, agrega Arellano.
Son varios los lugares en la ciudad que han sido identificados por la Dirección de Espacio Público por presentar estas dinámicas: “el perímetro del Parque Infantil, Parque Eco Ambiental de Rumipamba, Parque Santiago, Parque de La Aurora, Parque Bolívar y en otros parques ya más pequeñitos de barrios específicos”.
Esta práctica no sólo genera riesgos para la salud, sino que también puede contribuir a un aumento en la percepción de inseguridad en la ciudad, “estos espacios si se dan para la venta otros de otros productos o de otras sustancias y eso ya lo ya lo tienen muy identificado la Policía Nacional”.
Parque Ambiental Rumipamba en Pasto
Las autoridades locales han implementado campañas de concientización y medidas de control para abordar esta problemática, desde la Dirección Administrativa de Espacio Público se han brindado alternativas a los trabajadores informales por medio de rutas de diálogo y mesas de concertación con planes productivos que les brinden alternativas laborales.
Tanto vendedores como consumidores son actores claves para que esta dinámica prevalezca, se controle o reduzca, pero para hacerlo, es necesario cuestionar los patrones culturales que propician estas condiciones.
Consumir alcohol puede generar euforia, reducir la timidez y hacernos sentir muy bien durante las primeras horas, pero como un depresor del sistema nervioso central hace que el cerebro actúe más lento, cambiando los estados de ánimo, el comportamiento y la capacidad de autocontrol, lo que se traduce en preocupación.
No pretendemos prohibir su consumo, cada quien es libre de hacerlo, solo les invitamos a hacerlo responsablemente tras leer este artículo
Para finalizar, desde Chévere Pensar en Voz Alta los invitamos a conocer cómo sin previo aviso, en la vida de Claudia y Maicol, el consumo de alcohol se convirtió en una adicción que jamás imaginaron cuando lo probaron por primera vez. Esta es su historia, dos testimonios que nos llevan a reflexionar sobre la importancia de no tomar el licor a la ligera.