‘Lazaretto’, el poderoso renacer de Jack White
Seguramente, si le preguntaran a más de uno por un rockero icónico del siglo XXI, muchos incluirían en su respuesta a Jack White. El multiinstrumentista, cantante y productor estadounidense se abrió paso en la escena musical junto a Meg White con su proyecto The White Stripes, cuando le presentaron su álbum debut al mundo en 1999.
Aquel disco, del mismo nombre de la banda, los posicionó como un referente del resurgimiento del garage rock en Estados Unidos, pero no fue hasta que su tercer y cuarto disco, White Blood Cells (2001) y Elephant (2003), los consagró en la escena musical internacional como uno de los dúos más impredecibles del rock. Con Meg en la batería y White en la guitarra y la voz, la banda tuvo una prolífica carrera llena de éxitos (siendo el más recordado “Seven Nation Army”) hasta el año 2011, cuando anunciaron de manera oficial su separación.
Para muchos, White es un verdadero genio, y como tal, su curiosidad musical siempre ha sido llevada al límite. Por eso, junto a su carrera con The White Stripes, formó otros dos proyectos alternos: The Raconteurs y The Dead Weather, bandas que siguen vigentes y en las que explora más a fondo sonidos cercanos al blues rock, al power pop y al folk. Sin embargo, como toda gran estrella, White necesitaba un camino para desplegar al 100% su propia luz, y en el 2012 decidió presentar su proyecto solista con el álbum Blunderbuss.
Aquel disco de 13 canciones, presentado bajo su propia disquera (Third Man Records), fue celebrado por la crítica especializada y los fanáticos del músico por su impecable trabajo de producción, la versatilidad de sus sonidos y por ser una oleada fresca de rock n’ roll en un año en el que por la creciente demanda de los servicios musicales de streaming y las redes sociales, el pop y la electrónica seducían a la mayoría. El álbum recibió en el 2013 el Grammy a Mejor Álbum de Rock.
Todos los trabajos presentados por White hasta ese momento se caracterizaban por tener letras audaces con cierto tinte de crítica en ellas y además se les asociaba la creación de ciertos personajes que hacían pensar que no todas sus líricas tenían una clara autorreferencia de su vida privada.
Sin embargo, en el 2013, White enfrentó su divorcio con la modelo y artista inglesa Karen Elson, un hecho que, además de ser mencionado en la prensa musical, fue el detonante adjudicado por muchos para la creación de su segundo álbum de estudio: Lazaretto, un trabajo que se presenta como un catalizador de los demonios que perseguían a White por esa época y que encontraron su resolución en un trabajo intenso y audaz.
Presentado el 10 de junio del 2014, Lazaretto irrumpió en la escena rockera de la segunda década del siglo XXI, con letras más pesadas y directas, con algo de humor negro, y con una fuerza distinta al primer álbum solista de White. Cargado de guitarras que suenan a ira y delirio y que encapsulan a la perfección el nombre del disco, el artista presenta lo que pareciera ser un alter ego que por precaución debería ser internado para que su incendiario espíritu no llegue a ser incómodo para el resto.
El disco cuenta con la colaboración musical de la agrupación The Buzzards y los coros y el acompañamiento vocal de la alineación femenina de Peacocks, colegas frecuentes en las producciones de White. La mayoría de las letras, según varias entrevistas que dio el artista, se inspiraron en algunos poemas y obras inconclusas que escribió con tan solo 19 años y para llenarlos musicalmente de un aire de misterio, agregó violines, órganos, instrumentos folclóricos y una producción con más reverberaciones.
“Three Women” es la canción que inicia el álbum. Es una estridente actualización del cásico “Three Women Blues” de Blind Willie McTell, una de las mayores influencias del blues para White, canción en la que además hace una particular mención a su natal Detroit. Luego llega “Lazaretto”, el sencillo estrella del disco, en el que el artista despliega todo su virtuosismo en la guitarra en una historia que transmite el desespero por querer escapar de un encierro. Y así llega a “Temporary Ground”, una balada country en la que participa la cantante Lillie Mae, que sirve como una pausa contemplativa llena de figuras fantasiosas.
En “Would You Fight For My Love?” White expone su miedo a volverse a enamorar y a salir lastimado en un proceso en el que la otra persona no está comprometida y lo hace con una letra que solo es posible cantar gritando desde las entrañas. Con un final casi que teatral, le da paso a la instrumental “High Ball Stepper”, una verdadera obra de art-rock digna de estallar cualquier parlante, en donde con un rasgueo intenso se vislumbra uno de los sonidos más sucios y pesados del disco.
Con “Just One Drink” nos trasladamos a una vieja taberna en donde un complicado amor se hace más llevadero con un par de bebidas y una melodía country alegre en la guitarra y el piano. Un momento inspirador que seguro terminó en una escena llena de autocompasión como la de “Alone in my home”, una letra que adquiere sentido también al querer huir del caos para encontrarse en la soledad. Canción que le da paso a la melodía más calmada del disco: “Entitlement”, una crítica al deseo de gratificación instantánea de la generación más joven.
Con algo de dub y funk, llega la desafiante “That Black Bat Licorice”, uno de los momentos más divertidos del disco, con poderosos riffs, referencias existencialistas y un desenlace lleno de lujuria y deseo que le da paso a “I Think I Found The Culprit”, que con un incipiente piano que juega con las cuerdas del violín y unos tenebrosos coros, habla de encontrar la traición en alguien en quien confiabas. Para finalmente llegar a “Want and Able”, una melodía alejada de la distorsión del resto del disco, que le da un cierre algo agridulce, pero que en el storytelling propuesto por White, funciona como buena historia.
Lazaretto, sin duda alguna, es una aproximación mucho más real y honesta a las raíces musicales de su autor. Teniendo el blues rock como bandera en su composición musical, White se desafió a sí mismo en este disco con improvisaciones musicales propias del género en sus diferentes instrumentos, entregándole así a sus letras, una construcción sonora auténtica y llena de emoción, como pocas dentro de su extensa discografía.
Para muchos, Lazaretto es el epítome de la carrera de White. Un disco que incluso 10 años después de su publicación sigue siendo sinónimo de virtuosismo, invención y riesgo, un trabajo que sitúa al músico como un imprescindible en la historia del rock alternativo y como artista fuera de su tiempo, en donde combina lo mejor de los sonidos del pasado con ideas frescas que hacen de esta obra musical una pieza invaluable para las nuevas generaciones que pueden encontrar en el ruido y la distorsión un escape.
Escucha el disco completo aquí: