Emperor en Bogotá: el abrazo de la noche
Noche de domingo con la luna llena y roja como la sangre, brillando sobre una ciudad de caos y sombras. El paisaje perfecto para un concierto de Emperor. Antes de las 9 de la noche del 15 de mayo, los miles de fanáticos de esta banda noruega, estaban cubiertos por una luz similar a la de la luna, lo que le daba una energía especial al Royal Center que sería el escenario en el que este clásico del black metal tocaría por primera vez en Colombia.
Desde el inicio, en ese templo cuadrado dedicado a goce que ha visto tantos conciertos, se sentía un ambiente de emoción. Felicidad, expectativa, cariño y hasta un poco de incredulidad se leía en la cara de quienes llegaron para disfrutar de Emperor. Abrazos fraternales, selfies que registraban rostros sonrientes, amigos que se reencontraban después de un largo tiempo, parejas que se besaban de forma amorosa, complementaban el cuadro pre concierto que se preveía iba a ser épico. Y lo fue.
A pesar de que desde hace ya un par de décadas Bogotá es una parada casi que obligada en la giras de las bandas metaleras, pensar que Emperor algún día vendría era algo descabellado. Tras su separación en 2001, el grupo se ha reunido varias veces para hacer conciertos y una que otra gira esporádica. Por eso la noticia de un tour por Latinoamérica, fue como una plegaria contestada por el abismo. Pero, como le pasó a literalmente todo el mundo, la pandemia obligó a mover la fecha.
Fueron largos los meses de espera, fue mucho el miedo, la tristeza, la incertidumbre pero al fin Ihsahn y Samoth tocaron sus profanas guitarras en Bogotá. Por eso había tanto amor metalero en el aire, apenas sonaron los primeros acordes el grito de euforia se escuchó en el aire y brillaron las pantallas de los celulares. En una de ellas una mujer miraba conmovida desde su habitación el inicio del concierto. En otra un hombre, también conectado desde quién sabe qué parte del planeta, miraba con una expresión entre feliz y agradecimiento, melancolía y frustración.
A pesar de que en el teatro había más de 4 mil personas, en verdad fueron pocos los suertudos que pudieron vivir esta noche, porque Emperor es una de las bandas más importantes del black metal. Creada en 1991, este grupo sorprendió al underground gracias al virtuosismo con el que aborda la música. Ihsahn y Samoth son multiinstrumentistas y los cuatro álbumes que conforman la discografía de Emperor, son joyas de culto dentro del metal.
Su mezcla entre lo oscuro y lo melódico, sus arreglos sinfónicos con piano y coros y las texturas de las cuerdas han hecho de esta banda un clásico eterno. Por eso perderse su presentación es como una condena, ya que es probable que un momento así no se vuelva a repetir, al principio del concierto el sonido, como suele pasar en el Royal, no estaba del todo bien y era difícil percibir los detalles que hacen única la música de Emperor.
Aún así la emoción era mayor y las melenas empezaron a batirse, los puños a golpear al aire y las gargantas a cantar junto con Ihsahn, quien se veía genuinamente conmovido por la presentación. Muchas veces cuando los músicos extranjeros dicen estar felices y agradecidos de estar tocando en Colombia, lo hacen por protocolo, por buena onda porque les toca decir ese tipo de cosas para avivar al público. Pero en el caso de esta banda era muy clara la honestidad con la que abordaron todo el show.
Cuando Ihsahn dejaba de cantar, su oscuro semblante era reemplazado por una sonrisa de agradecimiento. “No creo que sepan lo que esto significa para nosotros. Estar aquí finalmente, después de todos estos años. Después de la pandemia”, dijo el músico que entre canción y canción se golpeaba el corazón y señalaba al emocionado público.
Por su parte Samoth, que parece un hechicero pagano, tocaba erguido, rigido y metido entre las sobras de lso reflectores, lo cual le daba una apariencia un tanto hipnótica, que rompía para saludar con el dedo a algún fanático, apuntar con el mango de su guitarra directo a alguna cámara o alzar los puños hacia el cielo. Cabe recalcar que la admiración que todo metalero del planeta siente por Samoth no solo está relacionada con su forma de tocar sino porque junto con Varg Vikernes quemó la iglesia de Skjold en Noruega, por lo cual pagó 16 meses de cárcel.
Para completar la banda, en la batería estuvo Trym Torson, quien toca como pocos bateristas en el mundo, y quien no perdía la mirada de concentración mientras golpeaba sus múltiples tambores y platos. En el bajo Secthdamon, cabeceaba con furia y mucha energía y en el teclado y voz secundaria el multiinstrumentista y músicO de jazz Jørgen Munkeby, miraba feliz a la gente desde su teclado.
Con Emperor casi no se sintió esa gran brecha entre los músicos y los fanáticos, era todo muy familiar, como estar en un bar brindando con cervezas o en un cuarto escuchando un cassette pirata con amigos. Pocas veces se siente tanto amor en un concierto de metal, la mayoría de las expresiones eran de incredulidad; hace poco, todas esas personas estaban encerradas en sus casas sin saber en qué momento te toca padecer un virus que no te deja respirar, y ahora, miles de gargantas gritaban al unísono: “Thus spake the night spirit/ Night spirit/ Spirit/ Embrace my soul”.
Y si bien hizo falta el pogo y un telonero colombiano, el fuego del black metal ardió con furia en Bogotá que volvió a ser sede de un gran concierto de metal. En el que las tropas del Averno se volvieron a reunir para hacer temblar la tierra.