Salento, el tesoro turístico del Eje cafetero
Respirar aire puro, contemplar el paisaje, acampar bajo las estrellas, comer patacón y por supuesto tomarse una taza de buen café. A Salento vayan sin prisa y siempre van a querer volver.
A tan solo 37 kilómetros del centro de Pereira, Risaralda, está ubicado Salento, el municipio más antiguo del Quindío, fundado hace más de 170 años, al que es posible llegar en auto particular, buses de servicio público, bicicleta, jeep o cualquier medio de transporte terrestre que usted prefiera desviándose hacia la izquierda en la carretera que de Pereira conduce a Armenia a través de un camino angosto con varias curvas.
Este pequeño pueblo del Eje cafetero esconde entre sus calles una bella historia de campesinos y casas de bareque, que hoy son visitadas por miles de turistas provenientes de diferentes partes del mundo que llegan en busca de una buena taza de café, un paisaje inolvidable y la amabilidad del campesino colombiano.
Llegar a Salento es como detenerse en el tiempo. Detallen bien las casitas con sus balcones de colores y flores que adornan sus ventanas mantiéndo el estilo de los pueblos paisas de antaño. Calles pequeñas con asientos y lámparas a los lados, artesanos, músicos, perros y gatos, también hacen parte del paisaje que se complementa con el sonido del reloj de la iglesia cuando marca las 6 en punto.
Cuando llegue a la plaza verán que son típicas las carpas de restaurantes familiares en los que la especialidad es la trucha al ajillo que irá siempre acompañada de un gran patacón con hogao o sin él, delicias culinarias que sería todo un despropósito dejar pasar.
Luego de rondar la plaza y sentarse a comer pueden darse una pasada detenida por la Calle Real, donde encontrarán varios almacenes de artesanos con una gran variedad de trabajos hechos en madera, guadua, fibras naturales, joyería, entre muchos. Pero no se detenga y siga hasta el final de la calle, allí lo esperan 253 escalas que lo llevan hasta el Alto de la Cruz, desde donde podrá divisar gran parte del pueblo y las montañas cafeteras. Arriba descansen, tómense un largo respiro y siéntanse afortunados de estar allí. También alcanzarán a oír el pasar del Río Quindío.
Claramente de este lugar no se pueden ir sin probar una taza de café caliente. Hace 25 años atrás lo más común era que los cafeteros bajaran con sus bultos de café en los yipaos o mulas y pusieran a secar al sol sus granos de café en medio de la plaza. Hoy la práctica ha cambiado un poco pero Salento se sigue distinguiéndose por tener uno de los mejores cafés suaves del mundo.
Caminatas guiadas, cabalgatas y camping, son otras de las actividades que podrán hacer en este maravilloso espacio del Eje cafetero encantado con su clima templado, lluvia de seis de la tarde y neblina de las ocho.
Valle del Cocora
Pero esperen, el paseo aún no termina. Salento es la entrada al Valle del Cocora, un paisaje natural ubicado en la cordillera central de los Andes que hace parte del Parque Nacional Natural de los Nevados, al que nuevamente ustedes podrán llegar de forma rápida en un jeep que sale cada hora desde la plaza principal en Salento.
Concéntrense a los lados del paisaje, porque desde muy pronto podrán empezar a divisar las imponentes palmas de cera que pueden alcanzar hasta los 70 metros de altura, y en tan sólo 20 minutos adentrarse en este maravilloso paisaje.
Las palmas son imponentes. Son dueñas y señoras de este bosque andino descubierto por el naturalista Alexander von Humboldt, que en una de sus exploraciones atravesó la cordillera central y se encontró con esta especie de hojas verde oscuro, tronco cilíndrico, liso y cubierto de cera, que además alberga aves en peligro de extinción como el Loro Orejiamarillo, y sepan que también, lastimosamente, la palma está en riesgo de extinción.
Si tienen tiempo quédense a acampar en este lugar y vean la mayor cantidad de estrellas posibles, pero háganlo de manera consiente y no dejen su basura regada por el lugar. Madruguen a andar por los senderos entre las montañas, crúcense de frente con algunas vacas y perros que salen de la nada para acompañar su camino por unos minutos para luego desaparecer. Y si son valientes sumérjanse entre las frías cascadas que podrán aparecer en su recorrido.
Por último, mientras contemplen este paisaje y respiren el aire frío y fresco que nos ofrece la naturaleza, siéntanse privilegiados de estar viendo uno de los Patrimonios Culturales de la Humanidad declarados por la Unesco dentro del Paisaje Cultural Cafetero y váyanse contentos de haber estado allí.