'Pazo' Nº 2: Colombia, es momento de sembrar paz en vez de coca
Durante años Colombia ha estado inmersa en un gran círculo violento alimentado por grupos ilegales que se financian con la producción y venta de drogas ilícitas; grupos que, además, permearon algunas estructuras del Estado corrompiendo el accionar de autoridades.
Con la colaboración de Vanessa Vallejo - Radio Nacional de Colombia
El 15 de mayo de 2014 gobierno y Farc sellaron en Cuba un punto que para muchos analistas sería la piedra en el zapato del proceso de paz. Tras meses de largas negociaciones, las partes aceptaron culpas y reconocieron que el problema del narcotráfico tiene su raíz en las pobres condiciones económicas y sociales de muchas comunidades colombianas, así como en la falta de presencia del Estado en los territorios.
En respuesta, la mesa de La Habana propone la creación del Programa Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito que buscará mejorar las condiciones sociales de esas comunidades a través de acompañamiento para el desarrollo de proyectos productivos, el mejoramiento de la infraestructura básica y un plan de asistencia familiar que, durante tiempo limitado, entregará auxilios para fomentar la generación de empleo.
Foto: Unidad de Restitución de Tierras.
La segunda línea de acción del acuerdo es la prevención del consumo de sustancias con un énfasis especial en los menores de edad, partiendo de la idea de que esta es una situación generada por las condiciones económicas, sociales y familiares de los ciudadanos, por tanto, debe ser asumida como un problema de salud púbica y no, como algo aislado.
Las cifras, nada alentadoras, son el impulso para la creación del Programa de Intervención Integral frente al Consumo de Drogas Ilícitas, que se establecerá tras la firma del acuerdo final y en el que, entre otros frentes, trabajará en la prevención y la rehabilitación de los drogodependientes.
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De cara a este gran y complejo entramado delictivo las Farc se comprometieron a desarrollar operaciones de desmonte de laboratorios en sus zonas de acción y de desminado de territorios que en algún momento sirvieron para la producción de sustancias ilícitas, además de cortar todo vínculo con el narcotráfico. Por su parte, el Estado deberá poner en marcha una política de criminalización contra los grandes capos, lo que representará, entre otras cosas, fortalecer la capacidad investigativa del Estado, controlar la venta de insumos para el procesamiento de droga y endurecer la política anticorrupción para depurar las manzanas podridas en las instituciones públicas.