“Patinar como mujer es una chimba”, La Hoguera SB
En el bowl del Parque la Aurora, el único lugar medianamente parecido a un espacio para practicar el skateboarding en Pasto, se mezclan las risas de varias chicas que recorren el lugar sobre sus patinetas. Ellas integran el primer colectivo de skate femenil que surge en el sur del país: La Hoguera SB.
Saltan, hacen rechinar las llantas, eventualmente se caen, pero de inmediato se levantan gracias a la mano extendida de otra skater que le dice “¡epa, muy bien, vamos a intentarlo otra vez!”, se apoyan la una a la otra para hacer un ollie, uno de los primeros trucos que se aprende sobre la patineta y se aplauden también si consiguen hacer un kickflip, otro truco.
Estando ahí, una siente como el lugar se llena de un aire de sororidad que ha costado construir, pero que es la base de esta hoguera: lejana al pasado oscuro de esta palabra, que las vinculaba con la cacería de brujas. Varios siglos después, las hogueras son resignificadas por las mujeres gracias a la misma fuerza de combustión que acompaña al fuego para emprender, crecer y avanzar.
“Antes de patinar yo tenía una vida muy aburrida”, dice mientras ríe a carcajadas, Dayana Ponce, una joven ilustradora y skater pastusa que impulsó la creación de este colectivo, el cual es, además, parte importante de su trabajo de grado. “No realizaba actividades que requerían fuerza, me la pasaba en mi casa dibujando, una vida muy tranqui. No recuerdo como hacía la catarsis de las emociones. Desde que patino, me volví una chica más decidida, tanto en mi hogar como fuera de él, valiente y con ganas de enfrentar los miedos”, agrega.
Dayana entró al skate al tiempo que inició su carrera como diseñadora, de esta manera fue tejiendo el gusto por estas dos disciplinas y aplicándolo en cada idea y acción. Haciendo memoria, recuerda que, cuando empezó a montar tabla, en Pasto no había una escena consolidada de mujeres practicando este deporte, así que, ese momento el bombillo de las ideas se iluminó en su mente.
De inmediato vio una oportunidad en una necesidad. Empezó creando una revista de skate femenina llamada América patina, luego llevando sus ilustraciones de patinadoras hasta las prendas de vestir y al final, tomando la decisión de contactar a varias chicas para practicar juntas este deporte y conformar un grupo que se convirtiera un lugar seguro para rodar.
Poco a poco fue creando una red de aprendizaje, acompañamiento y diálogo constante que convocara a las chicas que deseaban aprender sobre la patineta. Acerca del nombre, dice: “la hoguera tiene todo este significado alrededor del poder, creo que es lo principal que necesitamos destacar de las chicas porque muchas veces se nos ha invisibilizado, se nos ha dejado al lado, y es muy importante resaltar ese poder que tenemos nosotras”.
A este llamado acudió Laura Herrera, quien patinaba desde los 16 años y hoy tiene 23. A lo largo de este tiempo, el skate ha influido de manera decisiva en la mujer que es en el presente, otorgándole una confianza en sí misma, de lo que es, lo que vale y lo que puede llegar a ser. Gracias a este deporte Laura construyó una imagen más fuerte de sí misma y de lo que quiere en su vida, para ella el skate es como una terapia de salud mental.
“A mí el skate me ha enseñado que si me caigo tengo que levantarme, si me golpeo acepto el dolor, vivo su duelo, pero no me voy a limitar por eso. Me ha llevado a reconocer lo que tengo, lo nuevo en mí, lo que tengo que dejar o incorporar. A hacer las cosas así sea con miedo, a esforzarme y a ser persistente”, menciona Laura.
Foto cortesía de Camilo Martínez, @cristtman.
“Es muy chévere el simple hecho de percibir mi cuerpo de otra forma frente al espacio, el hecho de intentar saltar en una tabla, de desafiar a las leyes de la gravedad me hace sentir como mucho más a gusto, de ir en contra de mis propios pensamientos, desafiarme a mí misma”, concluye Laura sobre su experiencia al patinar.
Al poco tiempo fueron llegando cada vez más chicas a esta juntanza sobre ruedas. En los momentos para conversar se dieron cuenta que había lugares comunes que habitaban desde las vivencias y las emociones, por ejemplo, varias de ellas habían sentido el rechazo de algunos chicos skaters, porque las brechas de género existen hasta en los espacios considerados como alternativos.
Esto no es un secreto. Sobre las mujeres que deciden patinar recaen muchos estigmas, así lo cuenta Laura Zamudio, conocida como “Chachis”, quien reconoce que comentarios prejuiciosos son usados para reducir el talento femenil o para indicar que el bowl no es para ellas. Sin embargo, eso nunca ha importado desde que están juntas: enfrentar esos comentarios ha sido parte de desarrollar el deporte con un enfoque de género.
Foto cortesía de La Hoguera SB.
Desde el principio habitaron el bowl con los chicos, algunos muy dispuestos a compartir, enseñar y acompañarlas. Pero, sin lugar a dudas, patinar con chicas es muy diferente, ¿Por qué?, Chachis responde: “si bien muchos chicos nos han enseñado trucos sobre como patinar, poner los pies, alzar los brazos y mover el cuerpo en general, si es muy diferente la moral que una se da patinando con chicas. Siento que con mis amigas fluye un montón, no da pena muchas cosas, porque por lo general a una le da pena patinar aquí en el parque, pero con las chicas es más fluido, nos reímos, nos caemos, nos ayudamos entre nosotras a levantarnos”.
Encuentros, salidas, competencias y muchos kilómetros recorridos hacen parte de la historia de este colectivo que eligió el skate como un vehículo de reivindicación de lo que significa ser mujer en la sociedad, para transformar roles y conquistar nuevos espacios. Este deporte las ha llevado reconocer en sí mismas habilidades, capacidades, fortalezas, emociones y lugares para habitar mientras ruedan juntas en sus patinetas, por eso desde Chévere Pensar en Voz Alta queremos contarles más sobre ellas y su relación con el skate: