Dejen ganar a los ‘chicos’
Leicester, Plaza Colonia, Independiente del Valle, Lanús… la lista no es corta. A punta de esfuerzo, planeación y hambre (palabra de uso literal, en algunos casos) los equipos no denominados grandes se sacudieron y dieron un golpe de autoridad en la mesa de sus respectivos países.
Y es que no se trata solo de aprovechar la mala hora de los equipos denominados ‘grandes’. Hay sueños de por medio, juegan sin presión alguna (no tienen nada qué perder), y hasta la suerte, en la mayoría de los casos, está de su lado. Es la revolución de los ‘chicos’, los que toman el cielo con sus manos y no lo quieren soltar nunca más.
A los grandes (y esto pasa mucho en torneos cortos) les exigen resultados inmediatos. Esto los lleva a tomar decisiones apresuradas y erróneas, si se quiere. También pasa que caen en una zona de confort, se creen intocables hasta que, justamente, les tocan lo que más les duele: su orgullo.
El contraste de sus capacidades económicas es sobrecogedora. El actual (junio de 2016) campeón de Inglaterra, Leicester, manejó un presupuesto cuyo escalafón lo ubica en el quinto más bajo de la Premier y el valor de mercado de su plantilla ocupa el decimoséptimo lugar. Aprovechó el letargo futbolístico de equipos como Chelsea, Manchester United, Arsenal, y se hizo fuerte con el paso de las semanas y meses hasta hacerse fuerte e infranqueable.
Plaza Colonia, equipo uruguayo y actual monarca del fútbol ‘charrúa’, maneja un presupuesto mensual de apenas 70.000 dólares, nada qué ver con los aportes que mensualmente, por ejemplo, hacen los más de 75 mil socios que tiene un gigante de Uruguay y el continente: Peñarol. Y para rematar dio la vuelta olímpica en el ‘Campeón del Siglo’, nuevo estadio del equipo liderado por Diego Forlán, siendo el primero en hacerlo.
Foto de referi.uy
También están aquellos que respetan procesos y tienen tranquilidad para trabajar. Pablo Repetto, DT de Independiente del Valle de Ecuador (flamante semifinalista de la Copa Libertadores) inició labores un 24 de septiembre de 2012. Desde entonces ha clasificado a los ‘rayados’ a tres ediciones del certamen continental (2014, 2015 y 2016), además de 2 copas Sudamericanas (2013 y 2014). Este equipo se ‘cargó’ este año al vigente campeón, River Plate y tomó las banderas maltrechas de una nación golpeada por la naturaleza y en el cual los ecuatorianos ven un símbolo de esperanza de cara a la reconstrucción física y moral de la nación.
En Argentina el campeón Lanús no veía futuro en su momento tras la salida de los mellizos Barros Schelotto. Su sucesor, Jorge Almirón, quien salió no de la mejor manera de Independiente de Avellaneda, fue inteligente y potenció lo logrado por Guillermo y Gustavo. Nunca atomizó, unió. El granate tuvo como gran aliado, además, al sistema de campeonato: un torneo de transición, corto, de tres meses, con una final a partido único (ante otro grande, San Lorenzo, en cancha de otro histórico, River Plate) y con los equipos fuertes jugando copa libertadores (Boca, Rosario Central, entre otros).
Nadie sabe cuánto tiempo podrá pasar para que estos equipos vuelvan a ‘campeonar’. Lo cierto es que estas gestas además de ser históricas, son ejemplo de superación personal y grupal, generan el convencimiento de que sí se puede competir en condiciones adversas, tanto económicas como deportivas, y logran despertar a los gigantes dormidos, quienes buscan poner las cosas de nuevo en su lugar. Dejen ganar a los ‘chicos’, porque a la postre ganan todos.