¿Quién nos dio el derecho?
Simona Sánchez comparte su reflexión acerca de nuestro papel como cuidadanos frente a la migración de venezolanos a Colombia.
Más de 5 millones de colombianos, aproximadamente, viven en el exterior según una publicación de la revista Dinero del año 2017. Estados Unidos, España, Panamá, Chile, Ecuador, Reino Unido, Canadá, Italia, México y Brasil son los países que reciben más colombianos y desde los cuales se envía más dinero (remesas) a nuestro país. Yo la verdad creería que somos más.
Además tengamos en cuenta que estas son las cifras de los que se inscriben en las embajadas colombianas en cada uno de los países, así que imagínese cuántos somos si contamos los que nunca avisan, los que se les olvida, los que entran y salen y por supuesto: los ilegales.
Siempre he pensado que hay más de un compatriota en cualquier lugar del mundo. Hasta en el Polo Norte debe haber un colombiano con una tienda llamada “El Paisa” siendo el más amigo de la cuadra. Los colombianos habitamos el globo por diferentes razones. Porque somos soñadores, queremos crecer personalmente, formarnos académicamente y por supuesto porque tenemos mucho empuje y valentía pero… no nos mintamos, también hemos colonizado el mundo entero porque nos ha tocado.
Sí, en muchos de los casos hemos sido desplazados, amenazados, hemos salido corriendo a pedir asilo, nos hemos ido a buscar el trabajo que aquí no encontramos, viajamos por el mundo buscando prosperidad, estabilidad, paz, un futuro mejor para nosotros y claramente, para nuestra familia. Es más, haga la tarea ya mismo y pregúntese:
¿Usted ha pensado en irse del país? ¿Por qué lo haría?
Somos una de las culturas que más habita el planeta, la gente sabe de salsa, cumbia, vallenato, ajiaco, sancocho, frijoles, arepas, carnaval, secuestros, violencia, estupefacientes (tristemente) y demás por nosotros. Afortunadamente o lamentablemente nos hemos apropiado del mapa de la migración desde hace mucho, mucho tiempo.
Entonces, ¿quién nos dio el derecho de señalar a los Venezolanos que de un tiempo para acá están migrando a Colombia? ¿A los que atraviesan la frontera con su familia entera buscando un mejor futuro en nuestro país? ¿De dónde sacamos la autoridad moral para juzgar y empezar a decir que los robos, el sarampión, la escasez de trabajo, la inseguridad es responsabilidad entera de los Venezolanos? ¿Qué bichito de la xenofobia nos ha picado? Y lo qué es peor, ¿en qué carajos estamos pensando cuando decidimos quién al nacer es o no es ciudadano colombiano? ¿Desde cuándo este es un derecho de pocos? El de tener la nacionalidad y convertirse en un “ilustre ciudadano colombiano”?
Pues bien. Si señores y señoras esto último que pregunto y afirmo no me lo he inventado. Hasta un fallo de ley tiene para ser justificado. La Corte Constitucional colombiana decidió que los recién nacidos de padres venezolanos (sin un domicilio legal en Colombia) podrán ser registrados en Colombia pero NO TENDRÁN LA NACIONALIDAD COLOMBIANA.
Esto después de investigar casos en los que venezolanos tuvieron que pagar hasta 1.200.000 pesos para dar a luz en Colombia (nada raro ni siendo Venezolano ni Colombiano, para dar a luz en este país hay que tener dinero si o si, pero ese es tema de otra columna)
Hágame el favor, negamos de entrada lo que hemos venido buscando, haciendo y reclamando durante décadas en el mundo entero. ¿Cuántos colombianos han mejorado su calidad de vida, su familia y hasta su apellido teniendo hijos en otros territorios y han hecho valer su derecho (aún en situación de ilegalidad) solicitando la nacionalidad de estos? Es más, seguro usted conoce más de un colombiano que se ha casado con extranjeros para tener doble nacionalidad. No nos hagamos los de las gafas. Esa acción es casi un deporte nacional y ahora hinchamos el pecho y nos inunda la moral diciendo que un niño de padres venezolanos (que no tienen domicilio en Colombia) nacido en nuestro país no puede tener la nacionalidad.
Claro, en este punto más de uno va argumentar que eso depende de la situación legal de los papás. Que si permitimos eso casi que los venezolanos se van a “empezar a embarazar para venir a registrar y darles nacionalidad a sus hijos acá” (como lo escuché hace unos días de un periodista en una reconocida cadena radial).
Según el gerente de la frontera con Venezuela, Felipe Muñoz, hay hasta este momento censadas, aproximadamente, 3000 mujeres venezolanas en estado de embarazo que están cruzando la frontera para dar a luz o para ser vacunadas. Frontera que recibe sobre todo a través de la ciudad de Cúcuta (porque también llegan a Bogotá, Arauca, Barranquilla, etc), un promedio de 27.000 personas diarias (para quedarse, en tránsito o que entran y salen de manera permanente) que atraviesan el Puente Internacional Simón Bolívar que conecta Cúcuta con San Antonio de Táchira.
Sí. Las mujeres venezolanas están cruzando de mil maneras la frontera para tener sus hijos acá. Para garantizarles la vida, la nutrición, los medicamentos y poder tener un mejor futuro o un presente no parecido al que viven ellas allá. ¿Nos suena la situación familiar?
¿Cuántos colombianos, desde hace décadas, llegan a otro país para hacer exactamente lo mismo? ¿Cuántos han salido corriendo por la situación social que viven acá buscando un mejor futuro familiar?
Pero no. Parece que como siempre hemos olvidado y además cerrado el canal de la solidaridad. Y más ante una situación como la de Venezuela y su migración que ya está en el punto de Crisis Humanitaria.
Lo más triste no es sólo eso, lo más triste es que en este caso es un tema dirigido hacia la infancia. Una idea loca de control de población a través de la cual le estamos negando a un menor la nacionalidad. Menor amparado por los derechos universales de los niños. No se nos olvide. No de sus padres. Ni de la ley del país en el que nacen.
Todo parecer indicar que los colombianos hacemos y escondemos la mano. Somos expertos desmemoriados y ahora practicamos día a día la xenofobia hacia los venezolanos. ¿Será por aquel mito castro chavista que nos metieron unos cuántos? ¿Qué nos está pasando?
Yo sigo tristemente sorprendida y creyendo que en definitiva nos llevó el que nos trajo. No puedo creer la falta de solidaridad que hay en nuestro país. El sagrado corazón egoísta y desangrado. La poca humanidad que nos queda con respecto a la vida y situación de los más necesitados. El resentimiento que nos inunda y todo lo que hemos olvidado. Porque no olvidemos que Venezuela nos dio casa durante años. Según un estudio publicado por la Universidad del Rosario sobre el Flujo Migratorio de los Colombianos en Venezuela, en el año 1991 los colombianos constituían la mitad de la población en Venezuela debido a la migración. Ese número con los años fue aumentando. En el año 2005 se calculaba que 625.000 colombianos habitaban Venezuela. Muchos mas que los Venezolanos que ahora habitan Colombia.
Porque ahora, según cifras de la oficina de Migración de Colombia, aproximadamente 550.000 Venezolanos están en territorio colombiano. El número de atenciones de emergencia ascendió a 24.727 el año pasado (2017). Se han aplicado 111.827 dosis de vacunas de las cuales el 90% es para niños menores de 5 años. Y claramente de ese casi medio millón de venezolanos menos de la mitad están de manera legal. Ya que como lo publicó también La Silla Vacía según datos de Migración Colombia, mientras que a julio el estimado era de 350 mil venezolanos de los cuales 140 mil eran ilegales, a diciembre la cifra creció a 552 mil, de los cuales 374 mil son ilegales. De esos, se estima que al menos 225 mil entraron por trochas (pasos irregulares) al país.
Es decir, además de que el número de venezolanos en Colombia creció en 57 por ciento en solo cinco meses, el de ciudadanos ilegales lo hizo en un 167 por ciento, mientras que el de legales decreció en 11,5 por ciento.
El Gobierno Colombiano a través Ministerio de Salud colombiano claro que ha dado su mano y se ha pronunciado, tanto que informó que ante el “ingreso masivo de venezolanos a Colombia” va a presentar un plan básico de salud para los extranjeros no afiliados que incluirá atenciones de emergencia, prevención de enfermedades, controles prenatales y vacunas. Pero imagínese si el servicio de salud para los propios colombianos es paupérrimo, ¿cómo será para los extranjeros venezolanos? ¿Y qué sacan con cubrir esas necesidades si aquel niño o niña que nace en este territorio no tiene derecho a su nacionalidad como Colombiano?
Cada uno de los venezolanos que conozco (y conozco bastantes por cierto) AMA ser venezolano. Nunca he escuchado a ninguno hablar mal de su nacionalidad y su cultura por encima del amor u odio que tenga hacia el Gobierno de turno. No conozco un solo venezolano que no ame estar en su país, en su ciudad. Disfrutar de su cultura, crecer, vivir, viajar, gozar allá. Si se están yendo no es porque quieran sino porque les toca y si llegan mujeres venezolanas embarazadas a dar a luz acá no es porque prefieran que sus hijos sean colombianos y no venezolanos.
No. Es porque allá no hay condiciones ni de medicamentos, atención y salud para garantizar su vida y la de su bebé. Y uno como madre es capaz de todo por sus hijos y su bienestar. Ante ese panorama ¿Por qué no aplicar la solidaridad? Más siendo colombianos y sabiendo todo lo que pueden vivir o todo lo que puede pasar cuando hay que salir corriendo a otro país para pedir ayuda y solidaridad?
¿Qué haría usted en esa situación?
¿Qué haría usted si fuera mamá o papá?
¿Cuál cree que, como colombianos y países hermanos, es nuestra responsabilidad?
Sólo espero que esto no nos lleve a la más profunda insensibilidad ni a la xenofobia más intensa que cada día, sobre todo en medios de comunicación y en muchos ciudadanos veo que aumenta sin parar. Dividir en vez de unir. Colombianos señalando, juzgando, amenazando, persiguiendo y hablando mal de nuestros hermanos venezolanos. Llenándonos de razones para no dar la mano. Como para que nos terminemos de chiflar y nos de por construir un muro en la frontera y mandar a tumbar el puente Simón Bolívar el que conecta los dos países más ricos de América Latina.