Los maestros: los retos de la educación remota
El modelo de educación en nuestro país estaba en su mayoría centrado en la presencialidad. Desde la etapa de jardín, hasta la universidad los estudiantes debían asistir a un espacio físico en donde tenían establecido un horario y los profesores estaban presentes para llevar a cabo la jornada académica. Mientras tanto los padres de familia ejercían sus labores diarias y así se completaba la rutina.
De igual forma las instituciones estaban llamadas a garantizar que los estudiantes tuvieran todo lo necesario para poder desarrollar sus jornadas. Objetos como computadores, tablets, escritorios, bibliotecas, internet e inclusos espacios como canchas de fútbol, baloncesto o cafeterías eran de vital importancia y, por lo menos, un objetivo en el horizonte.
Aunque la educación en Colombia siempre ha tenido aspectos para mejorar o cambiar, lo anteriormente mencionado era una suerte de consenso. Sin embargo, con la llegada del COVID-19 lo que se conocía dejó de ser el epicentro de la educación y los hogares se terminaron convirtiendo en los espacios para tomar clases, hacer tareas, comer y pasar los recesos entre clases. La socialización que permitían los espacios educativos también se perdió y la educación como se solía conocer se desdibujó para tomar el rumbo de la virtualidad.
Pero si la educación tradicional necesitaba algunos ajustes, la educación remota, asistida o para muchos virtual fue un detonante más que terminó de aumentar la crisis que esta ya presentaba.
La falta de cobertura de internet a nivel nacional, la carencia de equipos, el desconocimiento de la educación remota y de la tecnología a usar, sumado a las brechas sociales tuvo sus consecuencias durante el segundo semestre del 2020. En la educación básica cerca de 103.000 estudiantes se retiraron del colegio por crisis económicas en sus casas o porque no tenían las herramientas para continuar a distancia. En el caso de la educación superior el panorama fue más desalentador pues la deserción estudiantil llegó al 50% en algunas universidades del país, según Jaime Arias, rector de la Universidad Central.
Analizamos con Rocío López, maestra en Educación con énfasis en Tecnología Educativa y Doctora en Ciencias de las Información y la Comunicación, sobre el panorama de la educación y el rol de los maestros en este proceso.
Las brechas de la educación
El acceso a internet fue uno de los principales problemas que se desarrolló a raíz de la pandemia. Las principales ciudades cuentan con una infraestructura que les permite tener acceso a internet, pero las zonas rurales o alejadas del país no cuentan con la misma suerte. Esto se debe a que Colombia es un país geográficamente complicado, acentuado por el conflicto, que no permite establecer una infraestructura común, lo que limita o impide este servicio.
Según Diego Moreno, presidente de la empresa de telecomunicaciones Skynet Colombia en lugares como Chocó o San Andrés la mayoría de redes son 2G y 3G, y en el caso de las zonas rurales, donde cerca de 1.8 millones de personas se conectan, la red es 2G y esta solo permiten realizar llamadas y enviar mensajes de texto.
Esto deja un panorama demasiado desalentador para una educación que en su mayoría es virtual y por ende necesita que tanto alumnos como profesores tengan una conexión a internet estable y que navegue en 4G o en el mejor de los casos 5G.
La tecnología fue otro problema para los profesores. Docentes que llevaban más de 15 años ejerciendo su profesión tuvieron que de la noche a la mañana empezar a dictar sus clases a través de un computador y utilizando herramientas tecnológicas que en algunas ocasiones fueron brindadas por las plataformas de la universidad, pero que los maestros no sabían usar en su totalidad.
Sumado a lo anterior, esta educación remota también exige un cambio de dinámicas, no se puede hacer una clase igual a la que se hacía presencialmente, así que los maestros también tuvieron que cambiar sus planes de trabajo o adaptarlos a las nuevas necesidades que se tenían y que fueron avanzando con el tiempo. Frente a esta realidad eran pocos los profesores que estaban preparados para afrontarla.
“No hubo tiempo de adaptarse a los formatos, la educación virtual lleva tiempo. Acá no hubo un momento para aprender y luego empezar las clases. Los maestros tuvieron que arrancar con meet, teams o la plataforma que tuviera la universidad o colegio y en el camino ir formándose. No solo fue un proceso de aprender con la herramienta en el sentido instrumental (prender un computador, conectarse, abrir un micrófono, prender la cámara, etc) sino también saber llevar su clase a un proceso remoto. Yo me atrevo a decir que todavía estamos en ese proceso” dice López.
Otra de las brechas que más creció fue la social. “Estudiantes que tenían problemas económicos en casa no se iban a gastar la plata en datos para el celular, en otros hogares no habían los suficientes dispositivos, el computador o el celular era de uso exclusivo de los padres y sus trabajos”, afirma López. Por este motivo muchos estudiantes decidieron retirarse de su colegio o universidad.
“Docentes de la Alta Guajira pasaron por grandes peripecias para poder continuar sus clases. Algunos las hicieron por WhatsApp y mandaron el material, otros hicieron llegar la cartilla a los alumnos y una semana después ellos recibían el material, incluso tuvieron que hablar por teléfono uno a uno con los estudiantes para poder resolver sus dudas”, afirma Rocío López, hablando de algunas de las soluciones que encontraron profesores para poder dar continuidad a la educación en algunas zonas del país.
Educación virtual v.s. educación remota.
Lo que ha sucedido con la educación en el país para muchos es lo que se conoce como educación virtual, sin embargo muchos expertos en el tema afirman que no lo es y que lo que se ha realizado desde marzo de 2020 es educación remota, ¿es distinta?, ¿cambia el rol del maestro? La respuesta a estas dos preguntas es sí.
“En la educación virtual comenzando por los roles, el estudiante es el protagonista y lleva a cabo un proceso de forma autónoma, él es el que plantea su ritmo de trabajo y hay unos contenidos dispuestos para que él pueda ir llevando ese proceso. No se requiere cumplir un horario específico, unas jornadas específicas, sino que cada uno puede ir a su ritmo. Además, se puede establecer tareas colaborativas con los padres o con otros compañeros que también están llevando a cabo su proceso de aprendizaje. La responsabilidad recae en el estudiante” cuenta López, resaltando además que el rol del docente es la de un tutor que acompaña el proceso por medio de foros, chats y otras herramientas que no necesariamente deben ser sincrónicas.
Mientras que en la educación remota – modelo que se desarrolla en Colombia según ella – “Es trasladar el proceso de las aulas a la pantalla donde el profesor sigue siendo el protagonista, el que tiene el conocimiento y habla toda la hora, y los estudiantes están más de espectadores.”
El nivel de atención que necesita este modelo por parte de los estudiantes es muy alto, pero lograrlo es muy complicado porque la alta exposición a las pantallas y todo lo que ocurre a su alrededor en casa hace que los estudiantes se dispersen con facilidad.
En este punto los padres de familia o cuidadores han cumplido un rol fundamental y para algunos desgastante. La educación remota ha mostrado la necesidad de replantear la comunicación existente entre las instituciones y la familia, convirtiendo a los padres en un aliado en la educación de sus hijos.
Los retos de los maestros
Sin duda los docentes han llevado gran parte de la presión que ha implicado este cambio de educación en el país, pero también ha sido un momento interesante para repensar la forma en que se venía educando, su rol en el proceso y lo retos que su profesión tiene por delante.
La deserción escolar ha sido una de las primeras presiones, sobre todo en la educación infantil en grados de pre-escolar y jardín. La necesidad de las instituciones de mantener a sus alumnos ha caído sobre los docentes quienes tienen la obligación a través de sus clases de mantener a los estudiantes, pero en estos grados no es mucho lo que ellos pueden hacer a distancia. Por eso los padres de familia han sentido un peso adicional y en algunos casos, frente a la falta de tiempo, han optado por retirar a los menores de su proceso educativo.
Sin embargo, la presión a los maestros trasciende otros grados escolares. “Esto ha hecho que los docentes hayan tenido que replantearse y repensarse muchas cosas, entre ellas algunas actividades que no pueden llevarse de forma remota. Por ejemplo, el formato de evaluación: este ha sido todo un reto, ¿cómo evaluar o cómo hacer un seguimiento a los estudiantes de forma remota? ¿Cómo generar participación en los niños de los primeros grados de primaria?” dice López reflexionando sobre lo que ha implicado para los maestros esta nueva etapa.
Para poder solucionar algunos de estos problemas los docentes han tenido que invertir un mayor tiempo, no solo en la preparación de sus clases y las diferentes dinámicas sino también en llevar una educación paralela que les permita entender cómo funcionan las nuevas herramientas que les puede facilitar la educación remota.
Además, esto también ha implicado que los maestros vean la tecnología no como el distractor de la educación sino como el aliado que permite que los estudiantes puedan tener su proceso remoto, algo que no ha sido fácil para muchos.
Frente a este tema Rocío López hace un análisis que desde ya se está viendo reflejado en la academia. “A mis estudiantes que se preparan para ser docentes les hablo mucho sobre el cambio de la educación, la manera como enseñamos y aprendemos. Esto nos llevó a un paso en el que no va a haber marcha atrás y la educación semipresencial va a tomar más poder (…). Muchos de mis estudiantes antes de la pandemia se oponían mucho al tema de la tecnología y eso pasaba por dos motivos, el miedo a que no funcionara la tecnología y el viejo discurso de que eso es malo para los niños, pero hoy estamos llamados a hacer ese cambio”.
Para López, otro de los retos que enfrentan los maestros es repensar la jerarquía de roles, en donde el profesor no es el único que sabe, el estudiante también tiene algo para aportar. Es una dinámica en donde se debe establecer una comunicación más horizontal en donde se deposite confianza en el estudiante y así lograr procesos más autónomos en donde el profesor no esté vigilando sino acompañando ese proceso educativo.
Los espacios físicos de la educación son irremplazables
Si bien la educación remota ha mostrado que algunas cosas pueden funcionar a futuro, también ha dejado ver que el proceso de aprendizaje no solo está en los profesores, los libros e internet. Los espacios físicos mostraron una importancia relevante en lo que respecta a los desarrollos psicológicos y sociales de muchos niños, sobre todo en quienes se encuentran en edades de desarrollo.
“Para muchos estudiantes el colegio o la universidad es el lugar en donde pueden vivir otras experiencias, socializar con sus pares, hacer actividad física, incluso complementar su alimentación a través de los menús escolares”, afirma López recalcando la importancia que tienen estos espacios y que van mucho más allá de la educación.
Respecto a este tema organizaciones como la UNCIEF ya se han pronunciado al respecto pidiéndole a los países latinoamericanos – que son los que más tiempo llevan en este cierre - que den apertura de forma gradual a las escuelas. Según Rocío López este llamado se da después de conocer algunos estudios que confirman que los niños menores de 10 años no son focos de contagio y que por esta razón deberían volver a la presencialidad ya que este modelo remoto va a tener un impacto muy fuerte en esa generación.
¿Ha funcionado la educación remota en Colombia?
Llevamos más de un año en el proceso de educación remota y aún es muy poco tiempo para hablar de casos de éxito, incluso de si ha existido algún tipo de aprendizaje. López al respecto destaca tres cosas a tener en cuenta y que son muy variables en cada proceso: la metodología del maestro, el proceso de aprendizaje de cada persona y el acompañamiento familiar.
La metodología de enseñanza está muy ligada al conocimiento tecnológico que tenga el maestro en este punto, además de las herramientas que puedan ser brindadas por cada institución y de la conexión que tenga el estudiante. Cada profesor ha logrado continuar su enseñanza con su conocimiento y la de sus estudiantes.
Pero el resultado final no depende solo del maestro, el proceso de aprendizaje que tenga cada estudiante también es una variable porque cada persona tiene un estilo distinto de aprender y lo que para algunos es fácil para otros es complicado. Además de recordar que no todos los estudiantes tienen las mismas comodidades en cuanto a tecnología y espacios para estudiar.
Finalmente, el acompañamiento familiar o del tutor es lo que se ha podido ver que más éxito ha generado en el aprendizaje de los niños, sobre todo los más pequeños. Los padres que han logrado crear una comunicación efectiva con los maestros e instituciones han sido de gran ayuda para poder avanzar en la educación, pues son puentes vitales para lograr la concentración y el compromiso que exige la educación remota por parte de los estudiantes.