El viche: más que una bebida, una cultura
Por: Geraldine Muñoz y Esteban Zapata
“Para mí, el viche es como parte de mi sangre, de mi cuerpo, de todo lo que soy. El viche no es solo una bebida, sino que es memoria, es tradición, son años de saberes ancestrales”, dice Sixta Julia Urbano Candelo, una mujer afro de Timbiquí, docente y sobreviviente del conflicto armado en el Pacífico colombiano.
Sixta Julia además, es una guardiana de la tradición: de la gastronomía, de los cantos, de los arrullos, de las fiestas y cómo no, del viche, esa bebida en la que se guardan años de conocimientos, de tradiciones, de formas de ver y entender el mundo, y que ahora es reconocida como Patrimonio Colectivo de las Mujeres del Pacífico Colombiano, gracias a la Ley 2158 de noviembre de 2021 o Ley del Viche.
¿Qué significa esta Ley para la región, para Cali y para toda la comunidad afro del Pacífico?
Como lo ha dicho en varias ocasiones la reconocida cocinera Vallecaucana, Maura de Caldas, alrededor del consumo del viche hay todo un conjunto de prácticas culturales que se han encargado de dar sentido a la vida de varias de las comunidades afro en la región.
“El viche se utilizaba para ayudar a las mujeres en su momento de dar a luz. Cuando una mujer estaba pariendo, se le daba un trago de viche para facilitar la salida del bebé, también cuando se tenían dolores se hacían masajes con viche y santo remedio”, dice la mayora Maura. Pero va más allá: el viche se utiliza también para curar parásitos, dolores intestinales, mordeduras de serpiente, dolores de cabeza, debilidad, para dar vitalidad física y mental, para alegrar el día, para curar depresiones, para espantar tristezas y, también, para la fortaleza sexual y la fertilidad.
De ahí que, como lo dice Sixta Julia, sea imposible pensar que el viche no es más que un licor artesanal. “Es una bebida ancestral, que se prepara de modo artesanal y que tiene propiedades medicinales, que alegra el ánimo, que da potencia y vigor”.
Esta bebida para varias comunidades, le ha ha dado un gran aporte a sus vidas, a partir de la relación con la selva, los ríos, el mar, como una fuente de energía, en la que se guardan todos los conocimientos que les ha permitido continuar consolidando sus prácticas ancestrales con las contemporáneas.
Por esta razón, la importancia de la Ley del Viche radica en que esta bebida continúe siendo un patrimonio cultural para las comunidades del Pacífico, y no se convierta en un simple elemento de venta y consumo al que las dinámicas propias del capitalismo y la globalización, le quiten su significado histórico.
“Mucha gente desconoce qué es el viche, de dónde viene, para qué sirve. El viche es una cultura entera a la que no se le puede poner impuesto porque no es una bebida alcohólica. Es un saber ancestral y los saberes ancestrales no se venden”, menciona Lucía Solís, guardiana del patrimonio afro que hace parte del colectivo de mujeres Destila Patrimonio y que participa permanentemente en el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez.
A propósito Nidia Góngora, reconocida cantora y vichera expresa que el viche tiene una connotación tiene espiritual, la salud y las prácticas de la comunidad, ya que existe un viche curao para cada necesidad que tenga la persona, bien sea para cantar o sanar algún síntoma.
“Nos es muy difícil aceptar, asimilar y entender el enfoque que se le está dando al Viche, porque sentimos que el romanticismo con el que se está hablando no da lugar a la forma cómo se concibe en el Pacífico, colocando una cantidad de nombres por estrategia de marketing, por vender o volverlo moda. Nosotras como portadoras, como vicheras, como mujeres del territorio que venimos en la tarea de conservar todos estos elementos de la ancestralidad, tenemos la responsabilidad de llamar la atención a la forma como se está estigmatizando el viche desde lo negativo. Este era históricamente perseguido, prohibido incluso dentro del territorio, desde ese punto y también desde la percepción que le están dando hoy en día relacionado únicamente con la actividad sexual, usando unos nombres que nunca se habían usado en el territorio como “rompe calzón” “parapicha”, “caigamos juntos”, cuando ese es uno de los tantos elementos y el menos importante”, indica Góngora.
Agrega que “es importante reconocer la importancia que tiene esta bebida, el papel que ha venido cumpliendo en términos culturales y económicos dentro del Pacífico y desde allí seguir en el proceso bonito de patrimonialización de esta bebida porque de acuerdo con el tinte con el que lo vendas, ese es el mismo respeto con el que se ve”.
La Ley del Viche evitaría a futuro, episodios como el ocurrido en 2018 en Cali, cuando una firma privada solicitó patentar el viche y registrar la marca Viche del Pacífico, con fines mercantilistas. Y, en ese sentido, la Ley termina por proteger al Festival de Música del Pacífico, Petronio Álvarez, como festival folclórico y tradicional que sigue siendo de los pueblos del Pacífico y no de intereses privados. Un festival declarado patrimonio cultural inmaterial de la nación desde Julio de 2011.
Un estudio realizado por los investigadores Carlos Andrés Meza, Jesús Gorkys Murillo, Carlos Palacios para llamado “La ruta del viche. Producción, circulación, venta y consumo del destilado en el litoral Pacíco colombiano”, afirma lo siguiente:
“Alrededor de la producción y consumo del destilado artesanal hay unos conocimientos y saberes locales que se producen y recrean. No obstante la negación e imposición por parte de las formas modernas de conocimiento —por ejemplo, la política del monopolio licorero—. De ahí que veamos diferencias culturales y epistemológicas entre formas modernas y locales de conocimiento, en donde las segundas son: “prácticas de diferencia ecológica, social y cultural que están profundamente vinculadas a la cultura y al lugar, donde economías, existencias, epistemes, sujetos y poder, se reconfiguran a partir de sus singularidades, proyectos y urgencias”
También afirma que “el viche ha logrado generar en muchos pueblos y barrios del litoral una relativa estabilidad y autosuficiencia para la red familiar empobrecida, dentro de una dependencia económica de ingresos bastante inestables y variables según la abundancia o escasez de las cosechas y la oscilación de la demanda de productos agrícolas y maderas en los centros urbanos consumidores”.
Tal informe es el segundo de una serie que tiene por objeto divulgar los resultados del proyecto de investigación “Alambiques prohibidos y destilación proscrita. Una mirada comparativa sobre la elaboración, el comercio y el consumo de licores artesanales en Colombia”, realizado conjuntamente con la Universidad del Pacíco y financiado por Colciencias. Con esta serie el ICANH reabre la colección de Informes Antropológicos, cuya última edición fue en 1997.
Términos económicos
Países como México, Brasil, Chile y Perú, han logrado que las bebidas alcohólicas artesanales como el mezcal, la cachaza o el pisco, sean objeto de una patrimonialización que se concreta en derechos de producción y comercialización por denominación de origen, teniendo en cuenta la trascendencia histórica y cultural de sus comunidades.
En Colombia, la Ley del Viche evita que grandes marcas o empresas privadas se dediquen a la explotación industrial de esta bebida, sin embargo, esta Ley también impulsa el desarrollo económico de las comunidades del Pacífico a través del viche.
Esta es la ruta del Viche en el litoral pacífico:
Imagen tomada del informe “La ruta del viche. Producción, circulación, venta y consumo del destilado en el litoral Pacíco colombiano”.
Para la cocinera Maura de Caldas, es muy importante mencionar dicha información pues, no es lo mismo que una firma privada venda viche producido sin las prácticas ancestrales, a que una comunidad lo haga luego de producir la bebida de modo artesanal, manteniendo todas las prácticas que implica su producción.
Por este motivo, la Ley representa para las comunidades negras del Pacífico una posibilidad de fortalecer sus procesos de emprendimiento y desarrollo económico de manera simultánea mientras se preserva una de sus tradiciones más importantes.
Además de lo anterior, plantea proteger y dar prioridad a los municipios con vocación vichera de la región Pacífica colombiana, en territorios étnicos de los departamentos de Chocó, Cauca, Nariño y Valle del Cauca.
“Los municipios de vocación Vichera/Bichera de los cuatro departamentos serán delimitados según la caracterización y atributos establecidos en el Plan Especial de Salvaguardia del Paisaje Cultural Vichero/ Bichero a partir del trabajo realizado con las comunidades portadoras y las demás herramientas que disponga el Gobierno Nacional”, dice la Ley 2158. Asimismo, se determina que el Gobierno y las demás entidades competentes impulsen y promoverán a las productoras del viche y sus derivados mediante “asesoría, acompañamiento, financiación, fomento, comercialización, estrategias y las demás acciones que conduzcan al posicionamiento de estas bebidas artesanales y ancestrales del pacífico colombiano, nacional e internacionalmente”.
Como lo dijo el secretario de Turismo de Buenaventura, Nixon Arboleda, a través de un video publicado en redes sociales: la Ley del Viche es, ante todo, una reivindicación del profundo e inmenso aporte que la comunidad afro del Pacífico le ha hecho a la cultura de todo el país.
Yo quiero viche / Ritmo del Este
Resignificando la caña
“Para muchos hablar de caña representa muerte, esclavitud, racismo, pobreza, sequía y la desigualdad. Para nosotros en el Pacífico ha sido bonita la reivindicación de la caña porque es la misma gente la que siembra su caña en el territorio, no desde los laboratorios a los que prácticamente se han convertido los ingenios y la explotación tan fea que se le da a la caña, sino que dio un giro la mirada hacia la siembra de esta planta hacia la resiliencia”, expresa Nidia Góngora.
“La caña ha sido el sustento de muchas familias, un medio para usarla para temas relacionados con la salud, lo espiritual y el empoderamiento. Si a mi me preguntan cómo se perciben los cañaduzales aquí en Cali donde matan niños, donde hay sangre, cañaduzales de muerte y de sangre, comparado con la manera como se percibe en Timbiquí son cosas muy distintas. Por eso es importante aplaudir el trabajo de vicheros y agricultores que desde hace años han sembrado para su sustento”, explica la cantora.
Artistas como Junior Jein, Nidia Góngora y más personas han destacado no solo con su música el valor cultural de las comunidades del Pacífico, sino también han tenido proyectos vicheros, como Viche Positivo o “El Señor del Pacífico”
Tomado del Facebook de Junior Jein
Tomado de Viche Positivo
Baterimba, Cincerity y Baterimba - Viche