Develaciones: un río para reconocerse, confrontarse y sanar
Navegar por un río es como navegar por el alma humana. El fluir del agua, la arena, las piedras y los seres vivos que se nutren del caudal son metáforas que resumen la historia del mundo. El río puede ser amable, tranquilo y lleno de riquezas, o puede ser una fuerza devastadora que arrasa todo a su paso. Pero sin importar la vida o la muerte que arrastra la corriente, el río siempre fluye, se agita, nunca para y es este movimiento el que lo vuelve una fuerza que también limpia, que sana.
Develaciones: un canto a los cuatro vientos, es como un viaje fluvial, que recorre un río vivo, inmensamente rico, dotado de una belleza inefable y de un dolor muy profundo. Esta obra de teatro creada por la Comisión de la Verdad, coproducida por el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo y la corporación La Paz Querida, exhibida durante el Festival Iberoamericano de Bogotá, presentó 102 artistas en escena que vienen de los cuatro puntos cardinales de Colombia y buscó poner sobre el escenario varios de los puntos relacionados con el conflicto que estarán en el informe final de la Comisión.
Desde el primer segundo, esta obra genera una conmoción en todo el cuerpo. Precisamente, como cuando uno se mete a un río de agua helada y siente un corrientazo que recorre cada nervio y que a uno lo sacude y lo pone en el presente absoluto. Así es Develaciones, un sacudón que nos confronta con la realidad de Colombia, una que es muy ajena para la mayoría de las personas que habitan en el país. Pero ahora más que nunca hay que mirar, escuchar y entender.
Y al igual que al río, al dolor de décadas de una guerra absurda hay que atravesarlo y los más o menos 70 minutos que dura esta puesta en escena es un primer paso para empezar esa tarea tan compleja pero infinitamente necesaria.
“Teníamos como meta conmover”, dice Nube Sandoval, quien junto con Bernando Rey e Iván Benavides dirigió Develaciones. El informe final de la Comisión de la Verdad, mostrará muchos datos y estadísticas sobre el conflicto, lo que apela a la razón, pero para que toda esta información pueda generar un impacto es vital también apelar al corazón y ahí es donde esta obra juega un papel muy importante.
“El arte es un medio muy potente para comunicar y eso nos lo han enseñado las comunidades. El arte permite nombrar lo innombrable y comunicar muchas cosas que están en el alma de los pueblos”, opina la Comisionada Lucía González. Quien agrega que en Colombia el arte no solo es una “elaboración estética sino una urgencia humana”.
Y en esa urgencia humana, Develaciones unió artistas de toda Colombia. Desde Uribia hasta Guapi, esta obra caminó el país y juntó grupos de danza, música y arte, víctimas, actores y actrices profesionales con el fin de intentar representar la inmensa riqueza y diversidad del país y las historias que la guerra ha atravesado.
A medida que las escenas se van desarrollando, se siente el miedo y el desespero de huir de un pueblo que está siendo tomado a punta de tiros; se acompaña a las madres que escarban en la tierra en busca de los restos de sus hijos asesinados; se presencia un reclutamiento forzado de menores de edad; se acompaña a quienes usan las paredes de las ciudades como lienzo de expresión; se nos recuerda los 6402 mal llamados falsos positivos; pero también la obra nos saca de esa lógica que durante décadas ha tenido la vida en este país, sobre todo en los sectores privilegiados de las ciudades, la cual nos ha dicho que la guerra es algo lejano, es algo del otro, del pobre.
Develaciones también nos lleva a la mesa de las clases más altas, en las que se toman las decisiones que a la larga nos afectan a todos y desde donde entre la opulencia y la indolencia se mira con desdén al resto de la población y se justifica el horror. Pero no solo se queda ahí, también viaja al corazón de la clase media, la que vive con los choques entre las generaciones cómodas con el caos y las que buscan un cambio. Donde está en conflicto la tradición y el deber ser con el ímpetu joven y su esperanza de un mundo mejor y donde se vive la contradicción y el desespero de no saber bien en qué orilla se está.
“Esto somos nosotros, esto hace parte de nuestra historia de nuestra vida y es muy sanador para un país el hecho de encontrarse en esta comunión que permite el teatro. Mirarse en el espejo de lo que es esa epopeya del pueblo colombiano”, comenta Nube. A parte del impactó que genera Develaciones, también produce la reflexión, una que nos invita a pensar qué hacer con el dolor, qué podemos aprender de esta guerra y cómo empezamos a sanar y sanarnos.
Ya que si bien no todos tenemos una responsabilidad en el conflicto sí la tenemos en la finalización de este. Y una buena forma de empezar a hacer un cambio no solo es ponernos en los zapatos del otro sino acercarnos para aprender de este. “Ese otro que ha sufrido tanto es un maestro de la resistencia, de la altura moral, que nos ha enseñado del perdón y la reconciliación”, comenta Lucía González.
Esta obra solo tuvo cinco funciones durante el festival, pero se espera que en el futuro pueda volver a montarse sobre un escenario. Aún así, Develaciones ya dejó un impacto muy profundo en el país, tanto en el elenco y el público que pudo hacer una catarsis con este descomunal poema, como con las enseñanzas que nos deja y la esperanza de un país inmensamente rico y creativo que exige la paz, y que nunca dejará de contar su historia.