"Mangual" de El Maquinista
Los humanos vivimos atrapados entre los engranajes de una máquina que constantemente nos aplasta sin piedad. Nuestros huesos molidos y nuestra sangre son el aceite que lubrica ese aparato controlado por un verdugo indolente que ríe mientras mueve las palancas a su gusto, sin importarle nadie ni arrepentirse de nada. Los gritos de rabia de todas esas almas torturadas no solo alimentan a ese monstruoso artefacto, sino también al demoledor sonido de El Maquinista.
Se podría decir que este grupo bogotano creado en 2016 se enmarca en el powerviolence, pero intentar definir el sonido de la banda es limitarla, ya que grind, punk, hardcore, entre otros ruidos, se unen para formar su oscuro y distorsionado universo. Lo mejor que se puede hacer es sentir la música y lo primero que El Maquinista entrega es una descarga de velocidad arrazadora.
La música de El Maquinista es una inyección sónica de adrenalina que a mil revoluciones por segundo arrastra directo al corazón del caos. Pero no a un caos negativo, mas bien es similar al que se vive en un espacio cerrado lleno de cuerpos sudorosos que lanza golpes al compás de una batería. O al caos que se siente en lo más profundo del cerebro cuando en la soledad de una habitación sofoca el peso de la frustrante realidad.
El Maquinista es un grito que sale de las entrañas, y el pasado 20 de julio lanzó su primer álbum llamado “Mangual” (2020), el cual desde el primer corte hace honor a su nombre. Un mangual es un mazo unido a una cadena que, como la portada del disco ilustra, se usa para destrozar cráneos.
Precisamente este álbum grabado en vivo en las salas de ensayo de Audio Room por Jhon Newmann -quien también hizo la mezcla- y masterizado por Daniel Flórez en Big Studio, es una invitación a averiar esa máquina, a destruir a punta de gritos esas cadenas físicas y metafóricas que restringen nuestra libertad. Cristian Lozano Marín, vocalista, dice que las 13 canciones tocadas en 16 minutos que conforman “Mangual” (2020), son “una oda al levantamiento de las personas en contra de los verdugos”.
Lo más llamativo de este trabajo es que cada canción está dotada de una complejidad muy interesante. Por ejemplo, “Crisis en tierras infinitas” empieza con una introducción densa y lenta, de ahí acelera hasta un punto en el que la música se vuelve una tormenta eléctrica y cuando se está a punto de salir volando, llega un corte que baja el tempo y no da otra opción más que saltar.
En “Sauce: Hasta que el mundo colapse”, el dulce desenfreno empieza con un ritmo estilo grunge pero muy extremo, al cual lo preside una parte que raya en el black metal. De alguna forma la canción logra que la distorsión se sienta en las venas y cuando la sangre está a punto de evaporarse, llega un golpe lleno de groove perfecto para mover la cabeza y sentir el júbilo de ver cómo la máquina explota y lanza sus piezas en cámara lenta por los aires.
En la mitad de este genial caos está “Estancado en el tiempo, un viejo sentimiento llega con el aroma de los cuerpos en el pozo”, que al mejor estilo de “You Suffer” de Napalm Death, dura seis segundos. Pero lo más llamativo es que el grupo se atreve a explorar las posibilidades del ruido, sobre todo con “Mata, Cicatriza y Supura”, una de las mejores canciones del disco en la que la voz hace un experimento curioso, como un grito pero hacia adentro. Algo así como un agujero negro que se chupa la luz de una estrella.
Cada canción de este disco, entre la velocidad, guarda un mundo de composición extrema muy creativo. Son como escenas apocalípticas de desahogo, de lucha, de expresión y de liberación.
Para finalizar, cuando se está agitado, rabioso y eufórico frente a los restos de esa máquina sobre la que agoniza el verdugo, la chispa que El Maquinista lanza para acabar de incendiarlo todo, un cover de “Tourette's” de Nirvana que nos invita a bailar y cantar sobre el fuego.
Sin duda “Mangual” (2020) es un disco hecho con mucha pasión y por eso exige una escucha igual de apasionada, ya que estos 16 minutos de furia son una hermosa catarsis extrema.