30 años de la voz etérea y el sonido oscuro en el 'Dummy' de Portishead
Con los antecedentes casi inmediatos de Massive Attack, Portishead irrumpía en la industria de la música del 94 con su primer álbum, con sonoridades que evocaban al blues y al jazz, coqueteando con ritmos electrónicos y la crudeza del rock, justo cuando los críticos musicales comenzaban a agrupar este tipo de sonidos como trip hop.
Lanzado el 22 de agosto de 1994, Dummy fue uno de los álbumes definitorios de los años noventa y un auténtico éxito a nivel global, en tiempos en los que las cadenas televisivas promovían videoclips como películas y jóvenes ansiosos esperábamos la rotación de canciones de otras latitudes en las estaciones de radio para escuchar novedades (y grabarlas en casetes).
El álbum recibió elogios de la crítica, obtuvo varios premios de relevancia e inspiró a legiones de imitadores e incluso sigue siendo venerado en la actualidad.
La agrupación de Bristol, Reino Unido, conformada en el 91 por la cantante y compositora Beth Gibbons, el multiinstrumentista Geoff Barrow, el guitarrista Adrian Utley y el productor sonoro en este trabajo Dave McDonald, gestaron un sonido identitario que se convertiría en sello propio de los noventa.
Cobijados por la melancólica, la fuerte voz de Beth Gibbons, la política en sus líricas —cual manifiestos emocionales para una época en la que la salud mental ni siquiera estaba en el plano de prioridades—, comenzaron a cuestionar las razones de diversas situaciones consideradas como ordinarias.
En una entrevista con The Guardian, Geoff Barrow reconoce que su salud mental iba en deterioro en aquel entonces “Estaba en una situación terrible. Durante la guerra del Golfo estuve muy enfermo, física y mentalmente. Cosas mentales. Pensé que la guerra era el fin del mundo. Nunca antes había tenido una crisis nerviosa, creo que fue solo la presión de lo de Portishead, no sabía que la estaba teniendo. Y nadie me habló nunca de salud mental de ninguna manera”, indicó, a lo que Utley añadía que “en la industria musical se pueden ocultar los problemas de salud mental. Es totalmente aceptable estar un poco loco, beber demasiado o tomar demasiadas drogas”.
Las letras de Gibbon “muy viscerales y políticas”, según comentaba Utley en la misma entrevista, nos presentan la vulnerabilidad humana con acordes inquietantes y sombríos.
El álbum
La agrupación inicia el viaje sonoro del Dummy con “Mysterons”, un sencillo que recorre las tonalidades graves de bajo, adornado con la característica batería de Portishead, con scratchings noventeros y un heremin de Utley, tan misterioso como el título del sencillo y para empezar con pie derecho, la voz de Beth hace magia sonando, fuerte pero oscura.
Continúa el recorrido “Sour Times” que samplea a Lalo Schifrin y añade una guitarra atmosférica con una melodía de películas de espías aportadas por Utley, que a su vez sirvieron para subrayar las imágenes que más tarde aparecerían en un cortometraje producido por el grupo To Kill A Dead Man. “Sour Times”, al igual que “Glory Box” llegaron al top 15 singles.
En “It Could Be Sweet” llega la sobriedad y el protagonismo de los teclados que acompañan la dulzura de Beth en la voz. Es una novedosa propuesta al tratamiento de canciones de desamor para la época.
Con “Wandering Star” la onda melancólica sigue en una lírica profunda que cuestiona los turbios caminos del duelo, como si de condenas se tratase, acompañados por el sampleo y las distorsiones armónicas que parecen ir guiadas por la voz de Beth.
Llegando a la mitad del álbum llega “It’s a fire”, una canción sorora, según algunos análisis, apelando quizás al llamado de ‘apoyo’ en medio de la desilusión con ese breathe on sister… “Puede interpretarse como un llamado a la solidaridad y al apoyo mutuo en tiempos de dificultad. La canción, en su conjunto, es una reflexión sobre la lucha por mantener la autenticidad en un mundo que a menudo parece superficial y engañoso”, según específica The guardian. Sin embargo, más allá de esta solidaridad, se expresa la complicidad de no sentirse sola ante la frustración y el vacío de las experiencias humanas.
En este recorrido sonoro continúa el jazz oscuro y scratcheado de “Numb”, con líneas de bajo que toman protagonismo junto a la atmósfera electrónica y la sensación submarina que surge desde la batería, con la desesperanza en la voz paradójicamente dulce de Beth. Y así, como un estallido profundo, aterrizamos en "Roads", una exploración a la melancolía desde la voz de la vocalista de la banda que sirve a la vez de camino para la tristeza evocada por el piano y las tonalidades electrónicas en una atmósfera compleja definitoria para la agrupación británica.
“Pedestal” sigue trazando esta complejidad por la que se atraviesa desde la soledad en las líricas que destilan la nostalgia como la vibra general del álbum, esta vez junto a una trompeta de jazz y de sampleos ya característicos de la banda, que en el mismo orden nos llevan hasta “Biscuit”, el cual toma su estribillo de un sampleo vocal de Johnnie Ray.
Corona esta pieza sonora “Glory Box”, uno de los sencillos más populares de la banda y que no solo ocuparía importantes lugares en listados musicales internacionales, sino que acompañaría como banda sonora a series y películas de la década —y de la vida en general—.
En el sencillo que cierra, la banda usa una base sonora de "Ike's Rap II" de Isaac Hayes, agregando la ardiente guitarra de Utley y la posición firme y política, como siempre, de Beth Gibbons quien en entrevistas posteriores sobre esta canción comentó que “es una mala interpretación ver la letra como una demanda de retorno a roles masculinos y femeninos más tradicionales". Sobre lo cual también ha dicho, "La línea clave de la canción realmente es 'Muévete y danos un poco de espacio' porque creo que se da por sentado a las mujeres".