Muere Celso Piña, el rebelde del acordeón
Mijo, ¿Cómo te vas a salir del hospital si ahí lo tienes todo? Le dijo su madre cuando le contó que ya no iba a trabajar más de intendente en el hospital, que se quería dedicar de lleno a la música, a su acordeón, ese mismo que su padre le regaló en 1980. Celso nació en Monterrey, pero su corazón sonoro siempre estuvo olfateando los sonidos provenientes de Colombia, por eso maestros como Aníbal Velásquez, Alejo Durán, Alfredo Gutiérrez, Los Corraleros de Majagual, fueron sus alicientes a la hora de crear y de construir su propia versión de cumbia colombo-mexicana de manera autodidacta.
Celso Piña y su banda, la ronda Bogotá, pasó de tocar en los sonideros populares de México a retumbar en otros continentes, hizo bailar a las clases populares, pero también a los intelectuales. Cuenta la historia que en una visita en el 2004 de Gabriel García Márquez, Celso era el encargado de avivar una celebración en el Museo de Arte Contemporáneo.
“Cuando llegó con todo el gentío alrededor iba para su mesa, voltea hacia mí y no sé qué diría pero en vez de sentarse se va a bailar en medio del salón y la señora esposa (Mercedes Barcha) lo sigue”, contó Celso en una entrevista con el diario El Universal. “Cuando se acaba la canción me manda a hablar, me toma de las manos y me dice: Celso, gracias por poner nuestro folclor musical muy en alto y siempre procura ser un hombre bueno”.
Las generaciones jóvenes siguieron el instinto cumbiero gracias a esa cercanía con músicos como El gran silencio y Control Machete, Café Tacvba, Lila Downs, Natalia Lafourcade o Toy Selectah, quienes nunca dudaron en elogiar los dotes de Celso para traducir la cumbia colombiana en una fuerza latinoamericana.
La muerte de Celso Piña, a sus 66 años. deja un vacío grande en la música del continente, pero aviva a que nos sigamos aferrando fuerte al legado de la cumbia, del acordeón, de la raíz.