La Pestilencia: un clásico vigente
Lo primero es sobresalir. Después, ser constantes. A eso, sumarle la honestidad como principio artístico. Luego, permanecer, vigentes. Y eso es lo difícil, la vigencia. Porque ahora a cualquiera se le llama "clásico", ya sea por haber tenido éxito en algún momento, por haber sido importantes para una generación o por seguir tocando. Pero seguir vigente va más allá. Es seguir siendo relevante a pesar de las transformaciones naturales. Es continuar con el vigor de un discurso coherente. Es no renunciar a esa razón de ser que –volviendo al principio– los hizo sobresalir.
La Pestilencia es un clásico. Pero lo más importante, es que es un clásico vigente, de esos que miran su pasado con respeto y sin limitarse a vivir de él. De esos que miran hacia el frente y no paran de crecer. De esos que se arriesgan (con todo lo que el riesgo significa), pero que, con la honestidad como base, siguen siendo respetados. De esos que sobreviven a los cambios, de la industria y de la formación, a los problemas legales y a las modas.
Intentando explicar el por qué de la vigencia Dilson Díaz decía en Radiónica en el 2009: “Nuestras letras hablan mucho de la problemática social que tenemos en Colombia, que eso, desafortunada y lastimosamente, se incrementa. Entonces yo creo que esa es la parte que de alguna u otra forma nos ha mantenido ahí”. En 2020, también en Radiónica, y con motivo de la celebración de los 20 años del legendario Balística (2000), decía sobre las letras del disco: “cuando las escribí dije ‘bueno, yo creo que en 10 años o algo así ya el país está en otra situación, y ya de pronto quizás podamos contarle al amor y hacer dos canciones dedicadas a la novia o a la esposa, o a la persona que uno ame en el momento’. Pero nos encontramos con que el país en estos momentos incluso está en igual o en peores condiciones a las que estábamos en el 2000. Entonces es bastante triste. Desorienta la situación, porque dice uno, ‘¿esto hasta cuándo va a ir? ¿Cuántas letras más de estas vamos a tener que seguir haciendo para que por fin alguien de las generaciones que vienen sí lo escuchen y lo apliquen?’. Es triste”.
En esas respuestas no solo hay tristeza, también rabia. La misma rabia con la que en los conciertos grita “¡Soldado Mutilado, hijueputa!”; la misma que se siente al principio de Que buen Ciudadano Soy con “Y de nuevo… la música de la desesperanza y miedo”; la misma que se registra en cada uno de los discos de la banda de rock que mejor ha sabido retratar la realidad colombiana en las últimas décadas.
Todo eso está registrado en casi 100 canciones repartidas entre 7 discos de estudio que sirven como crónicas de la violencia, del narcotráfico, de procesos de paz fracasados, de otros logrados y al mismo tiempo atacados, de desaparecidos, de paramilitarismo, crímenes de Estado, de gobiernos y de parte de una ciudadanía a la que, al parecer, todo le vale huevo.
Por eso a La Pestilencia hay que celebrarla, no solo como clásico, sino como un clásico que permanece vigente. En Las 50 de La Peste (al aire el 12 de octubre) hacemos un recorrido por las mejores canciones de la banda.