Canciones en contra de la guerra
Fue en 1969 cuando uno de los músicos más reconocidos del siglo pasado quien, en medio de una campaña antiguerra, grabó en la suite del hotel con su esposa Yoko Ono el himno pacifista que aún resuena: “Give Peace a Chance” (Dale una oportunidad a la paz), el cual cantaba casi que con rabia John Lennon.
El contexto era otro. Los Estados Unidos estaban inmersos en la guerra de Vietnam, una guerra lejana geográfica y políticamente que parecía imposible ganar y que el público rechazaba cada vez más. Masivamente, la canción fue un éxito en el mundo entero.
Un par de años más tarde, el propio Lennon plasmó su sueño de vivir en un mundo donde las fronteras no eran importantes, sin materialismo, un mundo que podía vivir en paz. “Imagine” reflejaba el sentir de millones de personas que abrazaban la utopía como una posibilidad real.
En 1970 el cantante y compositor Edwin Starr lanzó otro ataque contra la guerra, sencillamente titulada “War”: “La guerra, ¿para qué sirve?, ¡para absolutamente nada!”, canta con furia. “Desprecio la guerra porque significa la destrucción de vidas inocentes, la guerra solo trae lágrimas a los ojos de miles de madres…”.
Músicos en movimientos sociales
Hay numerosas canciones que a lo largo de la historia han abordado los temas de las guerras y la paz. Y es que la música ha servido para despertar conciencias, recoger lo que está en el ambiente y traducirlo a un lenguaje común. Basta recordar el movimiento de la canción protesta, después llamada canción social, de América Latina que hace 50 años marcó una época en nuestro continente con artistas como Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Ana y Jaime, Pablus Gallinazo, Eliana, para mencionar solo algunos.
Desde los años noventa, Roger Waters de Pink Floyd, incluye en sus presentaciones un segmento de activismo que abarca numerosos temas. Habla sobre la guerra de Ucrania, hace críticas a los presidentes Donald Trump y Joe Biden, defiende una China unida y su postura propalestina. Igualmente, acusa a Israel de lo que llama un “apartheid”.
Aprovechando la temática del álbum y la película The Wall, ha organizado conciertos para exigir la caída del muro de Cisjordania asemejando el trato que da Israel a Palestina al de la Alemania Nazi a los judíos. Su activismo ha ido más allá de sus conciertos y Rogers, a través de comunicados y entrevistas con medios de muchos países, ha exigido un movimiento mundial en apoyo a la liberación del pueblo palestino.
Siendo así claro en su posición antisionista pero también antisemita, que hay que recordar son dos posiciones diferentes. Lo uno no implica lo otro.
Artistas israelí-palestinos por la paz
Lo que hoy vivimos en el Medio Oriente también está matizado por la música. En los últimos años la cultura hip-hop israelí que empezó a popularizarse a mediados de los años noventa, se ha alejado de esas raíces de la música norteamericana para transitar su propio camino.
Uno de los hechos más importantes fue cuando dejaron de cantar en inglés y empezaron a hacerlo en hebreo y, a comienzos del milenio con la segunda intifada palestina, muchas de las líricas de las canciones adoptaron una actitud antipalestina, incluyendo temas que invitaban a la violencia.
Hoy el asunto es otro. Muchos de esos artistas, y algunos de los nuevos, más jóvenes hacen canciones invitando a la reflexión, a acabar con la violencia y el terror que sufren a diario. Llaman a la reconciliación y a estrechar los lazos de hermandad a través del universo de la música.
Por el lado palestino, o de manera más amplia en el mundo árabe, los jóvenes que hace dos décadas promovían la violencia y el odio en sus canciones, empiezan a cambiar su discurso a uno más amable y cercano.
Interesantemente, hay grupos musicales, especialmente de hip-hop, formados por jóvenes de Israel y naciones árabes vecinas y, cada vez es más frecuente escuchar canciones que abrazan la reconciliación. Ejemplo de ello es el colectivo DAM, el primer grupo árabe-israelí. Es un trío que rapea en árabe, aunque incluye temas en inglés y hebreo para ampliar su alcance y romper barreras de odio.
Todo esto ha estado sucediendo en medio de tiempos de relativa paz y estallidos de violencia. Alguien salió a decir que era hora de cambiar las bombas por bpms, o sea beats por minuto.
Dos mundos opuestos en una persona
El gran músico, pianista, compositor y director de orquesta argentino Daniel Barenboim tiene la particularidad de ser la primera persona con tener tanto la nacionalidad israelí como palestina. En 1999 con el académico palestinoamericano crearon la Orquesta Occidental-Oriental Divan que todos los años reúne a jóvenes músicos de Israel, Palestina y países árabes para estudiar, promover la reflexión y comprensión mutual y desde luego hacer conciertos.
Lo han hecho en Nueva York y Londres, pero, con gran dificultad en las naciones árabes. Los israelíes lo tratan de antisionista y antisemita y, en los países árabes lo llaman sionista y semita.
Pese a la oposición, en 2004 la orquesta hizo un histórico concierto en Ramallah, Palestina. Luego dijo “o nos matamos todos, o compartimos lo que tenemos que compartir”.
Por otra parte, el 4 de octubre de este año se reunieron en Jerusalén el grupo israelí de activistas feministas por la paz Women Wage War y las palestinas de Women of the Sun, todas compartieron el escenario para bailar y cantar juntas.
Así mismo, el cantante de reggae judío, Matisyahu en un concierto en Haifa, Israel, ante cerca de 3000 personas, judíos y musulmanes les pidió que se aprendieran la canción “One Day” en tres idiomas diferentes para cantarla unidos. Resulta sobrecogedor cuando esas miles de voces se unen para cantar “Toda mi vida, he estado esperando, he estado orando que la gente diga ya no queremos pelear más. No habrá más guerras y nuestros niños jugarán…”.
Así, la música es una herramienta poderosa, un medio de comunicación vital y vigente, y un día los humanos aprenderemos, como explicó John Lennon hace 50 años, que todo lo que pedimos es darle una oportunidad a la paz.