Ser madre y resistir a la violencia
Las madres atravesadas por la violencia, mujeres paridas por la rudeza a a sus hijos y por las formas erráticas de gobernar y el conflicto que se vive en toda América Latina, son uno de los símbolos más trágicos de la barbarie. Lo vemos hoy en Colombia, como lo hemos visto durante tantos años: madres sosteniendo las fotos de sus hijos desaparecidos, llorando su muerte, suplicando y clamando justicia, verdad, reparación. Lo vemos en todo el continente.
En el sur, en Argentina, las madres de la Plaza de Mayo son ese emblema de una lucha que persiste. Dijo Eduardo Galeano en 1977: “En Argentina las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria". Lo dijo como trazando una premisa desafortunada y premonitoria que se sigue repitiendo en todos los países de la región con las historias de miles de mujeres que siguen buscando a sus hijos, llorando su muerte y oponiéndose con su cuerpo y su piel a la represión estatal y paraestatal.
En nuestro país, las madres de los mal llamados ‘falsos positivos’, las de Soacha, las que hoy encabezan la Primera Línea y ponen su cuerpo para resistir la violencia de un Estado que mata, tortura y desaparece, son solo unos cuantos ejemplos de ello. En una fecha como hoy, donde honramos y conmemoramos a nuestras madres, quisimos hacer un ejercicio de memoria para recordar a esas madres, las madres de una patria desangrada, que hoy siguen resistiendo y buscando esperanza en sus redes de apoyo, activismo y en la difícil pesquisa de justicia. También conversamos con una madre de la Plaza de Mayo, quien también nos dio luces sobre lo que significa resistir en tiempos convulsos como los que hoy atravesamos.
Marta Castro, madre de un joven desaparecido en el Meta
1. ¿Qué ha significado ser madre y atravesar este contexto tan desafortunado de la violencia en Colombia en primera persona?
La búsqueda de Andrés ha sido incansable. Hasta que Dios me preste la vida lo buscare para que nunca pase al olvido. Nuestro ser querido está desaparecido. Ya van 20 años y la investigación en la fiscalía que se ha adelantado es porque yo misma he salido a buscarlo. Todos estos años han estado atravesados por el sufrimiento y la fortaleza, porque Dios es muy grande y misericordioso. Trato de ser fuerte y estar aliviada porque quién va a buscar a mi hijo. Siempre las madres estamos presentes.
La vida antes de su desaparición era bella y hermosa. Vivíamos los tres con mi otro hijo. Yo fui madre muy joven y me separé muy joven. Toda la vida los protegí demasiado, no quería que nada les pasara, pero la vida me cambió.
El primero de octubre de 2001 me desaparecieron a mi hijo. Yo ni siquiera sabia que había gente que la desaparecían. Ese día salió y me dio un beso en la mejilla y me dijo que se iba a encontrar con su novia. Nunca me imagine que nunca lo iba a ver. La vida es un suplicio total con eso. Trata uno de no pensar a fondo porque le da depresión. Yo hablo con él, lo llamo, le digo ‘Andresito, dígame dónde está y lo busco’. Es muy fuerte su ausencia, pero mi Dios es muy grande y misericordioso y me da fuerza para seguir.
2. ¿Cómo ha sido ese proceso interno de aceptar todo esto?
Es muy difícil. Solo podría hacer por ejemplo un duelo cuando tenga su cuerpo y le pueda hacer una oración y sepultarlo. No sé dónde está. Me gustaría decir ‘aquí te tengo y te traigo una oración y una flor’.
El proceso de sanar y el duelo no existen hasta que no se encuentre al desaparecido.
La esperanza que tengo es que algún día lo vamos a encontrar. 'Corocora' es un grupo de teatro de cinco mamis de hijos desaparecidos. Lo creamos para sacar el dolor y dejar un mensaje a la juventud. Muchos no conocen sobre la desaparición forzada. Hay gente que no conoce la historia y lo que ha sucedido en el país.
Es una forma de visibilizar, traer esperanza y resistencia. Yo no dejo de hacer memoria por él. El día que dejemos de hablar de desaparecidos es como si en Colombia eso nunca hubiera existido. Los primeros días era muy fuerte, yo no podía ni hablar, pero ahora ayudo a otras mamitas con el teatro. Uno pierde hasta la confianza en la justicia, si ellos existieran nos ayudarían a buscarlos.
Pero uno va a la fiscalía e intenta buscar algo y le dicen ‘No, Doña Marta, no hemos encontrado nada estamos esperando más información de ustedes’. ¿Cómo se les ocurre como fiscalía preguntar eso?
Desde que desapareció, yo me metí a los peores lugares a buscarlo. Hasta a bares, aunque él no iba allá. Yo le decía mi carita de ángel, era muy bueno. Conocí pueblos y muchas historias horribles sobre desaparición. Me pasaron muchas cosas, recibí amenazas, pero yo nunca he dejado de resistir.
3. ¿Cuál es la petición más urgente que hoy le hace al Estado en materia de justicia?
Que busquen ya a nuestros seres queridos y nos los entreguen para que podamos descansar y decir: tenemos a nuestros hijos. Yo paso muchas noches de incertidumbre, de pensadera. A mi me pasa algo yo estoy bien dormida y me quedo sentada en la cama y él está en mi mente. Le digo ‘cuando te voy a encontrar’. Uno se hace muchas preguntas: quién se lo llevó, por qué, qué fue lo que pasó.
No hay respuesta que el Estado. No dicen ‘venga señora, encontramos algo’. Y uno va a preguntar y antes se ponen bravos. La Fiscalía es lo peor para investigar, es pésima, no trabajan, no hacen nada, la información que tienen es nuestra, de nuestra búsquedas.
4. ¿Qué mensajes les dan hoy a las y los jóvenes que resisten a la violencia estatal y policial en Colombia?
Ay dios mio, con todo lo que está pasando en el país, yo apoyo demasiado la protesta, pero es una injusticia lo que pasa con los jóvenes. Yo le pediría al Estado que dialogara con la juventud y la gente que está en las protestas. El diálogo es importantísimo. En la obra de teatro hablamos del juvenicidio. Aquí en el Meta arrasaron con la juventud: hay muchos desaparecidos, se los llevaron. Tenemos cualquier cantidad de jóvenes desaparecidos, no solo es mi hijo. Somos muchas las madres que los esperamos. Seria muy bueno que se reconocieran como crímenes de Estado.
Es duro ver tantas personas desaparecidas. Pienso mucho en cual seria el último pensamiento, palabra de Andrés. El era muy consentido y me consentía a mi. Siempre preguntaré por él y haré memoria por él. Es lo más importante que podemos hacer. Hago un llamado a la justicia y a la no repetición.
Hay mamitas que no sonríen, yo trato de estar lo mejor que pueda para ayudarlas. Yo coloco la música que a él gustaba y le prometo que no voy a llorar. Hice como un museo en su nombre. Y no hay día que no ore y quisiera perdonar, he trabajado mucho el perdón, pero olvidar nunca y menos porque no tengo su cuerpo. Pero tengo tres palmas, que he conseguido en tres viernes santo: una se llama Esperanza, otra Fortaleza y otra Resistencia. Eso es lo que me mantiene en pie.
Blanca Monroy, Madre de Soacha
1. ¿Qué ha significado ser madre y atravesar este contexto tan desafortunado de la violencia en Colombia en primera persona?
Ser madre es una responsabilidad muy grande. Desde el momento que uno está embarazado, uno siente una responsabilidad muy grande de traer a una personita al mundo. Fuera de eso luego viene lo más difícil: lactar, educar y cuidar. Lo más lindo es empezar a darle amor. Es una responsabilidad y una bendición muy, muy grande. Darle vida a una persona es algo muy hermoso. Uno no piensa que lo que viene pierna arriba.
Lo que pasó con Julián fue algo muy triste. Yo lo traje con mucho amor y mucho cariño al mundo. Ese momento fue muy difícil. Desde que nació yo le hice un juramento de que siempre, siempre iba a estar a su lado. Y la guerra me lo arrebató de mis brazos. La búsqueda, averiguar dónde estaba y qué había pasado, luego esperar seis meses y enterarme que estaba enterrado en una fosa común, fue muy triste y doloroso.
Nos marcó la vida totalmente a mí y a mi familia. El era como el segundo papá de sus hermanitos, era muy especial. Desde ahí cambió profundamente la vida de todos. A mi se me acabó la alegría de seguir viviendo, de reunirme con la familia, de enseñarles a bailar salsa, vallenato. Yo antes prendía el equipo y había alegría, pero lo que pasó me destruyó totalmente como madre. Fueron momentos duros. Uno no quisiera que sus hijos partieran. Lo normal es que ellos lo entierren a uno. Lo peor que le puede pasar a una mamá es enterrar a un hijo, dejarlo en un cementerio es muy fuerte.
2. ¿Cómo ha sido ese proceso de duelo? ¿Siente que lo has sanado?
Ese duelo no sana nunca. Ese duelo solo se concluye si nos encontramos con ellos. Uno aprende a vivir con esa tristeza. Toca seguir luchando. Yo sigo en la lucha de mi hijo y de saber quién dio la orden. Uno no ve esa justicia y por eso duele tanto. A él lo mataron delante de su hijo de cinco añitos. Uno no lo olvida. Uno piensa: ¿qué pasaría si Julian estuviera? ¿cómo sería la vida?. Esa tristeza permanece con uno el resto de su vida.
3. ¿Cuál es la petición más urgente que hoy le hace al Estado en materia de justicia?
Son muchas las peticiones que como víctima le pediría al Estado. Nosotras somos mujeres de la tercera edad. Hay hasta unas señoras de 65 años en el grupo. Ya se sabe quién dio la orden: Alvaro Uribe y el General Montoya. Y hasta el momento no ha habido una indemnización y una reparación.
No hablo solo de las madres de Soacha, sino de las madres de todo el resto del país a las que les han quitado sus hijos. Lo mínimo es que nos indemnicen. Sufrimos de amenazas, nuestra seguridad es vulnerable. Si el Estado se pusiera en los zapatos de nosotras las madres, no diciéndonos que somos víboras, sino reconociendo que somos madres que luchan por sus hijos, si se reuniera el Ministerio de Defensa y el presidente para indeminizarnos y que en nuestros últimos años de vida tengamos dignidad, con una casita y una vida tranquila, tal vez las cosas serían distintas.
4. ¿Qué mensaje le da a las madres que están atravesando situaciones similares en Colombia y en el mundo?
Yo les diría que sigan luchando, que tengan mucha fuerza. Mi mamá me decía ‘Dios da la llave y la medicina’. Si Dios se llevó a nuestros hijos por algo sería. También me gustaría tener unos brazos muy, muy largos para poderles dar un abrazo de condolencia a estas señoras. Nuestro dolor es el mismo: perder un hijo es la prueba más fuerte que Dios le puede poner a uno.
5. ¿Qué mensajes le da hoy a las y los jóvenes que resisten a la violencia estatal y policial en Colombia?
Yo lo único que hago es pedirle a Dios por la juventud de Colombia. Están matando al futuro del país. Si van a hacer una marcha, les diría que lo hagan con mucha prudencia. Les diría que marchen tranquilamente, exigiendo sus derechos, su estudio, pero con prudencia. A la policía no le importa acabar con los jóvenes, solo están cumpliendo órdenes. Es una tristeza muy grande saber que los están descuartizando, echando ácido, matando. Un Estado que deja que una madre llore porque le desaparecieron a su hijo, es un dolor muy grande. Queremos que no haya más mamás sufriendo.
Norita Cortiñas, Madre de la Plaza de Mayo
1. ¿Qué ha significado ser madre y atravesar el contexto tan desafortunado de la violencia en Argentina en primera persona?
Es muy difícil superar esto, pero cuando se da la muerte, la represión y la brutalidad, no queda más que el pueblo siga luchando. No hay otra, no pueden quedarse metidos en su casa. Tienen que salir a denunciar y a pelear todos los días. Nos hace mal como madres vivir estas situaciones, pero tenemos que tener la fortaleza para que nuestra familia sienta que la protegemos al menos comprendiendo la situación y luchando. Es importante que la familia pueda hablar entre sí e ir superando este momento tan difícil. Lo importante es no bajar los brazos y seguir expresándose.
Creo que tanto en Colombia como en Argentina ocurre lo mismo: terrorismo de Estado. En un país valiente como Colombia, donde la juventud está al pie de guerra, hay que seguir, no se puede claudicar. Cada día es una nueva lucha.
Cuando hay matanza indiscriminada tan volcada a violentar al pueblo, cuando una sola parte es la que tiene las armas, como el caso en Colombia y Argentina, es un crimen de lesa humanidad que debe parar. Debe intervenir Naciones Unidas o la Comisión Interamericana, tienen que ser aceptadas por el gobierno para ser escuchada. La violencia tiene que parar. Yo tengo esperanza de que esa gente que viajó pueda sentarse a dialogar con el gobierno para poner fin a esto. Además el Papa también habló ayer. Esperamos que sea escuchado y todo vaya calmándose. Esto es inaudito.
2. ¿Cómo ha sido ese proceso de perder a su hijo? ¿Siente que lo ha sanado?
La tristeza sigue presente. La tristeza la tengo hasta ahora que pasaron más de cuarenta años, pero bueno, hay que seguir peleándola y seguir levantándole el ánimo a la familia. La madre es el pilar de la lucha. Tiene que tener la fuerza de cada día levantarse para seguir peleando. Yo les doy toda mi fuerza y energía a los jóvenes y les digo: no se dejen derrotar.
3. ¿Cuál es la petición más urgente que hoy le hace al Estado en materia de justicia?
Nosotras seguimos buscando reparación y justicia. Les diría que se sienten a escuchar a las familias y también les diría que merecemos saber toda la verdad. Yo todavía busco a mi hijo, sigo haciendo habeas compus. Ahora lo que pasa es que la pandemia nos tiene atados a todos en casa. Es un momento muy triste y dramático. Estamos superando día a día todo esto estando al lado de la familia frente al abandono del Estado. En Argentina es urgente que el Estado escuche todos los casos.
4. ¿Qué mensajes le da hoy a las y los jóvenes que resisten a la violencia estatal y policial en Colombia?
Les digo a los jóvenes que no tienen que bajar los brazos, pero tampoco devolver con violencia ante la violencia. Les diría: no sean violentos y que sean ellos los que reconozcan que deben desescalar la violencia en el país.
Mamá de la Primera Línea
1. Para ti, ¿qué ha significado ser madre y atravesar el contexto de violencia en el Paro Nacional?
Yo pienso que ser madre es uno de los privilegios mas grandes que nos puede dar mi Dios. La naturaleza nos da ese privilegio pero ser madre no es solo traer un hijo a este mundo y ya, sino una obligación de por vida.
Nosotras no parimos hijos para que los asesinen, nosotras no parimos hijos para la guerra. Ponemos nuestros cuerpos en primera fila para que no mueran más hijos de otras mamás. Eso nos lleva a llenarnos de fuerza y berraquera. Como mamá uno no tiene derecho a sentir tristeza, enfermarse, a no levantarse. Esos privilegios se los darán algunos papás, no voy a estigmatizar, pero las mamitas asumimos muchas responsabilidades y necesitamos mucha energía.
Yo tengo hijos pequeños de 4 y 12 años y eso me llena de fuerza y valor para salir adelante. Y es lo que me lleva a integrar a las mamitas de la Primera Línea. Estamos en defensa de la vida y diciéndole a la gente: estamos cansados de que los privilegios sean para unos poquitos de cuello blanco y para el resto no.
Se firmó el Acuerdo de Paz con la esperanza de no más derramamiento de sangre, pero qué pasó: empezaron a asesinar líderes. Acá los que piensen distinto, son mandados a silenciar. Los jóvenes son mandados a asesinar. Son millones de colombianos los que protestan. No comparto el vandalismo, pero tristemente las protestas pacíficas no dejan nada. Aca para que el gobierno haga algo, deben pasar cosas. En el cacerolazo que se hizo, en abril, en donde hubo artistas en la Plaza de Bolívar, nunca los escucharon. Era más importante la condecoración a la policía.
Es fácil decir “quédate casa” cuando se tiene un sueldo, pero para nosotros que vivíamos del día a día, no. ¿Qué hacemos cuando nuestros hijos lloran de hambre?, pues buscar el sustento. Llevamos mas de un año pandemia. Hay bonos 160 mil pesos que a una que otra persona recibe, pero eso de qué sirve cuando un arriendo cuesta de 400 a 600 mil pesos. Si no nos mata Covid, nos mata la reforma tributaria o la reforma a la salud.
¿Cómo es posible que tengamos un ministro que ni siquiera conozca el precio de la canasta familiar? Todo eso es lo que nos tiene en la noche. No queremos mas asesinatos contra jóvenes y líderes. El valor de la vida no se compara con absolutamente nada. Por revelarnos, estamos siendo mandados a asesinar. Lo vimos en Cali, en Yumbo. Los policías están empedernidos contra protestas. No más. Nos han quitado tanto que nos quitan hasta el miedo.
Salimos con mucho temor de la casa, le damos un abrazo y beso a hijos, sabiendo que puede ser el último. Estamos ahí en defensa de la vida. Intentando lograr un mejor país, no tenemos hijos en la Primera Línea. Somos las mamas en primera línea, pero en defensa de la vida. Sabemos que si en algún momento vemos a un miembro del Esmad o la policía siendo atacado, lo vamos a defender. Ellos también tienen madre. Les estamos diciendo: lo que estamos diciendo es en beneficio de ustedes también.
Nos preguntaron si estábamos siendo entrenadas. Y sí, pero a levantarnos a las cinco mañana todos los días, a rebuscar el sustento, a hacer las tareas con nuestros hijos, a darles un bocado de comida y a ver cómo vamos a sobrevivir al día siguiente.
Las mujeres cabeza de familia somos mujeres cuyas actividades no son remuneradas. Tenemos que llegar a dar el alimento. no tenemos apoyo del estado, necesitamos respaldo. No queremos que nos regalen nada, pero que nos respalden. Las mamitas son las primeras que se levantan y útiles que se acuesten, sean campesinas o de la ciudad. Lo hacemos con amor, pero es un trabajo y no es remunerado.
2. ¿Qué mensajes les das hoy a las y los jóvenes que resisten a la violencia estatal y policial en Colombia?
Lo reitero una vez más: la violencia no deja nada bueno, cobra muchas vidas inocentes. Pero eso no depende de los jóvenes. Si los van a atacar, se defienden. Aunque no compartamos los actos violencia, vamos a seguir respaldándolos. No somos sólo mamás. El Portal Resistencia se llena por la noche de personas que saben que hay que seguir resistiendo.
Somos hijos de la patria, lo único que perdimos es una vida digna. Más de treinta millones se ganan los congresistas, mientras hay miles que sobreviven con un salario mínimo. Los jóvenes solo están buscando un mejor futuro. Es muy fuerte ver cómo el Esmad dispara un arma contra un joven que está defendiéndose. Ellos están luchando por su país y futuro. Si las personas de más de 50 años no lo pudieron hacer, toca hacerlo. Se dejaron meter la Ley 100, tantos impuestos.
Y la represa de Hidroituango, el puente de Villavicencio, ¿qué son? ¿No es eso vandalismo? Colombia ya despertó. Yo no salgo por ningún partido, sino por mi patria. Como dicen por ahí: “el que no quiere a la patria, no quiere a mama”. A nosotras nos preguntan que por qué nos arriesgamos si nuestros hijos no están ahí y es por todos los jóvenes que hoy salen son nuestros hijos de corazón.