‘Louloute’ y el paso del tiempo: una entrevista con Bruno Clairefond
La ingenuidad de la mirada infantil, la tensión entre la imagen bucólica del campo y las presiones económicas de la modernidad, el paso del tiempo y las enfermedades mentales son algunos de los elementos centrales en Louloute (2020). Dirigida por el director de cine y guionista francés Hubert Viel, el largometraje hace un recorrido por la vida de Louise, cuando la llamaban Louloute, justo en el momento en el que está por venderse la granja familiar donde creció durante la década del 80.
El pasado 22 de septiembre arrancó la edición número 21 del Festival de Cine Francés que, hasta el 12 de octubre, estará exhibiendo en trece ciudades del país largometrajes con una importante trayectoria en festivales como Cannes, Berlín y Ginebra. Son ya más de 20 años en el que este espacio brinda la oportunidad de descubrir a los realizadores más relevantes de esta cinematografía y de revisitar algunas películas ya convertidas en clásicos.
Este año las secciones que componen el evento son: Inéditos, Premieres, Clásicos y Fiesta de Cine de Animación. Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Armenia, Bucaramanga, Cartagena, Fusagasugá, Manizales, Pereira, Popayán, Sincelejo y Villa de Leyva son las ciudades que acogerán esta edición. Si quiere conocer la programación haga clic aquí.
Louloute, que hace parte de la categoría de Inéditos, contó con la actuación de Bruno Clairefond. Con una carrera de más de 20 años, el francés ha actuado en numerosas producciones francesas como Lili Rose (2013) o Tout pour être heureux (2015). también ha participado en producciones colombianas, su país de adopción, como Frontera Verde o Las Villamizar.
En Radiónica nos sentamos a conversar con Clairefond sobre los recuerdos, la relación con el campo, el paso del tiempo y su relación con Colombia. Esto nos contó.
En la película aparece la siguiente línea: “Lo que ellos no me robarán nunca, son mis recuerdos, que sólo me pertenecen a mí, y que guardo en mi corazón con una sonrisa”. ¿Qué significan los recuerdos en su vida? ¿Por qué sentimos esa necesidad de atesorarlos?
Los recuerdos son muy importantes, son parte de tu persona, la acumulación de estos te construye y sin ellos no eres nada. Es necesario tener memoria para saber dónde estás, a dónde vas y de dónde vienes. Louloute recuerda muchas cosas, pues es en esa memoria que sabe quién es.
Encarna a un personaje bajo la presión de la economía moderna en los años 80, ¿por qué es importante en la actualidad traer a colación esta temática?
Bueno, quizá eso lo podría responder mejor Hubert Viel, el director, pero es una muy buena pregunta. Creo que en este caso hablar del pasado es una manera de hablar del presente, porque la historia siempre la estamos repitiendo. Y creo que para el director y para nosotros los actores era importante poner sobre la mesa esa época y así tratar la situación actual de los campesinos en Francia, la cual es muy difícil. La idea, intuyo, era desplazarse en el tiempo para decir qué antes hubo problemas que encontraron soluciones. Y por lo tanto, ahora que también hay problemas, también habrá soluciones. Es difícil, es duro, pero la vida es más importante y fuerte que estos momentos.
Pese a ocurrir en un escenario muy bucólico, la película logra capturar las preocupaciones y que esa visión romántica de lo que es trabajar en el campo puede estar muy distorsionada desde la ciudad, ¿cómo se está dando esa relación campo-ciudad?
Es una vida dura. Yo nací y crecí en París, soy muy urbano, pero este proyecto me trajo memorias de niño, porque tuve una abuela que vivió en el campo. Recuerdo mis vacaciones allá cuando era pequeño y es verdad que el campo es fascinante, porque hay contacto con la naturaleza, hay animales, hay otro ritmo distinto. Sin embargo, mi abuela se levantaba a su edad todos los días a las 5 de la mañana para dar comida a los pollos, a los conejos, a las vacas.
Hay entonces una mezcla porque es paradisíaco estar en estos paisajes sin pensar en semáforos, ambulancias, en el ruido de la urbe, pero es una vida de mucho trabajo para sobrevivir. Ambas tienen sus pros y sus contras. Aunque la verdad es que el campo, por más que sea una vida dura, también es una vida llena, completa, aterrizada con el mundo y me parece bueno conocerla.
¿Cómo fue preparar el personaje?
Me fui un tiempo a una granja en Normandía para aprender a trabajar con las vacas, a conducir tractor, a chupar la leche de las ubres de las vacas. Fue estar con los campesinos para ver cómo es el día a día del campo.
¿Qué le quedó de este proceso?
Me sentí muy bien. La actuación es mi pasión, entonces como todo lo que estaba haciendo era para la película pues tenía muchas ganas de saber cómo era la vida en el campo, el día a día. Fue chistoso aprender a manejar un tractor, tiene mucho poder. Y en general fue una gran experiencia y aprendí muchas cosas sobre la vida en estos lugares, porque cuando iba a donde mi abuela tenía 6 o 7 años, no lo ves de la misma manera cuando niño que como adulto.
Louloute adulta tiene estos ataques de pánico y esa negativa de trastocar esos recuerdos de la infancia vividos en la granja tras el ojo de la inocencia, ¿cómo se da esa tensión entre el recuerdo que se quiere preservar y un presente que amenaza con borrarlo?
Tengo la impresión que es algo que nos sucede a todos. Tenemos nuestros recuerdos de la juventud, de esa época cuando todo parecía fácil, más liviano y las preguntas eran qué comer, qué jugar, cómo movernos en el campo, cómo estar libres. Luego, con la adolescencia y con la adultez, llegan las preguntas aburridas de cómo voy a pagar el apartamento, cómo voy a pagar mi comida y todo eso. Entonces, creo que cada ser humano tiene una relación muy poética con su juventud, cuando las cosas parecían más fáciles, más tranquilas y la vida real llegaba aún.
Ahora, es importante saber cuando llega, porque también es un momento importante y también es interesante. Quizá más difícil y menos confortable, pero es una película universal y el propósito es sobrevivir con nuestros recuerdos, con nuestras memorias, o pese a ellas, y adaptarnos a un mundo real presente.
¿Hay una relación entre esa presión de la economía moderna y la situación de salud mental de Louloute adulta?
Buena pregunta. Voy a tener cuidado con no contar la película, pero sí creo que la vida de Louloute cambió con esa crisis. Los recuerdos junto a sus padres, el cambio de edad, para ella es difícil, pero también hay lugares de luz y de esperanza. Podemos tener situaciones muy poco confortables, pero siempre hay una manera de afrontarlas y seguir viviendo.
Louloute es un ejemplo de eso: tiene su propia vida, una que es su presente, que tiene lugar en la ciudad siendo profesora; pero también que está en sus memorias en el campo, con sus hermanos, su padre y su madre. El futuro es todas esas vidas que debemos vivir a la vez mientras vamos buscando las llaves para abrir nuevas puertas y estar de la mejor manera posible.
¿Estamos viendo la enfermedad mental como algo individual, algo que debe afrontar el individuo, y perdiendo de vista las causas estructurales que pueden llevar a que suceda de manera tan masiva?
Sí, creo que sí aunque no soy doctor (risas). Cuando empezamos esta película tuvo lugar en Francia el movimiento de los chalecos amarillos, en el cual el pueblo le dijo a la capital: “no es posible, no podemos vivir de esta manera, tenemos que cambiar”. A lo que voy es que hoy en día, en el año 2018, en los 90 o en los 80 siempre hay presión de la economía sobre la sociedad y no todo es fácil ni confortable, pero la vida ha sabido continuar y hemos encontrado las soluciones para hacer las cosas mejor.
¿Se considera alguien nostálgico?
Yo no me definiría como una persona nostálgica. Sí que hay una época que no conocí que me hubiera gustado conocer, pero no creo que antes estuviera mejor. Ahora que tengo una hija no lo creo. Cada momento es muy importante, la vida es especial, es mística y debemos disfrutar de cada segundo. Es como ser actor: debes disfrutar de cada instante de tu escena, de tu película, de tu momento. Es la mejor manera de vivir y de dar amor a tu familia y a tus amigos.
Lo mueve el amor de su familia, ¿qué otras cosas lo motivan en el día a día?
La música me gusta mucho. También la historia del cine. Y disfruto mucho reunirme con guionistas, directores y directoras, sonidistas y toda la gente del set. Me gustan los principios del cine, de hacer la vida más linda, servir al arte como algo más grande que nuestra vida.
¿Qué escucha?
Escucho todo tipo de música, depende de mi estado de ánimo. Ahora estoy metido en el hip hop con mi hija que me inició. Oímos mucho MF Doom y ese estilo de cosas. Pero me gusta la música clásica, la canción francesa, la llamada música del mundo. Cada expresión del corazón me parece importante y la disfruto cuando siento que no hay mentiras de por medio, que es verdad.
Tiene una relación especial con Colombia, ¿cómo se dio esa conexión?
Mi esposa es de Bogotá. La conocí en París gracias a dos amigos colombianos que son directores acá: Jacques Toulemonde y Franco Lolli, con quienes empecé a hacer cine en Francia. Allá, los colombianos tenían esta costumbre de reunirse todos los viernes o sábados y hacer una fiesta. A mi me fascinó la idea, por lo que fui y ahí conocí a la que sería mi esposa. Sigo con ella y es el amor de mi vida. En 2015, cuando nació mi hija, empezamos a hablar de vivir en Colombia. Vinimos un par de meses, participé en algunas series y luego, para el rodaje de Frontera Verde, decidimos vivir en Bogotá un tiempo, tener la experiencia colombiana. Todo ha sido gracias a ella.