El poder de los jóvenes colombianos en las próximas elecciones presidenciales
La participación de los jóvenes en las elecciones del próximo mes de mayo es definitiva en la madurez de un país que sigue aprendiendo a reconocer la diversidad de ideas por medio del voto.
La cifras nos ponen a pensar: de cada diez jóvenes seis dicen que no confían en las instituciones democráticas y siete de cada diez jóvenes piensan que a los gobernantes no les interesan sus opiniones.
Los datos, extraídos del Barómetro de las Américas, estrategia liderada por LAPOP (Proyecto de Opinión Pública de América Latina) y que sondea la opinión pública sobre democracia y sus prácticas en Norte, Centro y Suramérica y El Caribe, demandan una especial atención en plenas épocas electorales para elegir el próximo presidente de la República de Colombia.
En las anteriores elecciones parlamentarias del 11 de marzo de 2018 votaron en Colombia 9,7 millones de personas y se registró una abstención cercana al 53 por ciento; para los próximos comicios presidenciales y luego de la masiva inscripción de cédulas que cerró el pasado 27 de marzo, más de 37 millones de personas en el país quedaron facultadas para ejercer su derecho al voto.
Y en este escenario, los jóvenes, ¿qué rol juegan? Según cifras del Ministerio del Interior reveladas en 2018, solo cuatro de cada diez jóvenes colombianos acuden a las urnas y ejercen su derecho a elegir, aunque lo llamativo aquí es que son una fuerza electoral que podría ser contundente en las determinaciones ciudadanas futuras: esta población suma más de 12 millones (lean bien: do-ce mi-llo-nes) de potenciales votantes.
Claro que está bien que la música y otras artes sirvan como vehículo de denuncia, critica y reflexión sobre nuestro contexto local pero no basta, porque, ¿se imaginan si los jóvenes participaran activamente en las votaciones?
¿Qué tal si en vez de usar el ciberactivismo para maltratar a otros o criticar en las redes sociales, los jóvenes (como lo hacen algunos) lideran procesos de análisis de los planes de gobierno, los razonan y comparten las conclusiones? ¿Podrían constituirse en procesos virales? La respuesta es incierta, pero tal vez sea afirmativa.
Por ejemplo, pensemos: ¿cuál es la propuesta para el arte y la cultura en el plan de desarrollo 2018-2022 de los candidatos? ¿De qué manera están planteadas las alternativas laborales para los jóvenes y a qué indicadores de cumplimiento se comprometen los candidatos en sus bosquejos como candidatos?
Las anteriores cuestiones son una ínfima muestra del poder consciente de los jóvenes en el rumbo próximo que tome el país, alejados de las tradiciones políticas que tanto se han reprochado (y que no es el caso entrar a analizar aquí) y por el contrario, ejerciendo su rol como individuos críticos, analíticos de la realidad nacional y veedores del cumplimiento de los planes de gobierno venideros.
¡Qué viva la diversidad de ideas! Por eso, respetando las posiciones y teniendo en cuenta que la Constitución Política de Colombia en su artículo Artículo 258 reglamenta que “el voto es un derecho y un deber ciudadano”, cabe la siguiente reflexión:
Muchas de las determinaciones más importantes de los países las toman los mandatarios elegidos por acción popular y democrática y en ese contexto, cabe dilucidar: ¿son conscientes los jóvenes de ese poder que pueden ejercer a través del voto para elegir a aquellas personas que guiarán esas decisiones que incidirán en ‘norte’ que tome el país?