La historia de la espada de Bolívar y su símbolo detrás
Caía la tarde en Bogotá el 17 de enero de 1974. A las cinco de la tarde, los celadores de la Casa Museo La Quinta de Bolívar empezaron a pedirle a la gente que se retirara. En ese momento, un hombre golpeó en la barriga a uno de los guardias. Luego, cuatro más redujeron a los restantes, para salir en búsqueda de la espada de Simón Bolívar. Rompieron el candado y entraron en la habitación de Manuelita Sáenz, donde Álvaro Fayad, comandante de la operación, quebró el cristal que protegía el arma del Libertador con una patecabra que llevaba en el bolsillo.
Mientras esto sucedía, los otros hombres pintaron las paredes con la letra y números "M-19" y dejaron panfletos en el lugar. Afuera en la retaguardia, estaba María Eugenia Vásquez, conocida como La Negra. Ella sabía su parte del plan; en la guerrilla, por seguridad, cada uno sabe su parte, nadie tiene el mapa completo. En ese momento, otra mujer que estaba con ella le preguntó con nerviosismo: “Compañera, ¿usted sí tiene experiencia en esto?”. Ella, mintiendo, le respondió con contundencia: “sí, mucha”. Por fin llegaron sus compañeros y juntos huyeron en un Renault 12.
Un par de días antes, el 15 de enero, en la página 14 de la edición de El Espectador, como sucedió en otros medios, apareció una publicidad que decía: “¿Decaimiento…? falta de memoria? Espere M-19”. Dos páginas después, en el mismo formato, decía: "¿Parásitos… gusanos? Espere M-19”. Al día siguiente, en la misma página apareció un nuevo mensaje: "¿Falta de energía… inactividad? Espere M-19". Y una página después otro aviso: “Ya llega M-19”.
Finalmente se revelaba a qué se refería esta campaña de expectativa, luego de que muchos pensaran que se trataba de la promoción de un energizante, de un laxante, de algún remedio. Resulta que, en la década del 70, los guerrilleros Luis Otero Cifuentes y Jaime Bateman Cayón leyeron sobre una acción de los Tupamaros, el movimiento en armas de Uruguay, en la cual se narraba cómo robaron la bandera de los 33 Orientales, protagonistas de la declaración de independencia de ese país, para resignificarla.
Inspirados en esta historia, Otero propuso a los líderes del Partido Comunista Colombiano en su momento hacer lo propio con la espada de Bolívar, pero su iniciativa fue descartada. La suma de discrepancias hizo que Bateman, Otero, Fayad y otros más se distanciaran, armaran un nuevo movimiento y fueran a robar el arma. Primero en 1973 como integrantes de un grupo guerrillero llamado Comuneros, que fracasó. Y más tarde con éxito en ese enero de 1974: "Bolívar, tu espada vuelve a la lucha", publicaron en un comunicado. Nació así un grupo guerrillero de carácter urbano que con su actuar dio varios golpes que se convirtieron en leyenda.
Luego del robo, la espada se llevó a un apartamento de alguien del movimiento. Allí le tomaron fotos que luego pusieron a circular. En adelante se perdió su rastro que dejó en su lugar una estela de mitos: que estuvo en la casa de León de Greiff, en la de Vidales, en un ‘putiadero’, en México, en Panamá. Era igual un rastro es imposible de seguir.
En 1986, el M-19 creó la "orden de los guardianes de la espada". Los doce elegidos tenían en común "una historia de lucha contra el imperialismo por la democracia y la soberanía nacional" y a cada uno entregaron una espada pequeña de oro: Fidel Castro, Omar Torrijos, Las madres de la Plaza de Mayo de Argentina, José Figueres Ferrer, Monseñor Sergio Méndez Arceo, Eduardo Galeano y Mario Benedetti fueron elegidos. Los últimos dos no pudieron recibir el pergamino en físico.
La espada de Bolívar permaneció bajo el poder del M-19 desde 1974 hasta 1991. Ese año, Arjaid Artunduaga, principal historiador del movimiento, viajó a Cuba para traerla de vuelta. El 31 de enero se celebró una ceremonia en la Plaza de Bolívar, en la cual Antonio Navarro Wolf, ya para ese momento desmovilizado, la entregó, para luego convertirse en uno de los copresidentes de la Asamblea Nacional Constituyente que redactó la Constitución de Colombia de 1991.
Después de recibirla, el gobierno colombiano guardó el arma en un depósito del Banco de la República hasta el año 2000, cuando fue regresada a la Quinta de Bolívar después de 26 años de ausencia. Luego, en el encuentro protocolario de empalme presidencial entre Iván Duque y Gustavo Petro, ocurrido el día 23 de junio de 2022, Duque le hizo la presentación de la urna de la espada de Bolívar custodiada en la casa de Nariño.
En la posesión se sumó una nueva historia, cuando el presidente electo Gustavo Petro la solicitó y el presidente saliente se la negó. Sin embargo, apenas recibió la banda presidencial, Petro ordenó traerla.
En realidad hay incluso dudas de que esa sea la espada del Libertador, o una de las muchas que usó a lo largo de su vida. Se dice también que era su arma ceremonial y que el M-19 nunca la devolvió completa. Sea lo que sea este símbolo sigue escribiendo nuestra historia.