
¿Por qué terminó la amistad entre Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez?
El 12 de febrero de 1976, el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México se convirtió en el escenario de uno de los episodios más comentados de la historia literaria latinoamericana.
Aquella noche, Mario Vargas Llosa, en un acto inesperado, le propinó un puñetazo en el rostro a Gabriel García Márquez, dejándolo en el suelo con el ojo derecho morado. El golpe, no solo fue físico, sino simbólico, marcó el fin de una de las amistades más importantes del llamado Boom latinoamericano.
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Ambos escritores asistían al estreno del documental La odisea de los Andes, guionizado por el propio Vargas Llosa. Según testigos, el autor colombiano se acercó sonriente, con los brazos abiertos, para saludar a su amigo.
Lo que recibió fue un puño seco al rostro y una frase contundente: “Eso que le hiciste a Patricia no se hace”, en aparente referencia a Patricia Llosa, esposa del escritor peruano. A partir de ese momento, nunca volvieron a reconciliarse.
Desde entonces, el incidente ha dado pie a múltiples teorías. Algunas apuntan a un conflicto personal relacionado con un malentendido entre García Márquez y Patricia Llosa. Otras sugieren celos profesionales o incluso diferencias ideológicas.
La versión más extendida indica que, tras una crisis matrimonial, Patricia habría acudido a García Márquez en busca de apoyo, y que esto habría sido malinterpretado por Vargas Llosa al reconciliarse con ella.
La tensión no solo afectó a su relación personal, sino que también simbolizó la fractura del movimiento literario conocido como el Boom latinoamericano, que había unido a escritores como Julio Cortázar, Carlos Fuentes, José Donoso y los propios Gabo y Vargas Llosa. El episodio dejó al descubierto tensiones internas, rivalidades, egos heridos y diferencias políticas cada vez más marcadas entre sus protagonistas.
Durante décadas, ni Vargas Llosa ni García Márquez hablaron públicamente sobre lo ocurrido. En abril de 2014, tras la muerte del autor de Cien años de soledad, Vargas Llosa confirmó la existencia de un acuerdo mutuo para mantener el silencio:
“García Márquez y yo hicimos un pacto, que no íbamos a alentar la chismografía sobre nuestra relación, entonces él se murió cumpliendo el pacto y yo me voy a morir cumpliendo el pacto”, declaró.
Esa discreción ha mantenido con vida el misterio, convirtiendo el puñetazo en una leyenda más dentro del universo de dos gigantes de la literatura. A pesar del distanciamiento, ambos dejaron una huella imborrable en las letras hispanoamericanas y el eco de su amistad y ruptura, sigue alimentando debates, ficciones y especulaciones en todo el mundo.
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