Carta abierta a Luis Alberto Spinetta
Flaco. Si supieras el valor de tu música mientras atravesaba los días más extraños de mi postparto. Éramos tú, mi hijo y yo. Tus canciones sonaban cada vez que en soledad lo amamantaba. Artaud (1973) y Almendra (1969) han sido los discos que más han llegado a mis entrañas. Literalmente.
Escuchaba y repetía mirando a mi hijo fijamente: "Cuida bien al niño.Cuida bien su mente.Dale el sol de enero.Dale un vientre blanco.Dale tibia leche de tu cuerpo". Eras tú acompañándonos.Como si con tu canto abrazaras ese vínculo tan íntimo entre madre e hijo.
Flaco. Fuiste calma. Fuiste aliento. Fuiste sol en medio del invierno para las lágrimas que a veces salían de mi cuerpo sin tener clara la transformación por la que estaba pasando. Emilio, mi hijo, estaba plácido. Cada tanto, luego de su satisfacción lactante, iluminaba mi vida con su sonrisa. Esa sonrisa del que recién nace y aún tiene frescos los recuerdos de la galaxia maravillosa en donde residía. La galaxia desde donde partió escogiendo mi cuerpo-nave como madre. Esa sonrisa, su sonrisa, tenía tu canto:
"Se ríe el niño dormido. Quizá se sienta gorrión esta vez. Jugueteando inquieto en los jardines de un lugar que jamás despierto encontrará. Que nadie, nadie, despierte al niño. Déjenlo que siga soñando felicidad. Destruyendo trapos de lustrar. Alejándose de la maldad".
Entre aquella Plegaria para un niño dormido y Todas las hojas son del viento, mi espíritu descansó más de una vez. Para el aniversario 70 de tu nacimiento, te agradezco donde quiera que estés. En ese lugar infinito en donde residen los seres genios como vos. Serás siempre el sabor musical inconsciente que mi hijo recuerde cuando escuche tus canciones y viaje sin siquiera decidirlo a aquel instante en donde él abrazaba su nueva vida y sabiamente succionaba los pezones de su madre en busca de aquel líquido de oro. Energía vital.
Hoy que cumples no sé dónde estás. Pero sé que eres infinito. Hoy para mí no solo te llamas Luis Alberto Spinetta o 'Flaco' o 'Luisito', hoy para mí te llamas Vida, Eternidad. Gracias por tu canto y tu abrazo, el que me diste con una dulce sonrisa después de haberte torpemente entrevistado a mis 20 años. Feliz vida después de la vida Flaco.