Incubus en Bogotá: 5 músicos perfectamente acoplados
La capital colombiana fue testigo de uno de los mejores conciertos en lo que va del 2017. ¿Estuvieron ahí?
¿Cuántos años tienen que pasar para que una banda alcance su 'madurez musical'? Tal vez haya muchas respuestas, o no, quizá no exista y esa tal 'madurez musical' no dependa de los años sino de otra cosa. Pero, ¿qué significa que una agrupación o artista tenga o alcance una 'madurez' en su música?
Si lo analizamos desde el punto de vista netamente musical, podría decirse que un grupo de rock, por ejemplo, llega a esa cumbre en su carrera cuando sobre una tarima suena, se ve y se siente bien. ¿Serán los años?, ¿será el nivel de virtuosidad de cada músico?, ¿será la suerte?, ¿será el nivel de empatía que haya entre el público y la banda?, ¿será todo?, ¿será nada?...
Vamos a dejarlo de un solo tamaño: la 'madurez musical' de una banda (si así se le puede llamar) se da cuando después de cierto tiempo, sus shows en vivo y sus discos encuentran un nivel tal que hace sentir a sus seguidores (y a los músicos mismos) cómodos, satisfechos, comprendidos, emocionados, plenos, sorprendidos, e inclusive, extasiados. Claro, ese nivel solo se alcanza después de repetir una y otra, y otra vez lo que se ama, en este caso, la música.
Voy a dejar la lora y pondré un ejemplo: el concierto de Incubus en Bogotá. Sí, la noche del domingo 17 de septiembre del año 2017 vivimos uno de los mejores conciertos de rock que hemos podido tener. Y lo digo sin ningún temor a equivocarme. ¿Por qué? Porque sentí esa 'madurez musical' en la banda.
José Pasillas, baterísta de Incubus. Foto tomada del Facebook oficial de la banda.
Vi a cinco (5) músicos perfectamente acoplados sobre un escenario, haciendo lo que aman, con un nivel que solo la práctica por años y la disciplina dan. Brandon Boyd, Mike Einziger, José Pasillas, Chris Kilmore y Ben Kenney son más que Incubus, son una máquina de hacer e intepretar canciones con un plus, tienen 10/10 en empatía con su público y pueden improvisar hasta en lo improvisado.
10 canciones de Incubus para escuchar una y otra vez
Brandon Boyd y Michael Einziger en el solo de Drive. Foto tomada del Facebook oficial de Incubus.
Una hora y 45 minutos de show. Veintitrés (23) canciones tocadas no con las manos, con el alma. Cientos de personas cantando, moviéndose con cada "Gracias" de Boyd, o con cada solo de batería del GENIO Pasillas. Corazones que recordaron con canciones momentos del pasado. Cerebros que descubrieron sonidos del presente. Amigos que reafirmaron por qué Incubus es su banda favorita y por qué la escuchan desde hace más de 20 años.
La tercera venida de la banda norteamericana al país no fue en vano. Sirvió para varias cosas. Para reencontrarse con un público al que se le pasó el concierto de hace 4 años, o se le olvidó el de hace 12. Para ratificar el buen momento por el que pasa la banda. Para hacer llorar de emoción a los que nunca les han perdido la pista. Para mostrarnos canciones en vivo de su más reciente álbum, '8' (2017). Para maravillarnos con el nivel de experticia que cada uno tiene con su instrumento (o me van a decir que los solos de Einziger, o los punteos de Kenney, o la acertividad en el scratch de Kilmore no son de admirar). Y para que ellos mismos agradecieran 'habernos conocido'.
Ben Kenney, bajista de Incubus. Foto tomada del Facebook oficial de la banda.
Gracias a Incubus por la disposición allá arriba, eso sí que es madurez. Gracias por la afinación, por dar lo mejor de sí en cada nota. Gracias por empatar su Wish You Were Here con la de Pink Floyd, por tocar Stellar, Anna Molly, Megalomaniac y Pistola. Por hacer del "oe, oe oe oe" del público una canción más. Gracias por tocar puntuales y por cerrar con la mágica Aqueous Transmission. Gracias por mostrarnos que el rock está vivo y que las bandas que de verdad se preocupan por la música son las que lo mantienen así. Gracias por las buenas canciones y por la madurez. Y gracias a Brandon Boyd, por las flores...
¡Gracias Incubus!