Lo que nos gustó y nos disgustó del Festival Cordillera
El Festival Cordillera fue una grata sorpresa, porque luego la saturación de eventos que hay este año, el éxito que fue Estéreo Picnic que nos dejó más que satisfechos y el fracaso que fue el Jamming, incluso a la fecha a miles de personas no les han devuelto su dinero, nadie esperaba un festival tan grande a mitad de año. Y sobre todo este evento tan emocionante.
Cuando salió el cartel, por un momento pareció una mentira porque al fin un gran evento le apuntó a la región, su historia, su pasado y su futuro. Cordillera no necesitó de un nombre anglosajón para brillar con toda. Decenas de miles de personas llegaron al Parque Simón Bolívar para crear una gran fiesta que nadie esperaba.
Esa fue la mayor riqueza de este encuentro, en general fue muy parchado y tranquilo, se gozó, se bailó, se cantó y se estuvo bien. Pero también, como en todo evento tan grande, hubo cosas que decepcionaron, que pudieron ser mejor y que se pueden pulir de cara al futuro.
Por eso queremos hacer un pequeño balance del Festival Cordillera 2022 el cual esperamos que el próximo año se repita.
Lo que nos gustó
La distribución del espacio
Era una incógnita saber cómo iban a acomodar el Parque Simón Bolívar para meter estos cuatro escenarios, más mercado, zonas de comidas, de descanso y de más y la verdad todo quedó muy bien distribuido. Poder moverse por los adoquines fue muy cómodo y aunque parecía que los escenarios estaban lejos, la distancia no fue tan grande. Y a pesar de que a veces se cruzaba el sonido, en general no afectó los shows.
Hubo mínimo vital de agua
Se agradece que el parque tuviera un par de fuentes de agua para poder refrescarse durante los dos días. Si bien las filas eran largas, lo importante fue poder acceder a agua gratis lo cual es una muestra que se está escuchando las peticiones del público y esperamos que pronto esto se vuelva algo habitual de toda fiesta.
Hubo algo para todos y todas
Desde el rock pesado de Molotov, pasando por las rimas finas de Kase.O, La Etnnia o N. Hardem; y por los sonidos dulces de Julieta Venegas, Lianna o Briela Ojeada, hasta el reggaetón intenso de Rosa Pistola o la psicodelia tropical de Cerrero, Mitú o Chancha Vía Circuito, hasta clásicos como Maná, Caifanes y Draco Rosa, hubo un sonido para todos los gustos.
La tolerancia y la unión
Esta variedad de sonidos convocó a muchas personas que gozaron el festival de distintas formas, pero sin generar problemas. El que quiso poguear lo hizo, el que quiso perrear también tuvo su espacio y da mucho gusto ver que esto pase. Hace unos años unir tantos géneros sonaba arriesgado, hoy es parte de lo que hace bueno a un festival y sin duda es una buena señal para el futuro de los mega eventos.
La buena onda del público
Que bello ver a la gente feliz, tranquila y pasándola bien. Puro amor.
El diálogo generacional
Desde niños hasta personas cercanas a los 60 disfrutaron de esta gran fiesta. Varias épocas con sus diferencias y similitudes se unieron y compartieron durante estos días de tolerancia, empatía y paz. Y lo mismo se vio en los escenarios, porque así como brillaron los clásicos, la nueva generación musical del continente alzó la mano y dijo: prepárese que el futuro será genial.
El mensaje de proteger el medio ambiente
Desde las tarimas muchos artistas hablaron de la importancia de salvar a este agonizante planeta, pero el festival también se preocupó por hacer pedagogía, generar el menos impacto posible y poner el debate sobre la mesa. Además hay que descartar que siempre estuvo muy limpio todo el espacio.
La unión de toda la región
A lo largo de este fin de semana vimos ondear banderas de todos los rincones de Sudamérica, lo que muestra que la unión de nuestro continente es posible a través de la música.
Que no llovió
¡NO LLOVIÓ!
Lo que no nos gustó
El sonido del escenario principal
Lamentablemente hubo bandas en el escenario principal como Caifanes o Molotov que no se escucharon bien, lo cual le quitó intensidad a la experiencia. Y los problemas fueron tanto de volumen como de ecualización, tal vez una segunda torre hubiera sido mejor.
Los problemas de movilidad
Si bien esto no es problema de la organización del festival y en general las entradas y salidas fluyeron, si fue difícil conseguir transporte y mucha gente tuvo que caminar agotada largos tramos en la madrugada para conseguir transporte. Ojala esto llame la atención del Distrito para general un plan de movilidad que ayude a entrar y salir de los festivales de mejor forma sin que la ciudad colapse. Un buen modelo es el de South by Southwest en Austin, Texas, en el que los buses van a las salas de conciertos. Con tantos eventos que hay en Bogotá es vital empezar a pensar este tema de forma seria.
Los precios dentro del festival
Es normal que dentro de los festivales las cosas sean un poco más caras, pero hay precios exagerados, teniendo en cuenta los costos de las entradas y los productos que no son nada distinto a lo que se consume en el día a día.
La mala actitud de algunos artistas
En general las presentaciones fueron impecables y muy emotivas, pero hubo unas manchas muy grandes. Drobi Draco Rosa fue muy criticado y muchos de sus fans más fieles no quedaron del todo felices. También hubo malestar con Zoe y la mala actitud de León Larregui; y la parquedad y frialdad de Vicentico opacó un poco la genial presentación de Los Fabulosos Cadillacs.
Los problemas que hubo en el VIP del escenario principal
Esta fue una de las mayores manchas del festival porque la zona VIP del escenario principal fue un fracaso. Ese graderío de lata ubicada a la derecha de la tarima fue muy incómodo para quienes pagaron estas boletas y además hubo más gente de la capacidad del espacio, por lo que se tuvo que re acomodar esta zona el segundo día, pero más de un asistente se sintió estafado.
Faltó café y bebidas calientes
Hizo mucho frío y había pocos lugares para encontrar café lo que causó una largas e hipotérmicas filas.
Se registraron problemas en las recargas de las pulseras
El cashless cada vez será más recurrente y en general funcionó bien, pero el público reportó que hubo un momento durante el primer día en el que el sistema se colapsó. Además conocimos la historia de un asistente al que le cargaron 100 mil pesos en vez de 10 mil y no se dio cuenta y en la carpa de soluciones no le dieron una solución práctica, porque para que te devuelvan tu dinero hay que pagar un excedente.
El consumo irresponsable de algunos asistentes
Hay gente que se olvida que un festival son varias horas de desgaste bajo el sol, el frío, estando de pie y que a la par del consumo también hay que tener cuidados mínimos. Tomar agua, comer bien, descansar y moderar el consumo de sustancias psicoactivas para asegurarse de pasarla bien y no terminar el día inconsciente en una esquina, lo cual a parte de generar riesgos como la hipotermia o la descompensación del organismo, es un desperdicio de la plata de las entradas. Un consumo responsable asegura una mejor fiesta.