Evitando los errores en el caso de Electric Mistakes
*Artículo por: Germán Rey. Defensor de los Oyentes.
El pasado 6 de abril se publicó en el sitio web de Radiónica, una información sobre presuntos abusos físicos, sexuales y laborales del compositor, guitarrista y líder de la banda Electric Mistakes, contra varias mujeres que habían formado parte de su conjunto musical.
La nota titulada “El caso Electric Mistakes: cronologías de las denuncias de presunto abuso”, recogió una noticia que ya estaba circulando por las redes sociales, fundamentalmente en Twitter e Instagram, de la mano de quienes se consideraban víctimas. La información acudía a testimonios de las mujeres agraviadas y estaba acompañada de los puntos de vista de dos de los componentes más destacados de la banda, entre ellos de un comunicado de su líder en el que señalaba que “las acusaciones y afirmaciones que hace sobre mí son profundamente injuriosas”. Unos días después se publicó en Radiónica, una información que buscó contextualizar, con la ayuda de una psicóloga experta en el tema, las situaciones de violencia que se han presentado también dentro de la industria musical.
El abuso en la agenda pública
El debate sobre el abuso de diferente naturaleza y en diversos ámbitos contra mujeres, entre ellos el laboral, es tan solo uno de los grandes temas de la agenda pública de género en el mundo y cada vez más en nuestro país. Es además una discusión con vertientes diferentes de pensamiento, argumentaciones contrastantes y efectos que están trascendiendo inclusive el ámbito de los tribunales. En otras palabras: el tema se ha convertido en una sensible preocupación de la esfera pública.
Radiónica, como una emisora de radio pública no puede ser ajena a este debate. Lo recogió, entre otros motivos, porque la banda Electric Mistakes, como otras muchas de la escena independiente de la música en la ciudad y en el país, ha tenido una presencia activa en el despliegue musical de la emisora, no sólo a través de la difusión de sus composiciones y el lanzamiento de sus nuevas creaciones, sino también por la participación en sus eventos públicos e inclusive en la plataforma de RTVC play, que es sin duda, un lugar no sólo de acceso y expresión, sino también de conservación y memoria de los bienes culturales, nacionales e internacionales.
Inmediatamente y liderado por la Subgerencia de Radio, la Defensoría de los Oyentes asumió el análisis del caso, que no se circunscribió solamente a los hechos específicos que se habían presentado y a la información divulgada, sino que se amplió a una reflexión sobre el papel de la radio pública, su manera de actuar frente a este tipo de acontecimientos, las formas de construcción y divulgación de informaciones sobre la vida privada de personajes públicos, las nuevas realidades que se están generando en la industria musical y del entretenimiento, la cero tolerancia al abuso y el acoso de las personas y el respeto a los procedimientos de acusación contemplados por la ley, acompañados por la presunción de inocencia y el debido proceso.
La radio pública no debe ser un canal de juzgamiento o de arrasamiento, sino un medio para el conocimiento, el debate y la pedagogía de aquellos problemas que forman parte o deberían formar parte, de las preocupaciones legítimas de una sociedad.
Pero también, la radio pública debe estar permanentemente atenta a los cambios de la sociedad, de su mentalidad y comprensiones, sobre todo a aquellas que tienen que ver con el respeto y promoción de la dignidad de todas las personas, especialmente de aquellas que han sido habitualmente más vulneradas.
Diversidad y libertades en la música
Uno de los ámbitos más interesantes de la vida pública es el de la música y en general, el de la industria del entretenimiento. En esta última se ha dado buena parte de los debates más agudos y de las noticias más controvertidas referida al abuso, como, por ejemplo, las promovidas por el movimiento de #MeToo. Productores de cine, famosos presentadores, artistas de renombre o escritores renombrados, han aparecido en las portadas de los medios, por la cercanía que tiene este mundo con la vida de la gente, y por otra, por la difusión multiplicada y casi inmediata de todo lo que acontece en él.
Las reacciones sobre este tema tampoco se han dejado de producir. Recientemente la escritora Catherine Millet, una de las cinco impulsoras de la comunicación opuesta al movimiento #MeToo firmada por 100 personalidades de la cultura francesa, encabezadas por la actriz Catherine Deneuve, la cantante Ingrid Caven o la editora Joëlle Losfeld, tilda a ese movimiento de “puritano” y afirma que favorece un regreso de la “moral victoriana”.
Hace unos meses, 150 destacados intelectuales norteamericanos señalaron en una carta pública en Harper’s, que “hay una intolerancia a los puntos de vista contrarios, un gusto por avergonzar públicamente y condenar al ostracismo, y una tendencia a disolver cuestiones políticas complejas en una certeza moral cegadora. Defendemos el valor de la réplica contundente e incluso corrosiva desde todos los sectores. Ahora, sin embargo, resulta demasiado común escuchar los llamamientos a los castigos rápidos y severos en respuesta a lo que se percibe como transgresiones del habla y el pensamiento”.
Frente al caso de Electric Mistakes, la radio pública se debe sostener en la firme crítica y rechazo a toda forma de violencia, abuso o agresión contra las mujeres. Por eso se publicaron las denuncias que han aparecido con sus diversos puntos de vista, pero también por eso mismo, se espera el proceso de investigación y juzgamiento, por parte de las instituciones del Estado y no se procede a la promoción de un linchamiento social y mucho menos a un ejercicio de la cancelación de expresiones artísticas o culturales, como una forma de castigo social previo y en mi opinión, completamente indebido.
Pero la radio pública va más allá. Propone abrir el debate, explorar cómo se pueden generar espacios libres de violencia, machismo y acoso en la industria musical y ensaya posibilidades de deliberación y pedagogía social sobre esta importante realidad.
Lo que no puede ni debe hacerse es censurar, ni cancelar la música de una persona que no ha sido sentenciada, ni ponerle rejas o silencios a su creación artística, como han pretendido algunas voces externas a la emisora.