Somos los verdaderos villanos de 'Guardianes de la Galaxia vol. 3'
En Guardianes de la Galaxia vol. 3 la crueldad humana y los animales son los verdaderos protagonistas, dejando en un segundo plano a la querida pandilla que se ha robado el corazón de los fanáticos de Marvel en el mundo: Peter Quill, Nebula, Rocket, Mantis, Groot, Drax y Gamora.
La cinta esta vez se centra en el mapache rudo, Rocket, quien tiene que recorrer su vida desde su origen. El personaje narra su dura infancia desde cuando fue usado literalmente como rata de laboratorio hasta cuando tuvo que valerse por sí mismo mientras huía de quienes le querían hacer daño.
Es así que este personaje sirve como catalizador para que la secuela se centre en un problema ético y moral histórico que apenas está empezando a cobrar una debida relevancia, pese a la insistencia de organizaciones protectoras de animales, que por años nos han contado cómo la vanidad humana ha sido terriblemente cruel.
El mundo especista en el que vivimos, que nos ha alimentado el capricho megalómano de creer que somos el centro del universo y superiores a los otros seres vivos, ha sido tan nocivo para los animales que nos han rodeado y acompañado como para nuestra psiquis.
Por años hemos torturado a los animales para nuestro “disfrute" sin sentido: nos hemos reunido en plazas para celebrar su mutilación; los hemos desollado para usar y comercializar sus pieles; han sido nuestros conejillos de indias para pruebas cosméticas; los hemos privado de la libertad para encerrarlos en estrechas jaulas donde nunca verán la luz y su único fin será ser nuestro alimento, entre muchos otros inenarrables horrores.
¿El porqué de esto? Sencillo, hemos creído que por ser seres racionales podemos deliberadamente acabar con toda la vida que no sea suficientemente inteligente para nosotros o que no podemos comprender del todo, ¿porque estamos arriba de la cadena evolutiva o no? Y así hemos demonizado muchas veces a los animales que no hemos podido domesticar, representándonos como víctimas de esas bestias sedientas de sangre, cuando la realidad ha sido la contraria.
El paradigma especista, en el que se dicta que los seres humanos somos superiores a todo lo demás, ha sido narrado quizá inconscientemente en el cine desde el principio de este arte.
Hemos visto tiburones despiadados desmembrando gente (Jaws, 1975), gorilas dementes destruyendo ciudades y secuestrando damiselas (King Kong, 1933); dinosaurios salvajes cazarnos hasta devorarnos (Jurassic Park, 1993), pirañas asesinas (Piraña, 1978), cocodrilos feroces (Cocodrilo 1979), leones sanguinarios (Bestia, 2022), insectos maniáticos (El mundo en peligro, 1954)… Y así podemos seguir.
La premisa es básica: lo que no es humano puede ser susceptible de la corrupción y la enajenación, por lo que podemos estar en un inminente peligro si algún animal sufre alguna alteración de sus impulsos y un día decide matarnos.
Sin embargo, la historia nos ha demostrado que hemos sido la raza humana quienes irracionalmente hemos acabado con la fauna y la flora que hemos dicho conquistar y descubrir; hemos sido nosotros los perturbados, quienes hemos sacrificado a los animales de manera cruenta con una risa socarrona en nuestras caras mientras los alzamos como nuestro botín.
Esta realidad también se ha tocado en el séptimo arte, aunque con menor repercusión y repetición. Spirit de 2001 cuenta la historia de un caballo indomable que busca ser libre; Una aventura extraordinaria de 2012 narra el naufragio de un joven en un bote junto a un león; la misma Bambi de 1942 llega abordar el tópico con la muerte de la mamá del ciervo; Okja de 2017 es un claro ejemplo del maltrato animal que sufren los bovinos y todos los animales de consumo masivo; más recientemente, EO de 2022, cuenta la historia de un burro de circo; Avatar: el camino del agua que narra a los animales como parte de nuestra familia.
Y ahora Guardianes de la Galaxia vol. 3, que no solo cuenta la historia del antropomorfizado Rocket, sino de tres personajes más: Lylla, una nutria; Reefs, una morsa; y Floor, una coneja, quienes fueron los primeros amigos del mapache.
Los cuatro animales sufrieron los experimentos eugenésicos del villano de la película, el Alto evolucionador, que busca, según él, mejorar la especie humana y crear la raza máxima. Para esto utiliza a los animales en crueles procedimientos donde los modifica física y genotípicamente.
Estos son usados como objetos, como seres sin derechos que solo tienen el fin de existir como prueba y error… Hasta un día cuando cobran conciencia de su propia existencia y así mismo descubren la sevicia irrazonable de la cual dependen: la humana.
La cinta también muestra a Cosmo, una perrita con poderes telequinéticos que se robó el corazón de los espectadores. Lo que no muchos conocen es que Cosmo, es realmente una versión ficcionada de Laika, una perra callejera que se convirtió en el primer ser vivo en orbitar la Tierra cuando en noviembre de 1957, la Unión Soviética la lanzó en el satélite Sputnik 2.
Lo peor de la historia es que los científicos soviéticos sabían que Laika no iba a sobrevivir al viaje, pero decidieron sacrificarla por el supuesto avance de la ciencia y la tecnología.
Guardianes de la galaxia vol. 3 es, entonces, una película muy conmovedora, que nos toca hasta lo más profundo las fibras, que humaniza a los animales para que por fin los veamos como nuestros prójimos, como seres sintientes, que sufren, que anhelan y que aman. Mientras que nosotros, como analogía del Alto evolucionador, nos aferramos a la insensatez y la soberbia que nos ha hecho creer que somos los héroes cuando hemos sido las verdaderas bestias y villanos de este cuento.