‘Ellas hablan’, una película con la que reímos para no llorar
Autje: En la colonia, las niñas teníamos poco acceso a la educación. Apenas sabíamos leer o escribir. Pero ese día... aprendimos a votar.
¿Irse o quedarse? Esa es la pregunta que intentan resolver un grupo de mujeres de una comunidad religiosa apartada de la sociedad, pero también es la incógnita que muchas mujeres se hacen a diario cuando tienen que decidir entre seguir soportando la violencia o huir de su agresor y salvar su vida. Una decisión nada fácil.
Esta cinta parece, en un principio, mostrar la realidad de otros tiempos, pero nos habla sin eufemismos de una situación del presente, por la que pasan muchas aunque no lo queramos ver o creer.
Aún hoy en día, a mujeres de diferentes partes del mundo se les niega el derecho a la educación; a otras se les impide opinar; muchas son violadas y maltratadas a diario; cosificadas y usadas; incluso a algunas se les suprime el derecho a pensar…
Y esto es precisamente lo que la película aborda a través de esta comunidad: la cultura patriarcal tan arraigada desde hace siglos que sigue siendo lamentablemente un tema tan actual.
Ellas hablan es eso: un diálogo entre muchas mujeres que al final conforman un gran monólogo profundo sobre lo que ha sido ser mujer a lo largo de la historia de la humanidad.
Ona, Mariche, Salome, Agata, Mejal, Autje, Neitje, Janz y Greta son tan solo algunas de todas las mujeres de esta comunidad que son obligadas a vivir en el total ostracismo, en un mundo surreal donde nunca han tenido derechos; en el cual “pedirle” algo a los hombres es absurdo porque las mujeres “no piden”; un lugar donde no existen las palabras para hablar de la menstruación o la sexualidad; una comunidad donde no se puede reclamar por ser abusada por su hermano, padre o un grupo de hombres.
Autje: A veces creo que la gente ríe para no llorar.
Y sí, ese es el sentir que se tiene al ver esta película, nos reímos porque ellas nos lo permiten así, cuando hacen bromas sobre su tragedia y se abrazan con las miradas sororas y cómplices, pero en lo profundo lo único que desean y deseamos es sentarnos a llorar ante la injusticia que sufren.
Ellas hablan nos pone en el lugar de las mujeres -aunque no nos identifiquemos como una-, nos sienta al lado de ellas y nos pone a debatir los pros y contras de irse o quedarse, nos hace hacer cuentas y nos pone a planificar la huida, porque aquí no importa qué pueda traer lo desconocido, lo que importa es ponerse a salvo y vivir sin el miedo de que al otro día no amanezcamos.
Janz: Desea menos. ¿Entrar al reino de los cielos no significa nada para ustedes?
Ona: Debe haber algo... por lo que valga la pena vivir esta vida, no sólo la próxima.
Esta película dirigida por Sarah Polley y basada en el libro homónimo de Miriam Toews describe una ficción basada en hechos reales que tuvieron lugar en una comunidad menonita remota y aislada en Bolivia, donde entre 2005 y 2009 más de cien niñas y mujeres de la comunidad despertaron para descubrir que habían sido violadas mientras dormían.
Sin embargo, sacan el valor para hacer lo que se les había prohibido hace años: opinar y pensar. Entonces se reúnen en una junta para hablar de su realidad, de su dolor, de la maternidad, del perdón, de la fe y de los sueños que se les habían restringido.
Así es como armadas con sus pocas pertenencias, sus animales y sus hijos deciden que deben irse de ese único lugar que conocen, no porque quieran sino porque no pueden quedarse, porque se dieron cuenta que su hogar está donde estén ellas, porque si no lo hacen se pueden convertir en asesinas.
Mariche: Ona, eres una soñadora.
Ona: Somos mujeres sin voz. No tenemos nada a lo que volver. Hasta los animales viven más seguros que nosotras. Todo lo que tenemos son nuestros sueños. Claro que somos soñadoras.
Mire aquí el tráiler de la película que sorprendió tras su victoria en los premios de la Academia, pero que tras verla nos queda claro que es muy digna de ganar ese y más.