
El blues, del Mississipi al Magdalena
Barranquilla celebró sus 212 años el pasado 7 de abril y con esta conmemoración se recordaron las historias de la joven ciudad que se levanta frente al río Magdalena y el mar Caribe.
Esta ciudad, que abre sus brazos cálidamente a quienes llegan a ella, también es capaz de expulsar abruptamente, como si regurgitara a quien no sigue sus dinámicas identitarias. He estado en ambas caras de la moneda. Pero el molde es flexible y, con los años, se aprende a entenderla desde su carnaval heredado de pueblos vecinos hasta los festivales que reúnen musicalidades de otros sectores del mundo, que llegan, por supuesto, a través de su puerto ya inexistente, pero que persiste en la memoria como un símbolo vivo que conecta a la capital del Atlántico con la región Caribe y el resto del mundo.
Quizás sea por esto, que me atrevería a decir que de las mejores cosas que he conocido gracias a Barranquilla son las músicas que llegan a través de ella, y a pesar de que ninguna es propia, han sido asimiladas como tal; de manera que existen corrientes de jazz y blues barranquilleros, cuya identidad está tan anclada a la ciudad como las casas de barrio abajo, que se resisten a la gentrificación.
Y es que si en el Delta del Mississipi en Estados Unidos, a finales del siglo XIX, surgía un ritmo de naturaleza afroamericana caracterizado por una estructura de 12 compases, escalas pentatónicas y letras que ahondan en el sentimiento de la tristeza, la melancolía, la nostalgia por la tierra propia y las dificultades de la vida misma; en Barranquilla, casi un siglo después, las sonoridades asimiladas como propias reflejan la emoción de reconocerse como seres mínimos frente a un río que recorre casi por entero el país y que se funde en el mar en Bocas de Ceniza, de cara a la ciudad.
A Barranquilla, otros ritmos, como el bullerengue, también de origen afro desde los pueblos de la región, han llegado a nutrir la cultura rítmica y vocal de la ciudad. Sin embargo, sonoridades como el jazz y el blues han nutrido la estructura rocanrolera de las agrupaciones de la ciudad que, quizás, gracias a su conexión con el río Magdalena, como el Delta del Mississippi, profundiza en las emociones adheridas a los rugidos de guitarras y las voces que narran desdichas propias.
Por eso, en Radiónica hacemos este recuento de las conexiones sonoras de agrupaciones barranquilleras consolidadas y emergentes, entre las que figuran The Satanic Majesties Request, Maranguango y hasta León Bruno, que han explorado en el blues y su influencia rítmica, aquello que les inspira a crear una música propia. Escucha la nota aquí: