Almodovar y Mcnamara: el delirio punk de Pedro Almodovar
“De todas tus facetas (...) cuál es la que más te gusta”, pregunta una conductora de televisión a Fabio McNamara quien luce una peluca estilo Farrah Foster, una chaqueta de torero color verde con dorado y unos guantes rosados. “La que más me gusta es la de mujer superficial”, responde de forma burlona, coqueta y descarada. A su lado, Pedro Almodovar viste una chaqueta blanca y una camiseta negra, lleva un bello maquillaje que resalta sus ojos y dos brillantes pendientes cuelgan de sus orejas.
Corre 1983 y en España se vive la transición entre la dictadura fascista de Franco y la democracia, y desde la muerte del llamado generalísimo en 1975, Madrid se convirtió en un patio de juegos donde entre los excesos y la creatividad todo era posible. Incluso este hilarante dúo musical más cercana a un performance lleno de brillo que a una banda, pero que prendió varias noches desenfrenadas de lo que se conoció como la movida madrileña.
La historia de este dúo musical lleno de escarcha y glamour guarro, comenzó por casualidad, en 1982 cuando Almodovar estaba haciendo Laberinto de pasiones, su segundo largometraje, y necesitaba un par de canciones para una escena. Para esto se juntó con Fabio, actor, poeta, pintor que hacía parte de los shows de Alaska y los Pegamoides y participó en la película Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980), con quien escribió “Suck it to Me” y “Gran Ganga”, dos graciosos temas muy alineados con el sarcástico estilo de grupos como Kaka De Luxe o Zombies.
El día del rodaje Fabio debía hacer playback junto con otro artista, que no llegó, así que Pedro se puso el maquillaje, un gabán de cuero que pertenecía a su cuñado guardia civil, y tomó el micrófono. Ese momento teatral, ese juego cinematográfico funcionó tan bien, que ambos decidieron seguir componiendo y sacaron 10 canciones plasmadas en un único álbum titulado ¡Cómo está el servicio... de señoras! (1983).
Estas composiciones, empalagosas, ruidosas y muy graciosas resumen muy bien el divertido caos que era el día a día en una Madrid decadente, en la que este par de artistas creaba. Entre el glamour y la decrepitud, el brillo, el baile y la adicción a la heroína, toda una generación de jóvenes españoles conoció la libertad, el libertinaje, la vida y la muerte.
Musicalmente este proyecto es una expansión del mundo cinematográfico de Almodóvar. Color, cosas absurdas, humor ácido y situaciones inverosímiles son la base de esta propuesta kitsch que te pone a bailar e invita a ser descarado, dejar las inhibiciones y dejarse llevar por la noche.
En este disco encontramos canciones como “Gran Ganga”, una composición como de vaqueros pero synth pop, que a la onda del salvaje oeste le da un montón de escarcha. “Suck It To Me”, “Susan Get Down” y “Safari” son puro pop bailable, chicloso con algo de funk que nos pone en el corazón de una fiesta pesada ochentera.
“Rock de la Farmacia”, “Me voy de usurera” y “Monja, Jamón”, son más rockeras, frenéticas y punkeras. Este disco también tiene unas experimentaciones electrónicas new wave muy interesantes como “Satana S.A” y “Máquinas de Nueva York”, que son una apuesta sonora por el delirio. Y claro, como Almodovar ama los boleros y las rancheras, no podía faltar una composición de este estilo que fue “Moquito a moco”.
Pero sin duda la mejor canción de este esquizofrénico repertorio es “Voy a ser mamá”, que musicalmente es muy cercana al estilo de Alaska y Dinarama, y su letra es pura ironía, como dijo el propio Almodovar era “un pop-baboso con el que pretendemos conquistar a las dos Españas. La que no quiere abortar y la que quiere abortar”.
La grabación de ¡Cómo está el servicio... de señoras! fue muy orgánica y sin muchas pretensiones. Salió algo directo de las tripas y no se lo produjo mucho, y en eso radica su riqueza. Esto era un juego de dos mentes inquietas que se convirtió en algo más grande, casi incontrolable.
El proyecto duró sólo dos años pero tuvieron varias entrevistas, reseñas y presentaciones en la que el performance y el maquillaje exagerado era la ley. Esta “banda” era como una especie de versión musical de Divine, una expresión sexualmente ambigua, provocadora, a veces grotesca y siempre desafiante.
Pero al igual que la noche, Almodovar y Mcnamara fue un parpadeo. Ninguno de los dos era del todo músico y grandes proyectos se forjaban en el futuro de ambos artistas. Pero esta locura, esta alucinación producto del desenfreno de la juventud, quedó en la memoria de un momento histórico en el que todo era posible y en el que no había límites.
En esa década, en España la vida y muerte danzaban al mismo compás, y muchos murieron jóvenes y dejaron cadáveres hermosos, otros sobrevivieron para crear mundos también hermosos y ¡Cómo está el servicio... de señoras! siempre será un recuerdo que evocada, diversión, fantasía y nostalgia que sirve para amenizar fiestas, baby showers, primeras comuniones y funerales.