'Piolín' de Reencarnación: El metal como apuesta política y artística
El metal ha sido estigmatizado y poco visibilizado, por sus estéticas, sus líricas alusivas al dolor, por revelar una realidad violenta, y otros aspectos que han hecho que algunos lo señalen como una apología a la muerte. Sin embargo, uno de sus cultores, el mítico Víctor Raúl Jaramillo, conocido como “Piolín” en la escena underground del metal, reveló que esta música realmente logró fue contener a los jóvenes para que no se fueran como carne de cañón a la guerra.
En su visita al XVIII Festival Ibagué Ciudad Rock el pasado 12 y 13 de octubre, el ‘filósofo del metal’, como se le conoce también al fundador y vocalista de Reencarnación, reflexionó que cada concierto ofrecido por la agrupación es un nuevo motivo para recordar la Colombia agobiada por la guerra de la Década Perdida. Y aunque muchos sigan estigmatizando, el metal fue el espacio para contener a esa juventud desesperanzada de aquellos años en los que la vida valía lo que cuesta hoy un ‘bareto’.
Parabellum, Maleficio, Agresor, Blasfemia, Sacrilegio y, por supuesto, Reencarnación, se habían convertido en un referente para esos jóvenes, que por los narcos estaban siendo reclutados como sicarios. Gritar con su ultrametal la violencia que los agobiaba era el único escape que veían ante tanta miseria y muerte, pero finalmente ellos fueron los que ganaron con sus riff de guitarras.
“Había una necesidad de romper lo que nos estaba rompiendo. Nos estaban aniquilando evidentemente. Había un delirio por la juventud, que es lo que ocurre actualmente también. Y, claro, como muchos creen que la juventud es el futuro, la humanidad de mañana, pero realmente era la juventud del presente. Entonces había que cambiarle la dirección, en la reflexión y el pensamiento o el destino era la muerte”.
El rock era una especie de muro de contención para que muchos de ellos empuñaran una guitarra eléctrica y no un arma. Por esa razón, las expresiones artísticas, entre esas el rock y el metal, eran una amenaza directa a los intereses de los violentos. Por esta razón, ‘Piolín’, David Viola y Mónica Moreno de I.R.A. y muchos rockeros líderes de la época fueron víctimas de atentados y pusieron su propia vida en riesgo.
‘Piolín’ relató cómo la muerte lo visitó en cuatro o cinco ocasiones. En una de esas, dos sujetos sentados en una mesa de un café de una esquina de Medellín lo tomaron violentamente del cabello, le colocaron la pistola que llevaban en el cuello y sentenciaron: “nosotros sabemos quién sos vos y te vamos a matar, hijueputa”.
“Y me decían: ‘nosotros sabemos quién sos vos, que es lo que haces y te vamos es a quebrar. Y conocemos a Cipriano y a La Bruja y que no sé qué…’. Me sentaron en una mesa y me dicen ‘te sentás en esta mesa y te tomás un trago con nosotros’. Y pues qué les iba a decir… No recuerdo, pero algo pasó y uno de ellos se fue a arreglar otro cruce de alguna cosa, y el man que estaba con él salió detrás. Entonces, un viejito sentado ahí me gritó enseguida ‘¡corra, corra!’. Yo salí en pura, me les volé y los manes alcanzaron a dispararme como dos o tres veces, pero no me dieron. Esa fue todo”, recordó.
En ese momento entendió que su actividad musical y la de sus colegas y amigos de otras bandas del género estaban convirtiéndose en un obstáculo a los intereses de los narcotraficantes y otros grupos armados ilegales que reinaban en la Medellín de los años ochenta. Pero aún así lograron que el metal se convirtiera en una forma de hacerle el quite a la guerra y salvar muchas vidas. “Estábamos conteniendo la juventud que ellos necesitaban para la guerra, entonces eso no lo podían permitir”, subrayó Víctor.
El metal fue, más bien, una exploración cultural y musical, y no una respuesta calculada contra la violencia, reflexionó. “Como la violencia caía sobre nosotros, pues ¿uno qué debía hacer? Pues votar esa violencia que tenía dentro, que le estaban imponiendo, y la única manera era haciéndolo igualmente fuerte, agresiva, violenta, rápida y contestataria. Esa era la única forma. Porque imagínate, poniéndote bombas cada tres horas en Medellín o matando a los pela’os, a nosotros en ese momento, y uno con una balada romántica, pues eso no era coherente”. De ahí, la rudeza y la razón de ser del metal en Medellín y, por supuesto, la filosofía de la mayoría de bandas del género en Colombia.