Guía para pilotear la ansiedad en tiempos electorales
Llega la segunda vuelta electoral y con ella, una ola de información, especulaciones y dudas nos inunda. Basta con ojear un rato las redes sociales para ver miles de escándalos, noticias y opiniones que muchas veces en lugar de ayudarnos a estar más enterados de lo que está pasando o de lo que puede llegar a pasar en las urnas, nos llena de angustia y ansiedad.
También, las discusiones con los nuestros en tiempos como estos, muchas veces se tornan tan álgidas que preferimos evitar el tema, callar nuestras opiniones o incluso a veces hasta nos enganchamos tanto en el calor de nuestras pasiones que navegamos aguas turbias emocionales que lejos de nutrir nuestros puntos de vista o los de los demás, nos encierran en cárceles conceptuales o personales, de las cuales a veces es difícil salir ileso.
Y es que es normal: estamos en un momento decisivo para el futuro de nuestro país, después del domingo, los próximos cuatro años de Colombia pueden cambiar (o no) radicalmente. Pero ¿cómo llevar la fiesta en paz en ese lugar vulnerable y frágil que es la mente, cuando todo alrededor pareciera arder? ¿Cómo cuidarnos y al tiempo cuidar a los nuestros independientemente de lo que pase en las urnas este domingo?
Para resolver estas y otras preguntas conversamos con Luisa Parra, quien generosamente nos dio varias claves para entender cómo hacer esto sin morir en el intento.
¿Qué es la ansiedad y en qué punto empieza a ser un problema? ¿Cómo se ve la ansiedad en tiempos electorales?
La ansiedad es una emoción, así como la tristeza, la alegría y el miedo, que nos ayuda a adaptarnos mejor a diferentes situaciones del día a día. Entonces, por ejemplo, tú tienes un viaje y la ansiedad hace que anticipes las cosas, que te organizas y que puedas afrontar mejor esa situación. Esta hace que tengamos pensamientos de tipo anticipatorio hacia el futuro, entonces imaginamos posibles escenarios que podrían suceder y de esta forma nos preparamos.
¿Cuando, entonces, esto se vuelve problemático? Y ahí la pregunta es si es tan buena ¿por qué entonces afecta a muchísimas personas y cada día se vuelve una situación de salud mental importante?
Esto sucede cuando esos pensamientos que vienen de anticipación hacia el futuro empiezan a hacer un obstáculo en nuestra vida. Por ejemplo: vamos nuevamente al ejemplo del viaje. Yo tengo el viaje, pero esos pensamientos anticipados están asociados a que todo va a salir mal y lo pienso de forma catastrófica: “seguramente me va a ir mal en el viaje”, “mejor no viajo”, “¿qué tal que me devuelvan?”, “¿qué tal que a alguien le pase algo malo?”. Esto se puede convertir en un obstáculo, cuando yo decido no viajar porque le hago caso a estos pensamientos.
Si nos vamos al contexto electoral, esto se vuelve un problema cuando me siento demasiado abrumado y me cuesta tomar decisiones —porque la ansiedad tiene que ver también con la toma de decisiones— porque estoy pensando todo el tiempo en estos escenarios en los que posiblemente las cosas pueden salir mal. En este momento puede que yo me vuelva un poco más irritable, expuesto a más confrontaciones, que esto afecte mi cotidianidad, mi desempeño académico o laboral y que además afecte mis relaciones interpersonales.
También puede pasar que si los pensamientos son recurrentes, no pueda dormir bien o que me despierte muy temprano todo el tiempo pensando. Esto a su vez puede generar una afectación en todos mis hábitos, mi alimentación con muchas ganas de comer o lo contrario, inapetencia. Todo esto, relacionado al exceso de pensamientos asociados a lo que podría llegar a pasar en el futuro.
¿Qué hacer en estos casos en donde ya se vuelve un problema la ansiedad? Esto a nivel general, pero también en este contexto puntual de las elecciones, ¿qué podría ayudar?
Primero que todo entender que estoy teniendo pensamientos de tipo ansioso, es decir, reconocer que esos pensamientos son pensamientos y no realidades. Nosotros tenemos muchos pensamientos que nuestro cerebro genera con la intención de protegernos, pero son pensamientos y no son hechos.
Lo que sucede con la ansiedad es que yo asumo que esos pensamientos son un hecho. Entonces, si empiezo a entender que esto es un pensamiento y que yo decido si hacerle caso o no, todo va a ser muy distinto.
Nosotros no tenemos control sobre nuestros pensamientos, pero sí sobre nuestras acciones, entonces, es empezar a tomar decisiones sobre esas acciones. Yo puedo estar muy preocupado y muy agobiado por eso que puede pasar en el futuro, pero yo si tengo control de lo que puedo hacer en el momento presente, puedo empezar a centrar la atención principalmente en lo que está sucediendo en este momento. Si me voy al ejemplo del viaje, lo que estaría bajo mi control es preparar y alistar digamos, los papeles que yo necesito llevar o preparar el itinerario. Esto ayuda a disminuir la ansiedad porque me da una sensación de control.
Cuando nos vamos al tema electoral, yo necesito empezar a controlar las cosas que están bajo mi control. Por ejemplo, el contenido que yo consumo en noticias: en las redes sociales, vamos a encontrar muchas noticias falsas y muchos contenidos que pueden llegar a asustarnos y que nos pueda abrumar. Entonces hay hipótesis: “el dólar va a llegar a no sé cuánto”, pero puedo diferenciar lo que en realidad son especulaciones y empezar a consultar fuentes que sean verídicas. Para esto, por ejemplo, puede ser útil escoger una o dos fuentes de las que pueda nutrirme de esa información, pero sin excederme y estar constantemente viendo todo el tiempo el celular, las redes o las noticias que consumo para estar al día.
Otra cosa que puedo hacer es notar las sensaciones que estoy teniendo. La ansiedad, además de los pensamientos, también genera unas reacciones fisiológicas que no son muy agradables. Por ejemplo, a veces las personas sienten que se les acelera el corazón, sienten miedo, se sienten agitadas o les cuesta respirar. A veces sienten como que se endurece el cuerpo. Para eso es muy importante realizar ejercicios de respiración, de relajación que nuevamente están asociados al tema de centrar la atención en el momento presente y no lo que está fuera de mi control. Si yo me enfoco mucho en eso, seguramente voy a sentir que todo va a salir muy mal y cada vez se van a ir alimentando más esos pensamientos.
También, tanto para el tema electoral como la vida cotidiana, son clave las rutinas porque nos dan una sensación de control. Entonces planear el día, digamos cuando vamos a votar es importante. Planear a qué hora voy a ir, no hacer más compromisos y sentir que tengo eso bajo control, que además es el compromiso que tenemos todos los ciudadanos con el país.
Otra cosa importante puede ser establecer límites. Lo que hemos visto últimamente es que eso se está convirtiendo en un problema en términos de las relaciones interpersonales. Cuando yo estoy muy ansioso, esto hace que esté muy sensible e irascible e incluso puedo llegar a ser agresivo con los demás. Entonces es importante poner límites con los demás para que respeten mi punto de vista, pero también respetar el punto de vista del otro y no tratar de cambiarlo a toda costa, porque es ahí donde empiezan todas estas confrontaciones que hacen que las personas lleguen a tener incluso pérdidas en sus relaciones interpersonales y las relaciones interpersonales son un factor súper importante tanto en la salud física como en la salud mental.
También es válido generar debates y poder dialogar, pero siempre desde una comunicación asertiva y desde el respeto al otro. Y sobre todo en debates con amigos y familiares no poner etiquetas a la persona como “tú eres bobo”. Por eso acá es clave cuestionar la idea y no a la persona. Por ejemplo “¿qué estás pensando de esta forma en particular?, ¿qué te hace llegar a esa conclusión?”, en vez de etiquetar a la persona de cierto modo.
Dentro de esos límites también es importante saber que tenemos derechos y uno de esos es por ejemplo que el voto sea secreto y no siempre nos tenemos que ver obligados a decir lo que los demás esperan por agradar, sino que podemos establecer límites en ese sentido.
Creo que hay muchas personas que juzgan a otras por ejemplo decidir no consumir tanta información o no querer hablar tanto del tema, ¿qué dirías frente a una situación así?
Las personas esperan que tengamos una opinión, digamos es bueno mantenerse al tanto y estar informado porque eso puede ser uno de los riesgos de no querer entrar en discusiones con las personas. Esta es una de esas cosas que puede llegar afectarnos solo por evitar este tipo de sensaciones y de incomodidad.
Creo que dentro de esos límites que uno puede plantear es ver si yo puedo dialogar con mis familiares y si esto me va a llevar a un debate que nutra de pronto mi conversación, pero si definitivamente yo siento que esto lo que va a llevar es a una confrontación, donde yo me voy a ver cuestionado, donde me van a atacar, donde me van a juzgar, pues de pronto a partir de eso puedo explicar los motivos por los cuales yo no quiero conversar sobre ese tema. Esto también es muy válido.
Explicar los motivos y decir, “mira yo quiero hablar sobre esto porque si solo me vas a decir que soy “tibio”, “loco” o “bobo”, pues mejor no”. Porque ahí lo que pasa es que se están atacando a las personas y no cuestionando las ideas. Cuando atacamos a los demás, cualquier persona va a poner todas las barreras posibles como la agresión o la distancia.
¿Y qué recomendarías para eso, si ya la persona se enganchó en la discusión, tiene rabia y está a punto de madrear a todos a su alrededor? ¿Qué podría ser útil para intentar volver a la calma y no caer en esa en esa violencia, que al final, en un escenario macro, se ve como un país con más caos del que ya hay?
Ahí la clave es ser conscientes y centrarnos. A veces cuando nos sentimos atacados también atacamos a la persona con cosas que no tienen nada que ver con el debate y ahí es clave darse cuenta que perdimos el control y estamos hablando desde la rabia, desde el enojo o desde la frustración.
Ahí puede ser importante tomar un tiempo fuera, retirarnos, respirar, permitir que se bajen los niveles fisiológicos de cuando estamos alterados que no pensamos de la misma forma que cuando estamos tranquilos, porque fisiológicamente estamos preparados para atacar. También funciona tomar un vaso con agua, lavarse las manos o lavarse la cara y tomar un tiempo para volver de pronto a retomar la conversación si vemos que va hacia alguna parte o definitivamente terminarla porque lo que va a hacer es que nos dañemos y dañemos la relación que hemos construído.