Almadura-iLevitable-Nacarile: el camino musical de iLe
Como le sucedió al mundo entero, hace dos años los planes de Ileana Mercedes Cabra, conocida por su proyecto solista iLe, se vieron truncados. En medio del confinamiento, de los viajes y conciertos cancelados, la artista puertorriqueña, nacida en 1989 en San Juan, quedó a la deriva, flotando en un abismo emocional.
La incertidumbre no significó que dejara de crear música, pero la obligó a hacerlo desde otro lugar. Sí, iLevitable (2016) fue una pieza introspectiva y familiar, en la que exploró la vulnerabilidad, los sentimientos reprimidos, el ego o la sexualidad, y Almadura (2019) fue una declaración de fuerza y resistencia ante varias hegemonías que nos resquebrajan nuestra humanidad y nos llevan a la indiferencia, su siguiente trabajo surge de la incomodidad, de la confusión, de una hoja de ruta en caminos difusos pero con la intuición y el aprender a soltar como brújula.
Este trabajo llevará por nombre Nacarile, un juego de palabras con el nombre de iLe y el coloquialismo puertorriqueño "Nacarile del oriente", una exclamación enfática que se traduce aproximadamente como "¡Para nada!". En el que se pasea por los géneros clásicos latinoamericanos, por percusión folclórica puertorriqueña o por el hip-hop, acudiendo también al uso de sintetizadores astrales, al arte pop irreverente y melodías prismáticas. Líricamente hay continuidad de cara a la lucha feminista, a la colonización, aunque debido a las circunstancias explora sus emociones sentidas en la pandemia, la duda y la agitación psíquica.
El trabajo verá la luz el 21 de octubre, aunque recientemente conocimos uno de sus sencillos, "Traguito". En este colabora con la cantante Chileno-Mexicana Mon Laferte, dando vida a un bolero con una fuerza callejera en el que reflexiona sobre las cicatrices del amor patriarcal.
Hace unos días iLe se presentó en el Festival Jazz al Parque, un show al que llegó con su banda completa. Antes de su presentación, en Radiónica nos sentamos a hablar con ella sobre lo que fue esta etapa de creación. Esto fue lo que nos contó.
Si iLevitable fue un disco más introspectivo y Almadura buscó expresar más esa fuerza y lucha hacia afuera, ¿qué papel juega Nacarile dentro de su carrera?
Estos años fueron bien locos y eso terminó impactando mi proceso creativo a la hora de trabajar con este disco. Las cosas venían con otra energía, el 2020 prometía algo bien brutal, como le pasó a mucha gente. Yo estaba empezando a grabar canciones lentamente y ahí entró la cuarentena, la pandemia y todo eso. Fue un shock para todos, nos agarró por sorpresa y en ese momento no teníamos idea cuánto iba a durar.
Me afectó de muchas formas, personal y existencialmente: que te bajen de un montón de viajes y planes, ver todo lo que estaba pasando con la gente alrededor y los malos manejos de los gobiernos llevaron a que este disco se saliera de una dirección clara, que quizá yo estaba buscando antes. Fue duro, pero al mismo tiempo valoramos un montón de cosas de la vida que dábamos por sentadas. Nos puso ahí como tres con dos, como “carajo, hay que hacer algo, hay que aprovechar cada instante”.
¿Cómo influyó esto en el proceso creativo?
Compuse con menos juicios encima y creo que por eso aprendí tanto con este disco. Con los otros dos tenía una línea más juiciosa, más rígida. Aquí tuve que soltar y liberar una parte diferente, porque estaba pasando por mucho emocionalmente; conectarme conmigo desde otro lugar en comparación con los anteriores trabajos, en los que sentí que había una energía que quería transmitir y me fui por ese camino. Aquí fue de antemano aceptar la incomodidad de sentirme fuera de orden y eso me enseñó mucho, el tratar de encontrar la manera de seguir disfrutando el proceso sabiendo que no estoy en mi lugar más óptimo. Eso es lindo también, ahora que ya todo está hecho lo veo lindo y lo agradezco.
Igual no dejó de componer…
Siempre hay un momento de bloqueo. Cuando me pasa con la letra sigo con la música o al revés. Por otro lado, siempre hay algo que soltar, pero siento que uno mismo se cierra las puertas, se mete inseguridades y pensamientos encima y, procesando todo lo que está pasando alrededor, puede ser abrumador. Días en que uno simplemente está como “ok, no tengo nada”. Sin embargo por algún lado se escapa, trato de dar espacio a las cosas. Hubo muchas cosas que influyeron en el proceso del disco, lo que te decía: el encierro, las ganas de escapar, la rabia, la desesperación, la preocupación, era mucho ahí metido.
Ya escuchamos “Traguito”, donde vuelve a subvertir el bolero, pero se viene un disco en el que incursiona por sonoridades a las que no había acudido en su proyecto como solista, ¿cómo ha sido ese proceso de ir ampliando el abanico musical?
Me parece más retador traer al presente algunos ritmos tradicionales como el bolero, que siento que es una parte muy importante en mí, y encontrarle otros estilos. Siento que cada vez que lo he explorado ha sido distinto. Esta pieza de “Traguito” es un bolero callejero, bien de barra y a mí me encanta porque la expresión es distinta, nada elegante, informal, arrastrado.
Fue divertido y al mismo tiempo caótico, porque la pasas bien y la pasas mal al mismo tiempo. Sin embargo me sentía como en la libertad de hacer, no tenía un camino claro, por lo que me permití explorar, ver qué iba saliendo, aunque no supiera si al final iba a tener sentido. Me dejé llevar, traté de confiar y seguir ese lado de mí que no conozco muy bien. Fue muy interesante, aprendí mucho.
En “Traguito” hay igual una continuidad lírica frente a luchas que ya ha plasmado en sus anteriores trabajos…
Sí, me gusta expresar el feminismo dentro de ese contexto, que no sea despecho, ni nada por el estilo, sino todo lo contrario, dejando un statement sobre eso que escuchamos de las mujeres complicadas o difíciles. Son cosas quedan ahí y es una forma de romper con esos micromachismos, pues ya que le estamos poniendo el foco a lo que es el patriarcado y lo que es el feminismo, es importante resaltar lo que a veces pasa desapercibido y tendemos a normalizar.
¿Cuál es esa ruptura para usted con respecto a los discos anteriores?
Almadura fue muy rígido, muy tierra, muy de base, este lo veo más flotante, más melodioso. Juega en direcciones distintas a los otros dos discos y eso me gusta, son elementos fuera de mi zona de confort. Siempre busco una manera de expandir esa exploración a la vez que hay un proceso de introspección, por eso hay tanta batalla: me gusta, lo odio, hasta que va quedando.
¿Cómo elige o que la motiva a buscar colaboraciones para este proyecto?
Es la primera vez que exploro colaboraciones en esta etapa, porque las otras que he hecho fueron en otra generación. Siempre está esa vulnerabilidad, cuando estás compartiendo algo que para uno es muy íntimo, que no sabes si la otra persona le va a gustar de la misma manera. Hay que tener la fuerza para sacar la iniciativa de invitar a alguien, pero siempre me gusta que suceda armoniosamente, no forzar a nadie. Que sea porque la canción me pide esa interpretación o encuentro que hay algún tipo de conexión entre esa persona
Para mí sorpresa se fue dando todo, cada cual es súper distinto y agradezco a cada persona: desde los arreglos hasta la interpretaciones vocales con su energía y su dedicación. Fue divertido y armonioso el proceso, aunque haya sido a la distancia.