Documentales Radiónica: la sed de los bogotanos
El crecimiento desordenado y sin control de algunos municipios aledaños a Bogotá ha convertido en un muladar una de la fuentes vitales de agua de la capital. Por: @dragonjca
En Bogotá viven más de 8 millones de habitantes, casi el 20 por ciento de la población del país. La ciudad fue fundada, en gran parte en donde está, por las posibilidades de un buen abastecimiento de agua “Esa zona estaba llena de cursos de agua: El rio San Francisco, el rio san Agustín, la quebrada san Juanito, mejor dicho eso era lleno y todo eso venía de los cerros orientales”, explica María Magdalena Peñuela, experta en temas de agua de la Universidad Javeriana.
Sin embargo, ese retrato de ciudad es hoy muy distinto. Ofrecer agua potable a los bogotanos y a varias poblaciones de la Sabana es un reto cada vez más difícil.
La Empresa de Acueducto calcula que el 80 por ciento de nuestras quebradas se han secado y de las aguas superficiales que quedan en la región todas tienen algún grado de contaminación.
En barrios como Cazuca, al sur de Bogotá, hay racionamiento de hasta 4 horas por falta de agua.
A 33 kilómetros de distancia por la vía que de Bogotá conduce a la Calera, se encuentra el embalse San Rafael y la planta de tratamiento de agua Francisco Wiesner, una de las tres plantas que surten de agua a Bogotá y municipios como La calera, Tocancipá, Sopo, Funza y otros.
La carretera está llena de restaurantes, discotecas, sembrados de papa y condominios; pero sobretodo, un sin número de vallas que anuncian nuevos apartamentos y lujosas urbanizaciones. Todos ellos requieren del vital líquido que Bogotá les vende y que la naturaleza produce allí donde precisamente se están levantando nuevas construcciones.
“Esta planta produce el 75 % del agua que consume la ciudad de Bogotá. De los 15 metros cúbicos que consumen Bogotá y sus vecinos, estamos produciendo 11. 8 en ésta planta”, explica Fernando Manrique, jefe de la planta Francisco Wiesner. “Este embalse se hace sobre la cuenca del rio Teusacá, y el resto se trae desde Chingaza”.
Manrique hizo un recorrido por toda la planta, especialmente hasta el lugar donde entran al embalse las aguas del Teusacá. En poco o nada se parece al agua transparente que sale por los grifos, abajo en la ciudad.
“El agua que viene del rio Teusacá la analizamos todos los días y los parámetros son bastante preocupantes en cuanto a materia orgánica", explica Manrique. "En la parte alta hay mucha deforestación, entonces arrastra lodos, arenas”.
“Si no hacemos algo rápido vamos a tener problemas", recalcó Manrique.
Esa situación pone en riesgo la principal reserva de agua de la ciudad. German Galindo, gerente ambiental del Acueducto nos lo explica: “La vez pasada falló el túnel que viene de Chingaza. Estuvimos sin esa fuente más de dos meses. El embalse San Rafael abasteció a la ciudad. Pues esa reserva hoy está contaminada porque le entra el rio Teusacá y ese rio trae la materia orgánica que generan las urbanizaciones que se han hecho en la zona rural de La calera". "Con la tendencia que estamos viendo, más o menos en 4 o 5 años ese embalse no va a ser viable”.
Decidimos ir hasta La calera para que el secretario de planeación del municipio, William Jiménez Arévalo, nos explicara por qué han entregado licencias a urbanizaciones que ponen en riesgo la calidad del agua de al menos dos ríos vitales para la ciudad.
“Hay nuevos licenciamientos, nuevos desarrollos sobretodo en la zona urbana, pero gran parte de esos desarrollos están restringidos por unas resoluciones que el Ministerio del Medio Ambiente ha sacado". "El ministerio expidió este año en el mes de marzo la resolución la 511, la cual impide dar algunos licenciamientos en la zona rural”.
Pero ¿por qué razón hay obras en la zona rural si el Ministerio de Ambiente lo impide? El secretario respondió:
“Vemos que la normatividad que expidió el Ministerio tiene muchos vacíos. Vacíos en los cuales hemos tenido ya unos enfrentamientos jurídicos precisamente con los urbanizadores, los cuales ellos hacen valer también sus derechos”.
¿Qué sucede entonces en las otras plantas de tratamiento de las que dependemos? El panorama no es mucho mejor…
La planta Tibitoc está en el municipio de Tocancipá, muy cerca de Bogotá. Es la más amenazada por las mismas causas que San Rafael: urbanizaciones, contaminación por agricultura y deforestación en municipios como Gachanzipá, Suesca, Sesquilé y Tocancipá.
Hoy, por estos problemas, la planta tiene que parar de funcionar una tercera parte del año, es decir unos 120 días. Diego Rodríguez, Ingeniero sanitario de la planta, explicó que allí deben lidiar las aguas contaminadas del río Bogotá.
“Cuando la situación [de contaminación] del río Bogotá no mejora, nosotros empezamos a utilizar nuestra fuente alterna, el Teusacá. Hay momentos en que las dos fuentes han estado complicadas y entonces la decisión es parar”.
¿Parar? ¿Qué tan grave puede llegar a ser?
"Un evento por ejemplo crítico puede durar una semana, quince días. Para todo ese tiempo sería terrible para Bogotá”.
En un foro público realizado en Bogotá a finales del 2012, Diego Bravo, entonces gerente del Acueducto, hizo evidente algunas de las causas del problema.
“Lo que creemos es que están siendo usados los ciudadanos de estos municipios como escudos humanos para seguir impulsando los desarrollos irregulares con los que se ha destruido el territorio en los últimos años y a eso no le vamos a caminar… (Aplausos), entonces ellos salen y dicen que es que nos van a quitar el agua, la sed del departamento. ¡Mentiras!”.
Para el ex gerente, parte del problema son las alianzas perversas entre políticos locales y urbanizadores, para copar y hacer negocios en zonas que deberían estar protegidas. “Yo no le concedo ninguna autoridad, continuó Bravo, a quienes están poniendo por delante sus intereses por encima de los demás… (Aplausos), para destruir el territorio, no lo vamos a aceptar”.
La falta de planeación urbana, una ley ambiental débil y el descuido de las administraciones locales por proteger las cuencas de los ríos están poniendo en jaque el futuro de muchas poblaciones y de paso el de la capital de la república.
Ninguna ciudad es viable, por más moderna que quiera parecer, si la gente no puede sentarse a tomar tranquila un vaso de agua.
Escuchen el documental completo aquí: