Májida Issa lleva al cine el sueño americano con 'Aurora'
Dirigida por José Luis Arzuaga, Aurora está inspirada en la vida de los migrantes latinoamericanos que llegan a Nueva York en busca de nuevas oportunidades de vida, pero siempre con el temor por su estatus de ilegales.
Una muy fría Nueva York, pero no la de los rascacielos y grandes avenidas y teatros, con la que sueñan quienes persiguen el sueño americano, es el escenario donde se desarrolla esta historia protagonizada por Májida Issa, quien le da vida a Aurora, una joven colombiana que, obligada por las circunstancias, emigró seis años atrás a los Estados Unidos.
Las calles elegidas por el director José Luis Arzuaga son las de Jackson Heights en el distrito de Queens, que conocía muy bien pues allí asistía con un familiar que vive en Manhattan, para disfrutar de lo mejor de la comida típica colombiana, puesto que es zona de la ciudad alberga una colonia latinoamericana, donde se puede sobrevivir sin hablar inglés o tener que aprender, obligatoriamente, sobre la cultura estadounidense.
“La frontera invisible que existe en Queens me llamó la atención, por la idea de que el mundo al que has llegado es impenetrable y que representa una amenaza si estás indocumentado, pero que también te ofrece la posibilidad de albergarte en un gueto donde puedes hacer una vida aparentemente normal”, dijo el director, que durante varios años adelantó una investigación ‘in situ’ sobre la vida allí.
Esa misma forma de vida es la que lleva Aurora, quien ha limitado sus días a trabajar y enviar dinero a su madre y hermano en Colombia, sin preocuparse por relacionarse con la verdadera realidad de los Estados Unidos, buscar solucionar su situación migratoria o aprender el idioma, hasta que la noticia de la grave situación de salud de su madre y un episodio que puede llevarla a la cárcel o la deportación, la saca de su zona de confort.
Y es que la migración es un tema recurrente en Colombia y Aurora aporta a la conversación desde el punto de vista humano porque no retrata el exilio desde los números, sino que se enfoca en lo que una mujer debe hacer para lograr sus metas.
Por otra parte, aunque varias películas nacionales han tocado el tema del destierro, la gran diferencia es que esta historia no se centra en el momento en el que la protagonista llega a una ciudad cosmopolita, sino en la decisión de no integrarse a la sociedad a la que llegó.
Aurora es una película que habla de la valentía de una mujer, de la emancipación, a través del exilio hostil pero necesario y de las varias fronteras -reales e imaginarias- que debe sortear un inmigrante para intentar mejorar su calidad de vida y la de su familia. También se relaciona con la búsqueda de una anhelada libertad que solo se consigue cuando se rompen lastres con el país de origen.
Resiliencia, valor y algo de suerte son los elementos que Aurora necesita para adaptarse a su nueva vida, donde el idioma determinará su camino, pues aprenderlo trae consigo las posibilidades, las oportunidades y la confianza necesarias para avanzar, dejando atrás la tensión y resistencia que la mantiene atada a lo ‘conocido’ y que no le permite superar el miedo que, al final, es más un fantasma que habita en la sombra de la comodidad.
Helada grabación
En Nueva York, la película se rodó en largas jornadas en exteriores a temperaturas de entre 10 y 12 grados bajo cero, que pusieron a pruebas a un comprometido equipo técnico y a los actores Claudio Cataño y Tatiana Ariza, que le dan vida al novio y compañera de apartamento de Aurora. En Colombia a su familia los interpretaban la actriz Victoria Hernández y Camilo Sebastián.
“El frío era salvaje y lo enfrentamos pertrechados con unas plantillas tanto para los pies, como para las palmas de las manos, que tienen la forma de un guante que pone en calor el cuerpo humano durante unas ocho horas. Cuando parábamos a almorzar parecía que llegábamos del Polo Norte porque filmamos muchas horas en la calle”, recordó el director.
Además de las vías neoyorquinas, Aurora se rodó en Vindi (Tolima), pues se narra en dos tiempos que se intercalan para dar mayor claridad de las motivaciones de la joven, logrando diferenciarse fácilmente por el clima, el paisaje y la paleta de colores.
En esta película, el actor bogotano Claudio Cataño interpreta a Adolfo, un personaje que define como impulsivo e instintivo que busca saciar su hambre de estímulos y de personas, al que tuvo el privilegio de llegar por invitación de su mánager Deisy Marroquín, quien además es productora de la película.
“Ella siempre ha confiado a ojos cerrados en mis capacidades, así que llegué a la película mediante un acto de fe”, aseguró Claudio, quien añadió que es incapaz de abordar un personaje que no habite de alguna manera en la persona que él mismo es.
Y agregó, “el contexto y las circunstancias las da el guion; pero el combustible es mi propia naturaleza. No sé si es una forma correcta o incorrecta de hacerlo, pero es la que encaja en mi interés y necesidad de actuar. Adolfo es mi falta de autoestima compensada en ejercer influencia y control en los demás”.
El actor aseguró que la película le resultó el pretexto perfecto para probar ideas que había recogido de su trabajo anterior.
“Fue un viaje de inmersión muy intenso, así que, con los demás actores, que por cierto debo agradecer su enorme generosidad y paciencia, creamos los lazos que no aparecen en el guion. Nuestras historias particulares para habitar y responder con ambigüedad y tensión a las situaciones argumentales… o por lo menos eso fue lo que traté de hacer”, concluyó.