Alice Guy Blaché, la historia de la primera directora de cine
París, 1895. Alice Guy, una entusiasta mujer de 22 años y pelo negro, iba trabajando un tiempo como secretaria del prominete empresario e inventor Léon Gaumont, quien para ese entonces fundó la empresa L. Gaumont et Cie, la cual se dedicaba a manufacturar y vender cámaras fotográficas. Gracias a que era una buena trabajadora y a que tenía un mirada que iba más allá de lo convencional, Alice se había ganado la confianza de su jefe quien, el 22 de marzo de ese año, la invitó a ver la prueba de una nueva máquina perfeccionada por Auguste y Louis Lumière llamada cinematógrafo.
Solo podemos imaginar lo que pasó por la cabeza de las pocas personas que ese día, en la sede de la Société d'Encouragement pour l'industrie nationale, vieron la primera función de cine privada de la historia. Esa cajita de madera era capaz de capturar el movimiento y de proyectarlo contra un fondo blanco. Algo nunca antes visto, un milagro de la ingeniería que presagiaba un cambio en la forma en la que entenderíamos el mundo.
Pero mientras que la película La Sortie de l'usine Lumière à Lyon (La salida de la fábrica Lumière en Lyon) se proyectaba, en verdad pocos dimensionaron el potencial de esa máquina. Para Gaumont era una cámara más, una oportunidad de comercio a la que, según se cuenta, no le tenía mucha fe. Pero en cambio Alice Guy vio la puerta de entrada a un universo en el que todo era posible. Al ver esas fotografías cobrar vida, ella intuyó que ese aparato tenía la capacidad de contar historias de una forma revolucionaria. Esa tarde, sin proponérselo, Alice empezó a imaginar lo que sería la semilla de la cual emergió el séptimo arte.
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Alice Guy nació el 1 de julio de 1873 en Saint-Mandé, una población al este de París. Fue la menor de cinco hermanos y desde pequeña estuvo vinculada con la fantasía y la ficción. Su padre era editor y dueño de una cadena de librerías, por lo cual la literatura formó parte de su vida desde siempre. Pero se cree que ella era una hija ilegítima, por lo que al parecer no la apreciaba. Una parte de su infancia la pasó en Chile, donde su padre abrió varias librerías en Valparaíso y Santiago. También vivió en Suiza. Cuando entró a los veinte, su padre murió, para ayudar a su madre y hermanos entró a estudiar mecanografía y taquigrafía y en 1894 consiguió empleo en Le Comptoir Général de la Photographie, donde conoció a Gaumont.
El 28 de diciembre de 1895, los hermanos Lumière organizaron la primera función de cine comercial de la historia. Fue en el ahora mítico Salón Indio del Café Grand de París, donde se pasaron diez películas de no más de 50 segundos. El evento fue todo un éxito. Al poco tiempo los hermanos empezaron a viajar con su invento: Bélgica, Nueva York, Egipto, Argentina, Inglaterra fueron algunos de los primeros países que vieron las películas de los Lumière. Pero estos eran documentales que mostraban la vida cotidiana de las ciudades, sus personas y sus paisajes, todavía no se arriesgaban a contar una historia ficticia con el cinematógrafo.
Alice tenía cercanía con el teatro así que sabía cómo montar y ambientar una escena. En 1896 le pidió a Gaumont que le prestará una de las cámaras para hacer una adaptación de un cuento de hadas francés que decía que los niños nacen de las coles y las niñas de las rosas. Se dice que Gaumont aceptó de mala gana, pero luego se tragaría sus palabras porque La Fée aux Choux (El hada de las coles) causó furor en el naciente mundo del cine. La idea de empezar a hacer ficción fascinó tanto a Gaumont que creó su propia productora, la cual sigue existiendo, con Alice a la cabeza, quien no solo se convirtió en la primera directora, sino que también en la primera productora.
Ese mismo año en Inglaterra, otro de los pioneros del cine, Robert W. Paul, también empezó a crear obras de ficción pero usando el kinetoscopio, un predecesor del proyector inventado por Thomas Alba Edison y William Dickson. A su vez, el mago Georges Méliès, quien dirigió Le voyage dans la lune (1902), considerada la primera película de ciencia ficción, también comenzó a grabar películas, pero eran más estilo documental. Y si bien no se tiene claridad de cuál fue la fecha de estreno de La Fée aux Choux, es muy probable que esta haya sido la primera película de ficción que se estrenó en la historia.
La versión original de Alice Guy se perdió en el tiempo, pero ella grabó dos versiones más en 1900 y 1902. Para inicios del Siglo XX el cine ya era una industria que cada vez conseguía más adeptos y rápidamente se empezó a innovar tecnológicamente. En ese entonces, ya existían algunas producciones a color, las cuales eran posibles gracias a que se coloreaba a mano cuadro por cuadro la cinta. Una de las primeras películas coloreadas que fue un éxito absoluto fue La vie et la passion de Jésus-Christ (1903), dirigida por Ferdinand Zecca y Lucien Nonguet, quienes eran la competencia de Gaumont. Por eso, él encargó a su productora estrella hacer una cinta similar pero mucho mejor.
La respuesta de Alice fue la primera superproducción de la historia. La vie du Christ (1906), una película de media hora que rompió muchos de los esquemas de la época. Esta se grabó en exteriores, algo muy raro en ese entonces, y contó con alrededor de 300 extras, lo cual nunca se había visto. Además incluye unas secuencias y juegos de cámara que marcarían las formas de hacer cine en el futuro.
Alice Guy hizo unas 300 producciones para Gaumont antes de mudarse a Estados Unidos con su esposo Herbert Blaché, un camarógrafo inglés con quien se casó en 1907. Una vez que la pareja se instaló en Nueva York, crearon la productora Solax Studios y empezaron a fortalecer la creciente industria cinematográfica estadounidense, que estaba concentrada en la costa este del país. Con Solax, Alice encabezó decenas de producciones, la mayoría cortos y mediometrajes, que exploraron todos los géneros. Comedia, terror, western, romance; Alice hizo de todo. Incluso dirigió la comedia A Fool and His Money (1912), la cual se cree que fue la primera película cuyo reparto estaba conformado enteramente por afroamericanos. Increíblemente la única copia que se tiene de esta cinta fue encontrada en una caja polvorosa de un mercado de pulgas.
Se calcula que Guy Blaché realizó entre 700 y mil películas. También fue de las primeras personas que introdujeron el primer plano y hasta dirigió algunas cintas que hoy podríamos decir que tenían un cierto enfoque de género como: In The Year 2000 (1906), que mostraba un mundo controlado por mujeres en el que los hombres estaban confinados a las labores del hogar o La llamada de la rosa (1912), en la que una cantante de ópera deja a su esposo para perseguir su carrera como artista.
Pero a pesar de su invaluable aporte al cine, su nombre pasó durante décadas en el olvido. Lamentablemente su ingenio, su creatividad y su visión emprendedora no fueron suficientes para tener un papel en la historia. Alice era una mujer a principios del siglo XX, y si actualmente es difícil ser mujer, en esa época enfrentar el machismo y la misoginia era una tarea casi imposible. Durante muchos años ella tuvo que pararse sola ante una industria manejada por hombres, los cuales no estaban dispuestos a aceptar que una mujer tan joven fuera una par de ellos y, sobretodo, no estaban dispuestos a compartir sus puestos en la historia con ella.
En el apogeo de Solax Studios, Alice se vio obligada a cumplir su papel de madre y empezó a dedicar buena parte de su tiempo al cuidado de sus hijos. Ella le cedió la gerencia de la productora a su esposo que eventualmente la dejó por una actriz y se mudó a Hollywood. En 1922, después de un tormentoso divorcio, Alice regresó a Francia y tuvo que vender buena parte de sus posiciones. Humillada, quebrada y cansada, dejó el cine para siempre. Luego regresó a Estados Unidos con su hija y murió en 1968 en Mahwah, Nueva Jersey, a los 94 años.
Después del divorcio, varios de sus colegas empezaron a adjudicarse la autoría de sus obras. Incluso el propio Gaumont la menospreció cuando escribió la historia de su compañía y le dejó el papel de secretaria. Además, debido al comienzo de la Primera Guerra Mundial muchas de sus obras se perdieron. De todas formas, Alice pasó los últimos 30 años de su vida recuperando sus películas y, en la década del 40, publicó sus memorias.
Al igual que con otras incontables mujeres, la historia fue injusta con Alice Guy. Minimizada, menospreciada y olvidada, su nombre y legado pasaron desapercibidos hasta el 2002 cuando la escritora y directora de cine Alison McMahan publicó una investigación llamada Alice Guy Blaché: Una visionaria olvidada del cine. En 2018, en el marco del Festival de Cannes, se estrenó el documental Be Natural: The Untold Story of Alice Guy-Blaché, dirigido por Pamela B. Green, el cual es una investigación detectivesca de la vida, obra y legado de esta mujer.
Hoy Alice Guy Blaché ha recuperado el lugar que le pertenece en el panteón del cine, pero así como ella miles de mujeres han sido invisibilizadas a lo largo de la historia. Pero las huellas que dejaron siguen intactas esperando ser prontamente desempolvadas.