Chris Cornell, In Memoriam
Era el final de 1991, para ser más exactos, diciembre, cerca de Navidad. La sorpresa que había generado Nirvana traía consigo la llegada de una serie de bandas que bajo el rótulo del ‘grunge’ estaban creando un movimiento sonoro, que a pesar de la distancia, (Seattle, Estados Unidos), ya tenía sus primeros ecos en Colombia.
Tras el agradable ruido generado por Nirvana o Pearl Jam logró hacerse notar gracias a los videos de las canciones Evenflow y Alive, y justo en ese ejercicio, tan complejo en la época, de buscar nuevo material, pude escuchar una canción que me llamó mucho la atención: Outshined de una banda llamada Soundgarden. Esa fue la primera vez que escuché a Chris Cornell.
Soundgarden me llamaba mucho la atención por tres aspectos en particular, el primero, la densidad de su propuesta, si bien el trabajo de Alice in Chains también había logrado un notable avance en ese aspecto, gracias a esas originales capas de atmósferas dolidas y melancólicas, Soundgarden sonaba a calle, a una cotidianidad casi salvaje, caótica, ruda, fue la primera vez que pude imaginar a Seattle, el segundo, las armonías del guitarrista, eran únicas, Kim Thayil aparecía como un intérprete extraño, exótico, indescifrable, mágico y el tercero, por supuesto, el cantante de la banda, Chris Cornell aparecía como un héroe o posiblemente, un anti héroe del rock, como los músicos de su generación, quien además del poder de su voz, con su expresión le daba personalidad a la banda, insisto, cotidiana, real. Soundgarden era la banda callejera del combo.
Como todo gran movimiento musical trae consigo curiosidad, indagando sobre el grunge me encontré, en 1992, con una joya llamada Temple of the Dog con su único álbum publicado en 1991. Aquí debo precisar que esa es mi banda favorita de Cornell. Era el grupo perfecto, Soundgarden y Pearl Jam en una sola banda, un disco y un proyecto que nacieron ya como leyendas, álbum perfecto, con miles de mitos alrededor, el rock en estado puro, canciones como Say Hello 2 Heaven, Hunger Strike, Pushin' Forward Back y Call Me a Dog evidenciaban que el grunge no era una moda, que contenía una filosofía de vida y que a pesar de su inevitable conversión al pop, era música, arte.
Regresando a Soundgarden, si bien el Bad Motor Finger (1991) se había convertido en una pieza de culto, la llegada del Superunknown (1994) evidenciaba el crecimiento de la banda, esa cotidianidad, además del poder y la rabia, también traía consigo grandes canciones y no me refiero únicamente a Black Hole Sun, sobreexpuesta cruelmente en la radio, no, ese disco, que bien podría leerse como un trabajo conceptual, gracias a un sonido sólido y nuevamente arriesgado, demostraba que Chris Cornell era un gran compositor, que sabía crear historias porque ese álbum es memoria viva, real y leal de aquella época.
En 1996 Soundgarden publica Down on the Upside, un álbum que a pesar de tener grandes canciones, no logra trascender. El fin de la era del grunge se llevó consigo a grandes discos de aquel año, y sí, era injusto, la banda se alejaba de cualquier etiqueta en ese trabajo musical. Temas como Pretty Noose, Ty Cobb, Blow up the outside world, Burden in muy hand y Rhinosaur, eran sencillamente rock and roll. Nuevamente Cornell demostraba que además de poseer una voz poderosa quería seguir creciendo como compositor.
En 1998 apareció mi canción favorita de Chris Cornell, en la banda sonora de la película "Great Expectations" de Alfonso Cuarón surgió un poema, una pieza de arte: Sunshower, una canción sencilla, con una letra desgarradora, y es precisamente esa sencillez la que la hace gigante. Si bien el tema tiene una estructura que sutilmente nos acerca a Soundgarden, el mismo logra distanciar a Cornell de lo realizado por la banda para convertirlo, finalmente, en un compositor sin etiquetas.
La película fue muy criticada en la época, pero era evidente que la banda sonora era sobresaliente (Tori Amos, Mono, Pulp, Poe, Scott Weyland, Iggy Pop, Grateful Dead). El momento en el que aparece Sunshower en el film de Cuarón es, sencillamente, inolvidable. Les recomiendo vivir ese momento en el que la música de Chris Cornell logra fundirse perfectamente con el séptimo arte, con la vida misma. (Escucho y escucho esa canción mientras escribo esta columna, lejos de casa).
Finalizando la década y de paso, el siglo, Chris Cornell emprendió una de sus facetas más arriesgadas y controvertidas. Su carrera como solista, llena de altas y bajas, quizás más bajas que altas, pero eso fue lo más interesante, el cantante, guitarrista y compositor norteamericano abordó diferentes géneros musicales, sin miedo a la crítica, a la polémica. Euphoria Morning (1999), Carry On (2007), Scream (2009), Songbook (2011) y Higher Truth (2015), son discos que merecen la pena ser revisados de nuevo, es posible, que años después, podamos entender con ellos toda la capacidad creativa de Cornell.
Por supuesto, Audioslave se merece también todos los honores, al igual que en Temple of the Dog, nos encontramos en la primera década de siglo XXI con otra súperbanda en la que participó Cornell. El talento de Soundgarden y Rage Against the Machine en una sola agrupación, otro sueño hecho realidad en su momento. Está claro que el cuarteto dejó grandes canciones y significó para sus integrantes la oportunidad de crecer, de desarrollar otras atmósferas sonoras y de poder reinventar sus procesos creativos. Audioslave (2002), Out of Exile (2005) y Revelations (2006), demostraron que Cornell, Morello, Commerford y Wilk eran músicos inquietos, que además de poseer una técnica impecable en sus interpretaciones, creían claramente en el poder de la canción.
La segunda década de siglo XXI estuvo llena de diferentes etapas en la carrera artística de Chris Cornell, desde su exploración como solista hasta los regresos de Temple of the Dog para giras y el ansiado retorno de Soundgarden, con álbum incluido, King Animal (2012). Lo citado advierte una época de muchos retos para el artista, que evidenció su versatilidad y su constante búsqueda de caminos sonoros. Es por eso que su sorpresiva partida nos duele tanto, por lo menos a quienes vivimos, con intensidad, su música.
Escribo sobre el artista que te acompañó y ahora se va, sobre ese amigo que a través de su arte estuvo con sus canciones en las buenas y en las malas, y que ahora hace parte de tu memoria, de tus recuerdos. Apreciado Chris Cornell: "Say Hello 2 Heaven", gracias por tantas historias.