Game Of Thrones: ¿Realmente buena o simplemente entretenida?
Una reflexión sobre la calidad o no de Game of Thrones. A ustedes, ¿les gusta?
Vuelve GOT. Pocas cosas mueven la cultura pop como su regreso. Lo que arrancó como una serie de nicho en 2011 es hoy el gran fenómeno que paraliza los medios en todo el mundo. La gente se muere por una foto, una pista, lo que sea mientras aparece la serie que este año nos dejó esperando más de la cuenta. Yo recuerdo no interesarme al principio con una historia medieval, pero debió ser allá por la tercera temporada, después de la “Boda Roja” que no pude dejarla de ver.
Hace un año el actor Ian McShane, quién apareció en un solo capítulo, tuvo una controversia cuando al hacer un spoiler (la palabra maldita) y al ser increpado por los fans, dijo que no entendía el alboroto por una serie de “tetas y dragones”. McShane tiene un punto: GOT no es la serie más original o profunda que se haya hecho. La pregunta que siempre me hago es si GOT es una buena serie. ¿Entretenida? Seguro. ¿Bien hecha? Sin duda. ¿Pero es realmente una gran serie?
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Game of Thrones es una combinación de todas las narrativas fantásticas, empaquetadas en un solo relato. Es lo que se conoce como “un pastiche”. El diccionario define pastiche como: “Imitación que consiste en tomar diversos elementos y combinarlos de manera que el resultado parezca una creación original”. Eso es exactamente lo que hace Game of Thrones con sus reyes, clanes, dragones, zombies, hechiceros y demás elementos que llevamos viendo y leyendo por más de 200 años, todos en una sola historia. Por eso la historia es sorprendente y familiar a la vez.
A su vez el reto de entender toda la trama hace parte del encanto. GOT esa una serie que reta al espectador a recordar cientos de nombres de personas, lugares, castillos, de la misma manera que uno debe seguir el linaje de todas las casas. Tener clara toda la trama es un ejercicio casi imposible pero fascinante, un rompecabezas de millones de piezas que uno no puede parar de hacer.
A diferencia de las películas de superhéroes en donde de entrada ya sabemos qué va a pasar, y básicamente uno vive esperando una explosión más grande que la película anterior, GOT rompe ciertas narrativas que nos obligan a no asumir que sabemos el final. Eso nos obliga a ver la serie con ojos de niño quien va por primera vez a cine. Nos obliga a quitarnos ese cinismo de encima y jugarle el juego a la serie. A veces decepciona, otras no; pero no importa, yo me sigo dejando sorprender porque ya pocas cosas lo hacen. Además, en la últimas temporadas, la serie ha sido capaz de sacar varias lágrimas a aquellos que la veían como mero entretenimiento. La conversación.
A veces será más rápida, a veces será más lenta. Tendrá mejores y peores momentos. No todas sus seis temporadas son igual de buenas. Es una serie que más de una vez se pierde y le cuesta encontrarse. Pero su calidad radica en su entorno. En hacer grande e importante todo su universo. En ponernos a hablar de él, a pensarlo. Así no se esté inventando nada. Vuelve GOT y miles de nosotros volvemos a ser sus esclavos.