El 'Sgt. Pepper’s' y yo
La llamada "obra maestra" de los Beatles cumplió 50 años y Manuel Carreño recuerda su primer encuentro con el álbum. ¿Cómo lo conocieron ustedes?
El problema con las obras maestras que tienen mucho años, es que antes de escucharlas, leerlas o verlas, ya tienen el término “obra maestra” y hacen que la experiencia de encontrarla, esté viciada por cincuenta años de halagos. En la última semana eso pasó con Cien Años de Soledad de García Márquez y ahora con el famoso Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band (1967) de los Beatles. No pretendo en este pequeño texto hacer una nueva reseña de las miles que hay en la web (viejas y nuevas), sino tratar de recordar qué significó el Sgt. Peppers en mi vida.
Los Beatles siempre sonaron en mi casa. Mi mamá tuvo la oportunidad de verlos en vivo en España, y entonces los ponía cuando mi papá no estaba oyendo boleros o rancheras.
Sin embargo, los Beatles que sonaban en mi casa eran los primeros Beatles, los buenos niños con peinado de honguito que le cantaban dulcemente a quinceañeras enloquecidas que querían agarrarles la mano y entregarles todo su amor. Esos Beatles siguen sonando en todas las casa del mundo.
Ya en bachillerato, tuve el placer de conocer a mi gran amigo Andrés Ospina quien me mostró las distintas facetas de los Beatles (yo debo reconocer que mi álbum favorito es Rubber Soul (1965), seguido de Abbey Road (1969)) y fue gracias a Andrés que decidí oír ese mito del que tanto han hablado. A pesar de todo lo dicho el Sgt. no me tocó las fibras íntimas, pero me parecía interesante. Era una especie de experimento pop. Con muchos mensaje políticos sutiles. Era como bien lo decían en su primera canción, un show de variedades. Era un diálogo con todo lo que pasaba en el mundo, una invitación a jugar. Por eso aquella portada fue la mejor forma de integrar al rock con la cultura Pop.
Todos esos temas me impresionaban pero el disco no terminaba de hacerse mi amigo… Lo bueno llego al final. Estaba caminando por las calles de multicentro con mi discman cuando una canción sobre pequeños detalles de la vida común se iba transformando en esta pesadilla polifónica, imposible de ignorar, casi dejando al oyente paralizado. Era como una película. Y de pronto me soltaban, todo se sentía sereno, fresco feliz, ligero. Y de pronto ¡BOOM! Aquella pesadilla volvía. Más fuerte, más radical, más impactante. Y cuando finalmente todo se acababa uno volvía a respirar después de tantos minutos.
A Day In The Life es una de esas canciones que nunca dejo de oír, lo hago cada cierto tiempo cerrando mis ojos y recordando la fuerza de la música. El primer regalo que le hice a mi sobrinita fue una copia del disco. Ella ha pasado por varias fases musicales, pero nunca ha dejado de oír ese álbum. Al igual que muchos de mis alumnos que nunca han oído nada de rock, pero los Beatles están siempre presente. Son un legado que nos dio la humanidad. Y en fechas como estas las recordamos y somos felices… Aunque sea por un rato.