El Movimiento de Artistas en Resistencia que reivindica los derechos culturales
A raíz de la llegada del Covid-19, el sector cultural fue, sin lugar a dudas, uno de los más afectados: se prohibieron los eventos presenciales, masivos, al aire libre o en espacios cerrados. Toda posibilidad laboral que dependía de convocar espectadores empezó a reducirse, e incluso, la severidad del confinamiento llevó a limitar la creación artística porque había dificultad hasta para los ensayos. Fue un golpe duro para nuestras industrias culturales, creativas y de espectáculos.
Cuando las salas cerraron y no pudimos ir más a una función de teatro, danza o títeres, cuando los conciertos se cancelaron y toda la boletería se devolvió, cuando las galerías de arte dejaron de recibir visitantes, justo ahí, notamos la inclemencia del virus que había llegado a Colombia.
Pero, ¿qué pasó con los artistas y gestores culturales?
Cuando la pandemia llegó se evidenció el profundo e histórico desamparo estatal con los artistas, pese a los significativos avances del país en materia cultural durante las últimas décadas.
Aunque fueron varias las iniciativas lideradas por el Ministerio de Cultura de Colombia para auxiliar a los artistas, algunas como el Decreto 818, 561 y 475 de 2020, la presentación del portafolio de estímulos y la misma inclusión de artistas en el Programa de Ingreso Solidario, las medidas de la economía naranja no alcanzaron a cobijar a todo el sector que entró en una verdadera crisis.
Justo en este contexto, se empezaron a gestar iniciativas y juntazas de quienes hacen parte del sector y que desde lo nacional y lo local, buscaron reivindicar sus derechos ciudadanos y culturales. Y ahí, desde el sur, nació la MAR: Movimiento de Artistas en Resistencia, el cual se gestó como un proceso organizativo que no solo busca reivindicar esos derechos, sino proponer nuevos escenarios para el arte y la cultura desde el trabajo independiente y la activa participación política.
Lo que pasó con la cultura en Nariño durante la pandemia
2020 empezó con una edición llena de fulgor del Carnaval de Negros y Blancos, aunque meses atrás algunos artesanos manifestaron que no estaban en condiciones de participar en la fiesta si no se aumentaba la financiación para sus creaciones. De entrada, no estábamos en la antigua normalidad, pero algo pasaba con la cultura en Nariño: no todo era color de rosa.
Cuando llegó marzo, todo se cerró: todos los planes de conciertos, encuentros y festivales se quedaron en ideas. De inmediato los músicos, teatreros, pintores, artesanos, gestores, artistas y personajes de la cultura nariñense se encontraron en un limbo y la institucionalidad empezó a reaccionar con convocatorias, estímulos y auxilios.
Por ejemplo, surgieron dos convocatorias locales: una por parte de la Dirección Administrativa de Cultura de la Gobernación de Nariño, que presentó “Cultura en Casa” con un presupuesto de mil quinientos cincuenta millones de pesos, beneficiando a 905 propuestas en todo el departamento. Desde la capital, en la Secretaría de Cultura Municipal surgieron los “Incentivos para la cultura, Pasto la gran capital 2020” con un presupuesto de doscientos millones de pesos, con un total de 148 incentivos para iniciativas solo de Pasto.
Pero ¿se consultaron estas convocatorias partiendo de las necesidades de los integrantes del sector? William Lucero, gestor audiovisual y de cine, nos dijo: “surgieron las convocatorias que no se consultaron con el sector, ni con los consejos o comités de cultura, entonces hubo una tremenda dificultad frente a eso e insatisfacción frente a las soluciones que proponía el gobierno”.
Así se gestó la MAR
La crisis se acentuaba en el sector, urgía iniciar un proceso organizativo donde la cohesión unificara no solo las necesidades por las que estaban atravesando, sino también las nuevas propuestas y alternativas para enfrentar la situación. “A partir de eso se empezaron a hacer reuniones virtuales, después una asamblea y surgen varios nombres como MAR”, así lo relata William.
Se organizaron por medio de una estructura enfocada en áreas como la investigación, políticas culturales, carnaval, acción artística, comunicaciones, entre otras. Así fue el inicio del movimiento que evidenció la crisis por medio de redes sociales y medios de comunicación activando la etiqueta #SeMueveLaMar #CulturaNariño.
Además, realizó un juicioso estudio sobre las políticas culturales de Pasto que derivó en una consulta propia de la percepción del sector frente a la crisis de esas políticas culturales en el Municipio de Pasto. Sobre sus hallazgos, Nathaly Cáceres, gestora cultural y titiritera, nos dijo: “en el estudio nos dimos cuenta que menos el 30% de los artistas encuestados tenían salud y pensión y era menor el numero de quienes tenían solo cobertura en salud”.
Sin embargo, William, aclaró: “hay un dato encubierto, y es que, quienes sí tienen salud, la tienen por otro tipo de oficios que no son directamente relacionados con su trabajo artístico”. Este ejercicio marcó un plan de trabajo para la MAR sobre la dignificación laboral ante el trabajo artístico.
Para evitar caer en un centralismo, convocaron a los enfoques artísticos de diferentes zonas del departamento. Se reunían, sistematizaban la información y emprendieron acciones jurídicas como derechos de petición a la institucionalidad para plantear un diálogo propositivo. Tanto en Pasto, como en Túquerres y La Cruz se empezaron a visibilizar nuevos liderazgos en el sector cultural. De igual forma, y con la intención de vincularse a procesos nacionales integraron la Mesa Amplia del Arte y la Cultura – MAAC-.
Desde la virtualidad que impuso la pandemia como único canal de interacción social, empezaron las reuniones, asambleas, hasta que poco a poco empezaron a habitar las calles, y durante el Paro Nacional de este año, algunos integrantes de la MAR sumados a distintos artistas y gestores culturales en Pasto, respondieron a la movilización con arte, tomándose las calles con su propio sello por medio de murales, artes circenses, música, teatro y conversatorios. Lo que denominaron “Un grito por el arte”.
Si hay que definir a la MAR, la joven secundarista, Hary Pantoja, de Túquerres, dice que: “es esa unión y esa hermandad que representa a todos los sectores artísticos. Siempre se ha venido trabajando procesos, pero por aparte, lo más chévere de esto es que nos unimos todos por un bien común que fue defender y exigir los derechos de los artistas. La MAR representa esa unión para resistir. No es lo mismo decir que el sector teatral está exigiendo a decir que todo el sector artístico y cultura de Nariño están exigiendo”.
Las acciones del Movimiento de Artistas en Resistencia en Nariño
El respeto por el trabajo del sector, la dignificación del artista, la institucionalización de las convocatorias vigentes, la creación de nuevas convocatorias no solo en Pasto, sino para otros municipios, una justa distribución del presupuesto destinado a la cultura, la materialización de políticas culturales, espacios de formación y participación en instancias de decisión son algunos de los objetivos del movimiento.
Hablemos un poco de cada uno. Una parte del meollo del asunto de la lucha del sector cultural radica en el presupuesto destinado a la cultura. William Lucero lo explica así: “tanto el presupuesto de las Secretarías de Cultura de los municipios como de la Dirección Administrativa de Cultura de Nariño salen de lo que es la estampilla procultura. Son unos recursos entregados por una Ley Nacional.”
Y aquí surge el primer “pero”. William dice al respecto: “se está tomando un 20% de la estampilla pro cultura para pasivo pensional a nivel del departamento. Pero no es pasivo pensional para el sector artístico, sino de funcionarios del departamento. Sí lo necesitan, por supuesto y se deben buscar los recursos, pero no se debe tomar de lo que está estipulado para financiar el arte y la cultura”.
La intención de la MAR es que la totalidad del presupuesto vaya al destinatario que le corresponde: a la cultura. También, que se aporten recursos propios de los municipios y el departamento para la cartera de cultura, para procesos como, por ejemplo, la actual convocatoria departamental “Mi Nariño 2021 Cultura Viva”, la cual alcanzó un presupuesto de mil setecientos millones de pesos, pero que son insuficientes para todas las expresiones artísticas y culturales en sus distintas líneas o modalidades, así como también para los distintos territorios de Nariño.
Con respecto a esta última convocatoria, hay que decir que desde la MAR hay un desacuerdo frente a algunas concepciones de ciertas modalidades o líneas artísticas, y a la distribución de recursos entre una y otra expresión. Así las cosas, la propuesta es ampliar las líneas a la luz de una visión de las expresiones artísticas en el siglo XXI, así como también que la distribución sea más equitativa.
Las convocatorias son una bandera del movimiento. Por una parte, para que a nivel de ordenanza departamental y de acuerdos en consejo municipales, las convocatorias no queden en riesgo con el cambio de mandatarios. Y por otra, para crear convocatorias nuevas en los municipios diferentes a la capital de Pasto, donde son inexistentes históricamente. Hary nos cuenta cómo es la situación en Túquerres: “Las convocatorias locales no existen, los proyectos que se trabajan se los presentan a la secretaría de cultura, pero siempre es lo mismo, no hay presupuesto, por eso quien nos ha ayudado mucho es Pasto en los procesos que tenemos”.
En este punto, es fundamental resaltar el diálogo por parte de los integrantes de la MAR y las instituciones locales. Entre las acciones jurídicas que se emprendieron, en agosto de 2020 se presentó un derecho de petición con 24 puntos a la Dirección Administrativa de Cultura de la Gobernación de Nariño. De inmediato iniciaron las reuniones para llegar a acuerdos departamentales en distintos aspectos, cubriendo buena parte del derecho de petición. Entre ellos se destacaban los espacios quincenales de diálogo para abordar los temas de convocatorias o sistema departamental de cultura, la petición de impulsar en conjunto la institucionalización de la convocatoria departamental que lleva 6 años de acción y estudiar la posibilidad de crear mesas temáticas de diálogo entre la dirección de cultura y el sector cultural.
En diciembre de 2020, se presentó el derecho de petición a la Secretaría de Cultura de la Alcaldía de Pasto, la cual manifestó un interés en iniciar un espacio de diálogo que hasta el momento no se ha establecido.
De igual manera, reivindicar el uso de los espacios dedicados a la cultura para que no suceda nuevamente lo que, por ejemplo, ocurría en Túquerres, como una muestra de lo que sucede en distintos municipios es clave. “No hay espacios de formación, no hay talleres ni lugares para los artistas. Tuvimos un mínimo apoyo de La Casa de la Cultura para poder ensayar, porque antes la casa de la cultura se utilizaba para todo menos para la cultura”, dice Hary.
De igual forma, emprendieron procesos de formación para entender en conjunto como funcionan estas instancias reconocidas por el estado. Así, llevaron a cabo el primer taller sobre el funcionamiento y organización de los consejos de cultura. Vendrán, también, espacios para aprender de formulación y gestión de proyectos culturales e incidencia política desde la Ley de Cultura.
“Dentro de estos espacios que hemos empezado a generar, hacemos un llamado importante a los artistas y las artistas para reconocernos como sujetos políticos activos. Hoy más que nunca debemos apropiarnos de estos espacios para hacer una gran incidencia no solo de manera individual sino colectiva, y para eso debemos aprender a conocer nuestro contexto político, jurídico y legislativo” dijo Nathaly Cáceres, resaltando la agencia de los artistas en este asunto.
Un Grito por el Arte, acciones que movilizan desde lo independiente
Con la férrea determinación de ser reconocidos en los sistemas regionales y nacional de cultura por el aporte del arte en la construcción de país e identidad frente al mundo, han impulsado acciones desde lo independiente y lo alternativo para que se les garantice a los artistas unos mínimos que dignifiquen su trabajo.
Cuando las medidas de la emergencia sanitaria posibilitaron la reactivación económica y paulatinamente la cultural y social, el arte fue el lenguaje para comunicarse con la sociedad nariñense. Desde diferentes acciones performativas, habitaron las ciudades y municipios. Sobre este punto, Nathaly dice que: “todas estas acciones van a seguir hasta que la dignidad cultural sea costumbre, porque estas expresiones en la calle son memoria histórica de lo que pasa.”
En medio del contexto, crearon “Un grito por el arte”, un espacio en el que convocaban artistas, gestores y ciudadanos para reflejar y denunciar a través de puestas en escena y presentaciones la crisis que vive el arte.
Juntando esfuerzo se concentraron desde junio en diferentes lugares de la ciudad como: el Teatro la Guagua, el Aleph Teatro, el Parque Rumipamba e incluso en el centro de la ciudad de Pasto, con música, pintura, teatro y más expresiones con las que elevaron sus voces.
Por medio de ollas comunitarias, arcoíris pintados en el asfalto y espacios de diálogo, los actores del sector se encontraron, se conocieron y se comunicaron para construir desde ópticas artísticas, formas de pensar y generaciones distintas. Fue, como afirma William: “una evidencia palpable de cómo el artista en Nariño es un sujeto político, pero también artístico”.
Entre todos los capítulos, el tercero es quizás uno de los que contribuyó a analizar, proponer y formular, estrategias, pliegos de peticiones y posibles caminos de trabajo en conjunto. Estas actividades expresaron la diversidad artística de la ciudad que habitaba en un mismo lugar, sin pretensiones ni intereses particulares, todos pensando en un bien común y cohabitando para mejorar sus condiciones.
Sobre esta iniciativa, Nathaly dice “apuntamos a crear acciones contundentes específicas, planteadas desde diferentes estrategias, como asambleas donde hemos hecho algunas preguntas bases, de dónde hemos sacado relatorías, productos escritos. Otra manera en la que hemos sacado insumos son los plantones, el grito por el arte tiene varias vías: las asambleas para hablar y analizar y la expresión artística pura para sacar acciones concretas y poder incidir”.
Para William, construir de manera independiente es la vía, no esperando la acción institucional para avanzar en su trabajo. “Obviamente no podemos hacer una convocatoria o un portafolio cultural, pero sí podemos desarrollar otras cosas. Si nos quedamos esperando una actitud paternalista, de que siempre sea el gobierno el que tenga que llenarlo todo, nos quita un poco de autonomía. Lo que se pueda se trabajará en diálogo y en alianza”, dice.
De la MAR seguiremos escuchando, porque como lo dice Shihab en su carta a ellos mismos: “se mueve en la unidad de las voluntades. En las orillas desde donde están zarpando nuevas ideas para transformar las artes". Y nosotros, como ciudadanos responsables del sector cultural, cumplimos un papel relevante valorando y reconociendo los bienes y servicios culturales de manera justa en todos los niveles de creación.
La MAR prepara su asamblea general para este domingo 22 de agosto de 8:30 de la mañana a 1:30 de la tarde. Podrán asistir virtual o presencialmente. Conoce más detalles en sus redes sociales.