Voces del cine hablan sobre el impacto de la reforma tributaria
La propuesta de la reforma tributaria presentada por el Gobierno Nacional generó un gran revuelo en el sector del cine y la producción audiovisual, al tener dentro de sus objetivos modificar la Ley 814 de 2003, mejor conocida como la Ley Cine. Esto significaría un cambio en la forma de financiación del Fondo de Desarrollo Cinematográfico (FDC), el cual marcó un antes y un después en el desarrollo del cine colombiano durante los últimos 18 años.
El FDC funciona a través de aportes parafiscales, lo que significa que cada vez que una persona en Colombia compra una boleta para ver una película en una sala de cine, una parte va directo al fondo. Es decir, el recaudo no sale de los impuestos, no le cuesta al Estado y es la ciudadanía la que financia una industria que genera contenido de interés público y que se permite funcionar de forma independiente y autosustentable.
Antes del FDC existió la Compañía para el Fomento Cinematográfico (FOCINE), que funcionó entre 1978 y 1993. Esta entidad era la encargada del desarrollo de la industria cinematográfica del país, pero tenía varios problemas, el principal era que prestaba la plata a través de créditos, lo cual obligaba a los productores a, literalmente, dejar sus casas como garantía en caso de que no pudieran recuperar lo prestado. Además este se quedaba con parte de los derechos patrimoniales de las películas y su financiación estaba sujeta a las decisiones del gobierno de turno.
Tras una lucha de todo el sector, en 2003, se creó el FDC en el marco de la mencionada ley, lo cual dio como resultado un boom en la producción cinematográfica nacional. Gracias a esto las películas colombianas empezaron a llegar a los grandes festivales del mundo como San Sebastián, Cannes, Berlín y los Premios Oscar. Se pasó de hacer tres películas al año a estrenar 48 en 2019.
Aquí también hay que mencionar que esta ley también incluyó otro mecanismo de financiación llamada Estímulos Tributarios, que tenía como fin que contribuyentes (personas o empresas privadas) invirtieran en proyectos cinematográficos nacionales. Esto significa básicamente una disminución en los impuestos de donantes e inversionistas en proyectos cinematográficos colombianos que sean contribuyentes del impuesto a la renta.
De forma complementaria en 2012 se expidió la ley 1556 que promueve “al territorio nacional como elemento del patrimonio cultural para la filmación de audiovisuales”, lo cual trajo inversión extranjera que impulsó el sector a nivel técnico. Acorde con Andrés Jaramillo, abogado especializado en derechos de autor y emprendimiento cultural, se puede tratar de la política pública ligada al sector cultural más exitosa de la historia y es un modelo que incluso ha sido estudiado en otros países.
Pero la crisis del COVID-19, afectó significativamente a este modelo, porque según datos del Ministerio de Cultura, durante el 2020 la taquilla disminuyó en un 82%. Para solventar este colapso, en 2021 el Ministerio giró $5.000 millones al fondo, decisión muy bien recibida por el sector.
Pero con el borrador de la reforma tributaria se prendieron las alarmas, dado que en un comunicado oficial expedido por el Ministerio se menciona que: “El esquema de la parafiscalidad cumplió su ciclo y el futuro del cine colombiano ya no puede estar atado al éxito de la taquilla internacional en un contexto en donde los grandes estudios están migrando a sus plataformas digitales propias”. Y agrega que: “El Gobierno del presidente Iván Duque está listo para hacer los compromisos necesarios para que, con un ajuste como el propuesto que da sustentabilidad financiera al sistema, se genere una apropiación similar a la existente con el parafiscal”.
La nueva propuesta incluye eliminar el aporte parafiscal y, desde 2024, cambiarlo por una asignación inflexible tomada del presupuesto general de la nación que no puede ser menor a $33.257 millones anuales, que fue el recaudo del 2019, último año pre pandémico.
Varios sectores de la industria audiovisual del país se han pronunciando en contra de esto porque puede afectar significativamente la producción de cine en Colombia. El sábado 17 de abril, se celebró una asamblea digital convocada por la Academia Colombiana de Artes y Ciencias Cinematográficas en el que varios gremios se juntaron para discutir la propuesta del Gobierno y ver la forma de pedirle que esta no se aplique.
Incluso el 22 abril más de 160 profesionales de más de 20 países firmaron una carta enviada al Ministerio de Cultura, en la que piden reconsiderar la modificación del FDC, advirtiendo que esto puede ser devastador para esta industria del cine colombiano.
La discusión es vital para esta industria, por lo que decidimos juntar varias voces del sector audiovisual y cinematográfico del país para que nos contaran cuáles son sus preocupaciones respecto a este proyecto. Hacemos eco al debate.
¿Qué opina de la transformación y los motivos que plantea el Gobierno de cara al FDC?
Pedro Adrián Zuluaga, crítico de cine y periodista: Me gustaría llamar la atención sobre lo que fue muy visible el sábado pasado en la asamblea nacional audiovisual, donde una cantidad de gremios de este sector rechazaron casi que en un consenso pleno la propuesta del gobierno. El sector ha reaccionado con mucha suspicacia porque el gobierno no ha cumplido en todos los casos con la destinación de recursos a los que se había comprometido en la la ley de Filmación Colombia, que garantizaría una bolsa de recursos para devolverle la plata a las empresas extranjeras y colombianas que rodaban contenido audiovisual en el país. Y el Fondo Fímico Colombia es un modelo muy parecido al que se está proponiendo para reemplazar al FDC, cuyos recursos dependerían de la voluntad de cada gobierno.
Entonces, hay un consenso de que se perdería un fondo con un recurso parafiscal autónomo que no depende de los vaivenes políticos y quedaríamos sujetos a la decisión de cada gobierno, a una especie de lobby que habría que renovar cada año para que cada gobierno se comprometa a cumplir con esa promesas, es decir algo realmente bastante incierto.
MUSA - Movimiento de Mujeres del Sector Audiovisual Colombia: La reforma tributaria que se quiere imponer es un mecanismo que genera un retroceso de 30 años en la industria del cine. Nuestra Ley del Cine, como hoy la conocemos, nos ha ayudado para consolidar la industria en producción y distribución, en gestión de información y retroalimentación y en la actualización de conocimiento de las personas técnicas que trabajan en la industria. Pensamos que es incongruente que se eliminen artículos como el 814 y el 1556, que sirven para que nuestro actual fondo de cine se vuelva autosostenible y para que esa autosostenibilidad genere afianzamiento de la industria cinematográfica en Colombia.
Eso sólo generaría una vulnerabilidad de este, lo que tiene varias implicaciones entre las cuales, obviamente, está que bajaría la producción extranjera en Colombia. También puede haber injerencia y censura del Estado en las obras que se produzcan. Y habría una desaparición y cierta vulnerabilidad de una parte de las Industrias regionales, comunitarias, étnicas que recién empiezan a posicionarse y que no están en condiciones de competir como se pretende con esta nueva ley. Los contenidos van a ser vistos como contenidos de consumo y no como generación de obras audiovisuales que tienen implícito una identidad y que construyen un país audiovisual como tal.
Victoria Solano, periodista y documentalista: Creo que el año de la pandemia golpeó muy duro a todo el gremio y, sin duda, se necesitan recursos extras para fortalecerlo, pero lo que el gobierno ofrece es un cambio en el modelo de financiación. Un cambio de un modelo que no está en crisis, sino que está en evolución. Es claro que la llegada de las plataformas puede generar que menos gente acuda a las salas de cine, pero eso no será inmediato y se pueden sumar otras fuentes de financiación y otros recursos, pero sin alterar todo el modelo.
El Gobierno pretende eliminar el parafiscal del que se nutre el fondo y se compromete a otorgar una partida que provenga del Presupuesto General de la Nación. Pero lo paradójico es que no será a partir de la entrada en vigencia de la reforma, sino a partir del año 2024. ¿De qué serviría que lo hiciera recién en el 2024 si la crisis de las salas por pandemia ocurre ahora? Este escenario deja a todo el gremio en una incertidumbre muy grande porque entendemos que el fondo dependerá de la voluntad política del gobierno de turno.
Ana Piñeres, COO CMO Producciones, Ex Presidente ASOCINDE, Presidente de EGEDA Colombia: El gobierno con su propuesta está previendo una realidad dura que se veía venir para la exhibición y distribución del cine y que aceleró la pandemia: las nuevas formas de consumo del audiovisual. Aunque muchos han tomado la propuesta de acabar con el fondo parafiscal como un atentado contra nuestro cine, yo lo veo como una oportunidad para encontrar nuevas formas de financiación entre ellas una mixta entre el apoyo del gobierno y otras fuentes que debemos encontrar entre todos.
Harold Trompetero, director: La transformación me parece nefasta. Me parece que es darle una sentencia de muerte al Fondo de Desarrollo Cinematográfico. Y no solo a eso, al cine nacional. Los motivos que da el Gobierno parecen muy loables, pero son muy raros en la medida en que el dinero de la cuota parafiscal que sale de las taquillas de los teatros se eliminaría y no iría a ningún lado y el fondo quedaría dependiendo de una partida presupuestal del Estado. Una de las cosas maravillosas que logró el FDC fue ser un ente autosostenible, independientemente de la figura Estatal, y lo que está buscando el Estado es volverlo un ente dependiente del Estado que parece absurdo dentro de una política neoliberal de hecho.
Dago García, director: Creo que todos entendemos muy bien la actual situación y la crisis por la cual está atravesando el país, pero creo que también hay que hacer conciencia de la importancia que tiene el entretenimiento en épocas de circunstancias tan complejas. En tiempos de crisis tan profundas, el entretenimiento se convierte en un producto de primera necesidad, también hay que tener en cuenta que venimos en una política de Economía Naranja y que interrumpirla en este momento tendría consecuencias terribles. Otro elemento a tener en cuenta es que el FDC se alimenta del mismo cine, no representa un costo para el gobierno. Creo que es un típico caso de autoabastecimiento y por lo tanto considero que la política del FDC debe mantenerse, pues ha sido altamente benéfica para nuestra cinematografía.
¿Qué cambiaría dicha transformación en la forma de hacer cine en la industria cinematográfica nacional y qué perspectiva tiene usted?
Pedro Ardián Zuliaga: Contenido audiovisual se seguirá produciendo, no creo que eso sea lo que se está amenazado. Es sobre todo un cierto tipo de lenguaje muy vulnerable que es lo que algunos todavía insistimos en llamar cine. Lo que llamamos cine, por lo menos en mi caso, son las películas unitarias, las películas que aspiran a una sala de cine, que aspiran a un cierto tipo de encuentro con el público y eso me parece que efectivamente se está convirtiendo en una experiencia que yo la llamaría residual o minoritaria. Y me parece que la ley y un gobierno debería proteger precisamente las expresiones más minoritarias, es su sentido, ¿no? Sería un golpe grande para el cine y se pierde una autonomía que se había conseguido a través de una larga lucha política que culminó en la ley de cine de 2003.
MUSA: La producción se va encarecer porque los recursos, al estar dependientes de los gobiernos de turno y de los presupuestos nacionales, van a quedar a merced de la voluntad de estos, implicando sin duda una disminución de la producción. Además se puede monopolizar esa producción en algunos sectores o en algunos agentes del sector y generar también estandarizaciones de los formatos porque no hay mucho dinero para producir, por ejemplo, los nuevos formatos que están ahora en boga como la realidad virtual y todo lo que se viene a nivel de nuevas tecnologías.
Victoria Solano: Antes de responder quiero contar lo que ha pasado en otros países donde el fondo de cine ha dependido exclusivamente del dinero del gobierno. Los fondos empiezan a recibir menos dinero o en tiempos diferidos, los directores y directoras están con las películas estancadas sin poderlas terminar. En Colombia también ocurre y no solo con la cultura, sino con partidas presupuestarias para distintos sectores.
¿Imaginan un Estado como el de Colombia, que suele estar en déficit, priorizando el cine? La naturaleza de un fondo de cine es ser autárquico y eso radica también en la libertad de temas y miradas que puede financiar. Esta reforma abre la puerta a qué intereses del gobierno de turno se metan en las elecciones del Fondo. Opinar o decidir sobre cuál película debe o no ser elegida. El Fondo le ha abierto las puertas a cineastas de todos las clases sociales, de formas de pensar diversas y de todas las regiones. Todo eso se pone en riesgo, ¿por qué cambiar algo que funciona bien?
Ana Piñeres: Todo lo que se discuta sobre el futuro es una especulación, yo prefiero centrarme en la realidad y lo claro es que la energía debe estar puesta en pensar juntos cómo levantamos la cadena productiva audiovisual desde el desarrollo, la formación hasta la exhibición. De nada sirve dar los mismos palazos de ahogado que se dan cada vez que se necesita poner sobre la mesa una reforma tributaria, si con esto lo que no hacemos es reflexionar cómo sector de nuestras falencias y dificultades, de cómo nos volvemos sólidos en todos los frentes sin seguir siendo dependientes de una sola fuente de recursos. Si algo nos ha enseñado la pandemia es para pensar unas nuevas formas de subsistir, pero el que se queda esperando que sólo las políticas públicas hagan lo suyo y no pone su cuota solidaria en la transformación tiende a quedarse estancado y frustrado en sus resultados.
Harold Trompetero: Cambiaría el hecho de que ya no se va a poder hacer cine. A mi me pone en un limbo porque todo el esquema de producción, aunque yo hago películas que no son artísticas sino que son más comerciales, está basado en los estímulos automáticos que entrega el FDC. Y esto me crea una nebulosa en la que no hay certeza en la que estos estímulos se mantengan realmente.
Dago García: Interrumpir en este momento la política de estímulos interrumpiría definitivamente un buen momento del cine colombiano. Creo que en los últimos años y gracias a la aplicación de la Ley Cine, no solamente ha aumentado exponencialmente la producción de cintas colombianas sino que ha hecho que nuestra presencia en los escenarios internacionales y en los festivales se haya convertido en una de primer orden. Yo insisto en que, cuando los ánimos de una sociedad están por el piso, el entretenimiento se convierte en una estrategia casi de supervivencia. Interrumpir en este momento ese buen camino por el que está atravesando nuestro cine nos afectaría a todos, afectaría a la sociedad misma. Por lo tanto, creo que no sería coherente con todos los planteamientos de Economía Naranja que hemos venido empujando en los últimos tiempos.
¿Cuáles son para usted los cambios que debería tener el FDC de cara a su fortalecimiento?
MUSA: La única salida que tenemos en este momento para que se fortalezca el Fondo, ya que el gobierno anuncia que estaremos en una situación muy crítica, es que se obligue a las plataformas OTT, como Netflix, Disney, Amazon y demás, que no se encuentran incluidos en el acuerdo de parafiscales del FDC, a que sean incluídas. Estas plataformas deben estar obligadas a pagar, porque también están viviendo del trabajo de los artistas colombianos. También implementar la perspectiva de género en la generación de las políticas públicas.
Victoria Solano: Yo creo que lo principal es concertar con todos las agremiaciones. No se puede hacer una modificación tan profunda de un Fondo que ha sido absolutamente trascendental en el crecimiento del cine sin escuchar ampliamente al sector. El sentir principal es el de resguardar los parafiscales que lo sostienen y sumar otras fuentes de financiación. Proteger a los trabajadores que normalmente no tenemos estabilidad laboral y no ponerle retenciones y cargas a las creaciones. Fortalecer el Fondo Nacional ha sido la estrategia de países como México y Chile. Ellos ya están cosechando esos resultados.
Ana Piñeres: La Ley de Cine es el corazón de nuestra industria, pero ha llegado el momento de repensar cómo encontrar recursos para financiar la cadena audiovisual, pues no podemos ser ingenuos en creer que en la cuota parafiscal estarán disponibles los montos que alguna vez pudo entregar el FDC en sus convocatorias. De no ser consecuentes ahora y apegarnos a un modelo romántico de financiación nos hará asistir, en un par de años, a una catástrofe peor que la que estamos viendo actualmente.
Harold Trompetero: El cambio más importante sería regular la tributación para la cuota parafiscal por parte de la OTTs, para que de lo que ellos devengan saliera un porcentaje que fuera destinado a alimentar el FDC, que a futuro va a ser el lugar donde va a tener mayor visualización el cine. Así se reemplazaría o se fortalecería el hecho de que la taquilla se merme por todas las condiciones tanto de la pandemia como la evolución tecnológica y se enfocaría en tener mayores recursos provenientes de las plataformas. Ahora, de ninguna manera buscar que sea el Estado el que financie, ni sacar recursos del presupuesto Nacional para el FDC.
Dago García: Considero que en lo fundamental el FDC funciona bien, pero si hay algo que siempre me ha causado cierta inquietud es el por qué los guiones que reciben estímulos del FDC generalmente, o casi nunca, terminan convertidos en películas. Valdría la pena crear una categoría en la cual se alentara a los productores a revisar estos guiones y a convertirlos en films. Creo que así ensayaríamos un camino diferente y complementario a la tradición autoral que manejamos en Colombia.
¿Qué mensaje le está dando el Gobierno al sector con esta propuesta?
Pedro Adrían Zuluaga: Es un mensaje muy ambiguo. Por una parte hay como una preocupación desde el alto Gobierno por lo que ha pasado con la reducción de la taquilla que afecta directamente los recursos del FDC. Se habla de un fondo de solidaridad, de una especie de presupuesto de contención del presupuesto nacional para que el sector no se afecte. Pero la ambigüedad es que esa solidaridad, esa preocupación, pasa por acabar con algo que es central al sentido de identidad del cine nacional, que es la Ley de Cine. Toca al corazón de lo que hemos organizado como agremiación, como sector. Las agremiaciones de las que hablaba hace un rato, que estuvieron presentes en la Asamblea Nacional Audiovisual, no existían antes de la Ley de Cine.
MUSA: Para el Gobierno, que siempre ha promulgado interés por el sector cultural, con los cambios que propone en la reforma dice completamente lo contrario. Más allá de fortalecer una industria, que se auto financia independientemente del gobierno, la lleva ahora a depender del mecenazgo del gobierno de turno, a disminuir las historias locales que son las que permiten construir memoria para avanzar como sociedad y a su vez a acabar con miles de empleos y recursos se generan al desarrollar cine Nacional.
Victoria Solano: El Gobierno dice que esta modificación hace parte del componente solidario de la reforma. Pero creemos que existen otros caminos para fortalecer el cine, por ejemplo, podría tomar impuestos específicos de la industria y redireccionarlos al cine Nacional, hacer aportes que garanticen cada año el presupuesto al Fondo - cuando haga falta o cuando lo desee - sin necesidad de quitar los parafiscales. La propuesta que hoy presenta se trata de sumar un gasto a la Nación que no tiene manera que garantizar a través de los años.
¿Cuál es el mensaje para la industria cinematográfica que usted enviaría ante la actual coyuntura?
Pedro Adrían Zuluaga: Que el alto gobierno sienta que hay un sector cinematográfico empoderado, que está bastante orgulloso de lo conseguido en estas últimas dos décadas y que no se lo va a dejar quitar tan fácilmente.
Ana Piñeres: Creería que todos debemos cuidar lo alcanzado entre todos. De la mano de la Economía Naranja se logró en medio de una pandemia tener un mecanismo de financiación de producciones nacionales e internacionales que le han dado trabajo a un porcentaje gigante de la mano de obra artística, profesional y técnica del país. No podemos perder de vista que esas producciones han llegado a Colombia gracias a esos incentivos (CINAS) que hay que defender. No es nada desdeñable el impacto económico en medio de una crisis mundial y cómo Colombia es hoy en día epicentro de la producción audiovisual.
En el tema del FDC, ya lo he dicho, sin apasionamientos ver nuevas formas de financiación y apoyos al cine Nacional. Y yo propondría un último tema de la reforma tributaria: el apoyo a los guionistas, los creadores de la base de todo lo que nosotros en la producción, transformamos en una película, una serie, etc. Sin ellos y su estabilidad económica no crecemos y veo con suma preocupación que se les quite el beneficio tributario de la ley 98 y se les retenga el 20% de sus honorarios. Son pocos los guionistas de este país, allí no hay un gran recaudo, pero sí un impacto grande para profesionales que pueden mantener meses sin escribir una palabra paga y con la cual podrían subsistir mientras se enganchan en un nuevo proyecto.
Harold Trompetero: El mensaje que daría más que para la industria cinematográfica sería para todo el país y todo el Gobierno: dentro de toda esta reforma tributaria que se está planteando hay muchos items, muchas aristas, está la gasolina, están las pensiones que se van a volver a tributar, muchos alimentos y es muy probable que en todo ese mar de imposiciones tributarias que se están planteando se pierda el hecho que se está haciendo esta modificación que no tiene ni pies ni cabeza. Ni para la reforma tributaria ni para el Fondo de Desarrollo Cinematográfico. Y quede volando y se apruebe por estar perdida en todo este mar de puntos que están en la reforma.
El llamado sería a que por favor no perdamos el foco en el cine, así como hay otros puntos super importantes para la Nación, para la gente del común, para los congresistas que nos tienen que apoyar, que no se pierda del foco que el cine puede morir a raíz de esta reforma tributaria.
Dago García: Creo que en este momento los cinematografistas debemos armarnos de paciencia. Esta coyuntura no va a existir para siempre y creo que el cine por su naturaleza de evento está blindado contra los peligros que comportan situaciones como estas. Incluso la amenaza digital. Creo que la gente siempre va a tener la necesidad de salir de su casa, ir a un sitio diseñado para ver cine en una pantalla gigante, con sonido envolvente, rodeado de extraños en condiciones de oscuridad. Toda esa ecología de la recepción del cine siento que lo blinda contra este tipo de amenazas y este tipo de circunstancias y de coyunturas.
Además siento que en la gente hay una nostalgia y una terrible necesidad por volver al plan de ir al cine. Y no sé si peque de optimista, pero sospecho que cuando volvamos a la normalidad la gente va a recuperar ese hábito y debemos estar preparados para eso. Debemos usar este tiempo para trabajar en desarrollo, para trabajar en ideas, para reflexionar sobre lo que vendrá y definitivamente espero que vengan mucho mejores tiempos y que ese camino en el cual estábamos embalados en el cine colombiano se vuelva a retomar y lo fortalezcamos.