¿Cuál es el futuro de Altavoz Fest?
La versión 2023 de Altavoz Fest no cerró por lo alto su edición número 20, esa es una realidad tan evidente como cada amanecer. Así lo constatan las múltiples críticas que recibió el evento, que son de dominio público y que pueden validarse en sus redes sociales oficiales: fallas logísticas, zona de bienestar deficiente, cancelación de pruebas de sonido a último minuto, cambio de locación del evento a dos días del recital, entre otros, fueron algunos de los reproches más recurrentes.
Así que, pasada la sarta de mensajes negativos y uno que otro positivo, como quien despierta tras una noche de pesadillas, pero debe pararse de la cama para ir a trabajar, ahora es momento de pensar en el mañana del festival, este que está en el corazón de los apasionados de la música de la ciudad y en especial de los amantes del rock, quienes lo defendieron en 2007 en el Concejo de Medellín para que se estableciera como Acuerdo Municipal y que así se garantizara su realización cada año. Es tal la fuerza del certamen que en algunas ediciones como 2019 alcanzó una asistencia de 83.000 personas, pero que en la versión 2023, según datos oficiales, convocó 33.000 asistentes. ¡Ciencuenta mil asistentes menos!
Lo primero que podría hacer la organización del evento, liderado por la Secretaría de Cultura de la Alcaldía de Medellín, es tomar nota, leer, asesorarse, escuchar a la ciudadanía en sus múltiples roles (darle valor a lo público) y, finalmente, reflexionar para luego trazar un mapa. No es momento de señalar, ni atacar, ni destruir; al contrario, hay que aprender del proceso de forma integral en sus veinte versiones, analizar fallas, identificar aciertos, pero, sobre todo, es fundamental plantear nuevos retos ante un ecosistema musical tan cambiante como el actual, sobre todo con la entrada en juego de las tecnologías digitales y la presión que ejerce sobre los artistas para viralizar sus canciones, convertirse en micro celebridades o, lo más común, monetizar su música.
¡Un llamado a la sensatez! Un mal año opacó el evento, pero eso no puede quitar la relevancia y el peso a los logros de las 19 ediciones anteriores, eso sería injusto, porque gracias al Altavoz distintos grupos del proceso han girado en intercambio por festivales de Panamá, México, Perú, Argentina y otros países; además, también por la figura de intercambio, otros grupos se han presentado en eventos como Galeras Rock en Pasto, Rock al Parque en Bogotá o Ibagué Ciudad Rock. Como aditamento especial, gracias al cartel del evento han visitado la ciudad grupos internacionales de primer nivel provenientes de Alemania, Estados Unidos, Italia, México, Chile, Venezuela, Puerto Rico, Inglaterra y de otros países, entre ellos, bandas como Satyricon, Skatalites, Jaguares, Kreator, The Adicts, Papa Roach, Ilegales, Cultura Profética o Nach… Ligado a ello, otros aciertos han sido la rueda de negocios, la creación del segundo escenario, las jornadas académicas, la memoria de los compilados, en fin, son múltiples logros y aportes a lo largo de la historia del evento, aunque también se han presentado fallas, pues así son los procesos, como la vida.
Pero, ¿cómo potenciar el recital, corregir sus falencias y capitalizar todo lo aprendido? Algo esencial, como ya se dijo, es acercarse, tomar nota, escuchar y dialogar con los múltiples actores del circuito, quienes, además, están llamados a buscar espacios de encuentro para plantear sus dudas y presentar sus propuestas. Y ligado a esto, es necesario garantizar recursos que cada año se incrementen y no solo para los conciertos, también para otras apuestas que permitan fortalecer Altavoz, por ejemplo, con jornadas académicas todo el año, talleres creativos y grupos de discusión; otra acción importante sería implementar en la oferta de estímulos, algunos para la circulación departamental, de manera tal que con ello se impulse un -inexistente- circuito en Antioquia; como novedad, podría estudiarse la figura de un comité tripartito de coordinación curatorial -como hizo Rock al Parque en 2023-, quizás, sería un ejercicio positivo de equilibrio que garantice distintas miradas y acciones para el recital.
Otra acción que tonificaría el festival y que ha sido obviada a lo largo de la historia del recital, es documentarlo desde la perspectiva de la memoria musical; quizás la conmemoración de los 20 años sea un momento ideal para el libro de Altavoz Fest. A la par de esta publicación, otra oportunidad sería impulsar la investigación en temas musicales relacionados con el evento, como son la generación de empleo, nuevos lenguajes y variables demográficas; esa información sería útil para otras secretarías como la de Desarrollo Económico, Juventud y Participación Ciudadana. Finalmente, en el auge del turismo local, ¿cómo desde el festival se podrían crear rutas de turismo musical?
Creado en 2004 como respuesta a la demanda histórica de músicos y seguidores del metal, el punk, la electrónica, el rap, el reggae, el industrial y el rock en general matizado con otros estilos, este año 2024 Altavoz Fest cumplirá 20 años y celebrará la edición No. 21 y, por eso, la administración pública, los músicos y la ciudadanía cuentan con una oportunidad magnífica de repensarlo, cuidarlo y conectarlo con las dinámicas actuales, pero sin olvidar su ADN: fomentar y potenciar el talento musical local.
¡Las cartas están jugadas! Y en Medellín hay que apostar el doble por Altavoz Fest.